Edición Número 125, Girardot, Abril 1 de 2020:-1881, EPIDEMIA DE VIRUELA EN GIRARDOT Y OTRAS PESTES
Edición Número 125 Girardot, Abril 1 de 2020
1881,
EPIDEMIA DE VIRUELA EN GIRARDOT Y OTRAS PESTES
Por
CARLOS ARTURO RODRÍGUEZ BEJARANO*
Hace mucho tiempo, antes de varias epidemias y pestes
que hicieron de las suyas, desolando la dispersa y numerosa población de
campesinos cultivadores de maíz, tabaco, añil, y un montón de cosas, parecía
Girardot un caserío anodino y sin
pergaminos, de acuerdo con visitantes,
cronistas y veraneantes. Un importante funcionario de la Empresa
del Ferrocarril de Girardot,
Administrador General de la misma, el doctor Carlos Sáenz, en su informe periódico, escribió:
“La circunstancia de ser este caserío sin importancia anterior y escaso de recursos…” Lo escribió en su informe de julio
de 1881(primer informe), entregado el 1° de agosto siguiente y publicado en
septiembre del mismo año en la primera edición del BOLETÍN del ferrocarril.
El 11 de julio de 1881, el gobierno de Rafael Núñez
había dado inicio a los trabajos para la construcción de ese ferrocarril (el
Gran comienzo), bajo la dirección técnica del ingeniero cubano Francisco Javier
Cisneros, quien ocuparía por siempre en Colombia páginas en la historia de los
ferrocarriles nacionales.
Girardot era casi nada, “villorrio miserable” lo
denominó un viajero, pero con crecimiento poblacional constante, señalando que
plagas y pestes incipientes no mellaban su destino.
Los censos poblacionales de ese tiempo muestran una
población para los años 1870-1885, entre 1870 y 2000 habitantes, y para 1872, veinte casas en su casco urbano primitivo. En el pletórico,
eufórico, bienvenido, amado y deseado inicio de la verdadera modernidad,
Girardot perdió el 10% de su población.
Enemigos
tuvo la conformación del casco urbano y la población rural en grado sumo: la fiebre amarilla,
la viruela y los incendios.
Pero, mucho antes de la construcción del primer
hospital moderno ocurrió que la desgracia, la ciencia médica y el sentido común
se dieron cita para afrontar una epidemia de viruela como nunca se ha vuelto a
padecer por estas comarcas plenas de sol. Claro que en el pasado el
enfrentamiento se realizaba con la fiebre amarilla, muy famosa y temida, más la
nueva la superó con creces.
El doctor Carlos Sáenz ya mencionado,
informaba a José M. Samper, Secretario de la Junta Directiva del Ferrocarril de
Girardot, lo siguiente:
(15 de noviembre de 1881)
“…
juzgo que el señor Cisneros encontrará mucho hecho, más, talvez, si no me
equivoco, de lo que ha sido posible con las epidemias que han diezmado el
pueblo e inmediaciones de Girardot, y alejado por lo mismo un sin número de
brazos que habríamos podido emplear con más provecho.”
José
M. Samper, realizó una visita de inspección
al final de año a la vía del ferrocarril y en su informe a la Junta
Directiva, cuenta sus impresiones: (20 de enero de 1882)
“El
estado sanitario del distrito de Girardot ha sido muy lamentable. A más de los
estragos que ha hecho la fiebre maligna (con razón o sin ella calificada de
amarilla) se ha sufrido intensamente con la invasión de la viruela. Cosa de 250
casos han ocurrido, y de ellos como el 80 por 100 de defunciones; y así lo
comprueba el hecho de haber quedado cerradas o abandonadas muchas casas en los
campos.”
El terror a las pestes
desconocidas en un medio científico cuasi inexistente, una economía agobiada
por la inflación, escasez de rentas propias y permanentes, el desconocimiento
de comportamientos higiénicos mínimos como el uso de jabón (se sabe del famoso
‘jabón de la tierra’), el recelo a la
aplicación de vacunas y el analfabetismo, dejó espacio para decidir con los
pies. Un Estado balbuceante ante muchos malos augurios.
De manera inicial la zona
rural del norte de Girardot, es decir, sus veredas, con el tendido de la red
ferroviaria se beneficiaron por oferta de trabajo, venta de polines, de
terrenos para el paso de la vía férrea, y con toda probabilidad el sur de
Tocaima, a las que se sumaron miles de obreros venidos de lugares distantes
como Boyacá, Santander, Bogotá, Tolima, Huila y los cientos de soldados que por
orden presidencial trabajaron en la línea desde el primer día de actividades.
PUBLICIDAD ANTIVIRUELA
https://www.who.int/features/2010/smallpox/VACCINATION_01.jpg
|
En 1556, a través del río
Magdalena, grupos de españoles enfermos trajeron el nuevo mal a la futura
Colombia. El virus de la viruela llegó cómodamente.
Con las nuevas expectativas de
empleo en el ferrocarril de Girardot, se presume que con algunos inmigrantes
contagiados, el virus de la viruela infestó, casi corriendo, los frentes de
trabajo a su antojo. Desde 1857 a 1886 en Santander se presentaron casos de
viruela, posiblemente de Bogotá también llegó. Desembarcado en Girardot el
terror se convirtió en el señor y dueño de la vida de los obreros y campesinos donde
se tendían las líneas. Porque el caso no trascendió en el sector urbano,
excepto por la disminución de su población. Se propagó, se mantuvo en la zona
rural, para luego salir en derrota.
La
viruela causó estragos en particular en la vereda Guavinal y las causas para su propagación lo relacionaba el médico de la
Empresa, Luis Umaña Jimeno a: (19 de febrero de 1882)
“…pero
esto en las gentes que por su miseria,
el descuido en vacunarse, y, más que todo, por la costumbre campesina
que llaman novenario y que consiste en reunirse nueve noches a rezar en la casa donde ha tenido lugar alguna defunción, buscan, por
decirlo así, los gérmenes del contagio.”
Comportamientos culturales
arraigados por creencias religiosas, la costumbre cerrera de asistir en masa al
novenario de algún finado por cualquier causa y por qué no, alguno de viruela,
que por desconocimiento e ignorancia nadie advirtió, abrió camino prontamente
al contagioso virus (gratamente acompañado de tinto, aguardiente de cocina,
chicha o guarapo, tamales con lunas llenas o nuevas, comida a todas manos, y
una triste serenata bambuquera por el finado). Todo se complicó: la viruela
hizo presencia con su parca a diestra y siniestra.
Necesario es creer que nunca se supuso que podría
presentarse en este lugar, en una vía considerada vital para conectar Bogotá
con el río Magdalena y con el mundo occidental.
Los cuchicheos y chismes,
noticias a medias, magnificaron el horror, probablemente con la descripción de
un verdadero enfermo con rostro desfigurado o un cadáver descompuesto, muestra
terrible de los estragos que producía.
Luego de más de 200 muertos, la
empresa ferrocarrilera con el gobierno nacional, planeó la inmediata tarea de
vacunación con pus; se combatía con inoculaciones de pus
vacuno,
lo más refinado en
tecnología del momento.
Se inició con
el personal militar obrero que laboraba allí, luego con población enferma
residual, y algunos pobres que no sabían a donde dirigirse. Los demás aparentemente
se marcharon velozmente con lo que tenían encima. La construcción de la vía
férrea se detuvo por el temor al contagio en ropas y herramientas de trabajo y
sobre todo porque no se encontraron brazos para reiniciar. Durante un tiempo
suficiente fue así.
Algunas familias de campesinos
enfermos desesperados se prendieron fuego con sus chozas y tres pertenencias
aparentemente para aplacar el endiablado virus. Otras corrieron descabezadas
hasta el río Bogotá, tirándose para ahogarse o ser embestidos por caimanes
aguja. El despoblamiento fue una gran tragedia.
La Administración del
ferrocarril retomó lo adelantado y para acelerar el proyecto decidió comenzar otro frente de trabajo desde Tocaima,
al término del proyecto inicial, para encontrase en el medio del total del
kilometraje planificado. Se aceleró la actividad, hasta que en 1883, al segundo
año, se finiquitó e inauguró.
El corredor ferrocarrilero se
saneó, la actividad económica creció aceleradamente, pero la ciudad no contaba
con un Hospital ni con un cuerpo de serenos bomberos. Girardot continuó
progresando; en dieciocho años conoció una constitución política (1886), dos
guerras civiles (1895 y 1899 que termina en 1902), siendo esta la famosa ‘guerra
de los mil días’, la peor peste humanitaria del siglo XIX, que hizo olvidar
las otras pestes. El siglo XX en Colombia comienza en 1902. Claro que en esta
guerra también regresaron las pestes de virus, gripas y demás contagios,
extrañamente, débiles para generar terror como antes.
La
Guerra de Los Mil Días aportó su inevitable carga de males que no era otra cosa
que otras formas de morir en la lucha sin honor. Desde Girardot, el 3 de julio de
1900, el coronel Herrera le informa al ministro de Guerra que una epidemia está
matando hasta veinte personas por día:
“Esta
comunicación se refiere a la epidemia que se desató en La Mesa (Cundinamarca)
en el mes de mayo de 1900 y que ya para principios de julio había asolado las
poblaciones de Tocaima, Girardot y Flandes, al punto que en esta última no
cabían los enfermos en el hospital y fue necesario construir enramadas para
albergarlos.”
El hospital mencionado no era otra cosa que una enramada de estacas de
payandé con techo de palma calicá. Estas heredades en
tiempos de paz, dieron origen al primer hospital del distrito en 1902, que
funcionó en una enramada cerca de la orilla del río Magdalena donde fueron tratados ex combatientes venidos del Cauca, tras
la última guerra.
VIRUELA EN MEXICO COLONIAL https://www.google.com/search?q=fotos+de+viruela+en+ adultos&tbm=isch&ved=2ahUKEwjG |
El
Hospital comenzó a construirse en 1902, dándose al servicio en 1906 un moderno edificio (denominado luego de su evacuación, Antiguo Hospital,
sede del representativo ITUC-Instituto Técnico Universitario de Cundinamarca,
hoy Universidad de Cundinamarca), y en el presente minuto sede de algunas
dependencias de la administración pública de la ciudad.
A la par de la creación de
Girardot, es creado un lugar especial para contener el creciente número de
enfermos de Hansen. Había resurgido la bíblica enfermedad conocida como lepra
por tantas causas como las anteriores. Tras estudios cuidadosos a ese lugar
especial se le bautiza con el nombre de Agua
de Dios, que albergará en una especie de campo de concentración, a casi
toda la población leprosa de Colombia. Aparte de considerarse una verdadera
maldición, se prohibió el contacto físico; así, el aislamiento eterno se
consideró la mejor solución.
Esta dolorosa experiencia fue
motivo de noticias, editoriales, denuncias, debates e intentos de curación.
Durante muchos años se
utilizaron paliativos o placebos para combatirla.
Para 1905, aproximadamente, era visible el
fermento de progreso y desarrollo que vertía la ciudad por todos lados, impulsado por el primer tramo del Ferrocarril de
Girardot, considerado extraordinario para la época. La economía buena
(externalidades positivas las denomina la investigación económica) proveyó
oportunidades para la construcción de las primeras casas y edificios de acaudalados
comerciantes en el marco de la plaza de mercado flanqueado por la
insignificante construcción de la parroquia, futura primera catedral de la
ciudad, así como el Club Girardot, sitio de referencia de la incipiente clase
burguesa. Esta expansión superaba en tres manzanas el límite urbano de 1880. El aumento notorio de la capacidad de la flota
fluvial que surcaba el río Magdalena en su parte alta, el puente Real sobre el
mismo, muchos puentes menores, caminos convertidos en carreteras destapadas que
inter comunicaban la pequeña ciudad con zonas lejanas, multiplicaron la lógica
comercial, de servicios, momentos irrepetibles y riquezas. Es decir, el sistema
capitalista convertido en el gusanito que transformaba todo para casi bien.
Pero siempre surgen paladines,
y apareció uno, un hombre culto, médico graduado en la Academia de medicina de
Francia y fundador de tres periódicos a lo largo de su corta vida. Un
destacado intelectual, periodista y hombre abnegado en su pasión por curar la lepra griega,
el médico,
Dr. Aníbal
Villa Navarro, fundador en
1906 del
primer periódico de
la historia de Girardot, EL ESFUERZO. Anunciaba en su periódico:
“EUFORBINA
de Aníbal Villa Navarro.…El más eficaz y seguro antídoto contra las mordeduras
de serpientes y animales hidrófobos, picadas de insectos ponzoñosos como mosquitos,
arañas, escorpiones, chinches, etc….Obra con sorprendente rapidez y la curación
es infalible, siempre que se use de acuerdo con la receta….Este remedio está
patentado por el Gobierno de Colombia y se vende en todas las boticas y en el
comercio…Depósito central; Casa de Aníbal Villa Navarro, Girardot, Colombia,
Sur América. Se solicitan agencias.”
El miedo a perder su vida y la
de su ganado, que sumaban todas sus
vidas, garantizó el éxito del elíxir. En esas lejanas épocas cuajadas aún de
bosques, la mordedura por serpientes era una constante, pues las actividades
económicas importantes se desarrollaban en el campo agrícola y pecuario.
Villa Navarro conocía
perfectamente la región desde varios años atrás, cuando comenzó su zaga contra
la lepra griega.
En esos
tiempos, existía infundado
temor a adquirir la lepra, cuya máxima expresión para la
desgracia del ser humano colombiano se expresaba en el lazareto de Agua de
Dios, situado a veinte
kilómetros de Girardot. Se convirtió en asunto corriente en una
región escasa de civilización.
Su
ingenio para promocionar el producto no tuvo límites mientras estuvo al frente
del periódico: Decía, seguramente el mismo Villa Navarro, que el General Uribe
Uribe además de demostrar que la fiebre amarilla se cura fácilmente según los
procedimientos del Dr. Lacerda, también asegura que la “EUFORBINA de Villa
Navarro no tiene rival como antídoto contra las mordeduras de serpientes”. Con el general eran amigos y
conmilitones durante la más reciente guerra.
La audacia mayor estuvo en la panacea de un producto para derrotar la
lepra griega:
“Específico contra la lepra del Inventor Aníbal Villa Navarro patentado
por el Gobierno de Colombia. Complacidos ofrecemos al público este precioso
remedio que ha dado los más felices resultados en el tratamiento de la lepra
griega. Depósito central: casa de su inventor en Girardot. República de
Colombia, América del Sur. Despachamos inmediatamente a cualquier parte del
mundo todo pedido que se haga de este específico, siempre que venga acompañado
de su valor. Precio del frasco $ 10.00 oro. Garantizamos el éxito, si el
enfermo persevera en el uso del específico… Se obsequia el específico a todo
aquel que quiera curarse bajo nuestra inspección. Cuidado con las imitaciones y
alerta con las emulaciones.”
Aníbal Villa Navarro falleció
a mediados de 1908. Quizás sus intuiciones sean de interés para alguien. En 25
años cualquier cantidad de horror por esos virus y pestes y plagas, intentaron
acallar la ciudad. Muchas fueron noticias falsas.
_________________
ADMINISTRADOR Y COMPILADOR: CARLOS ARTURO
RODRÍGUEZ BEJARANO
____________________
* Con apoyo en EL BOLETÍN DEL FERROCARRIL DE GIRARDOT /
PERIÓDICO EL ESFUERZO DE GIRARDOT/ LOS GUERRILLEROS DEL NOVECIENTOS (CARLOS
EDUARDO JARAMILLO)
Edición Número 125, Girardot, Abril 1 de 2020
**
*
Soberbio, es una excelente compilación historica
ResponderEliminarEs usted amable.
EliminarEs usted amable.
EliminarSoberbio, es una excelente compilación historica
ResponderEliminar