Mostrando entradas con la etiqueta Historia Mundial. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Historia Mundial. Mostrar todas las entradas

martes, 20 de abril de 2021



 Edición Número 159, Girardot, Abril 20 de 2021:-LA CIUDAD EN LA HISTORIA



                                                           Edición Número 159 Girardot, Abril 20 de 2021

LA CIUDAD EN LA HISTORIA


2000. Girardot. D.R.A.



DE LEWIS MUMFORD

(EXPANSIÓN COMERCIAL Y DISOLUCIÓN URBANA –CAP. XIV)

 

RESUMEN DE CARLOS ARTURO RODRÍGUEZ BEJARANO

 

Mirado o mirada en su conjunto, la visión de Mumford (sobre la desaparición o destrucción socio económica de la ciudad medieval (¿típica?) podría parecer como que la propuesta capitalista para el sistema de ciudades del siglo XIX, corrido hacia el siguiente y próximo siglo, es lo menos deseado, lo no deseado, síntesis de la contradicción de interesados ejemplares sociales dispuestos a no perecer. Desenlace conocido, la ciudad, la Hidra Metahumana donde sus testigos duermen más con hambre que con sueño, corre como su autor y creador, alocadamente y sin cabeza.

De lo parroquial a lo exquisito moderno, ¿Cómo olvidar el halo romántico de las ciudades, barrios o casas antiguas? Aquí no podemos detenernos sobre si fue bueno o malo, sino que heredamos. Tal vez la enseñanza, entre otras, sería cómo no construir ciudades (o ciudad, concepto más amplio) que chorreen dolor, sudor y sangre. La eterna batalla de los escuadrones de lo público y lo privado. Englobar las telas de araña cósmicas.

Un cambio de guardia poco imaginado para miles de miles desde entonces, desde antes, desde ahora: desde siempre, que presuponen que la sucesión de un estadio social a otro es algo semejante  a una fiesta de chicos buenos, ingenuos, bienintencionados y laboriosos. Debajo está lo espeso las catacumbas con sus huesos. De Ur a Hiroshima y Nagasaki. ¿En los campos de guerra, se vivirá casi lo mismo que la guerra en las ciudades? ¿Qué hacer con la moral, la solidaridad, la bondad y el amor? Como dijo el poeta: somos fruto del verdugo y la víctima.

Lo por cambiar tenía dentro de sí el germen que lo haría. La vieja sociedad medieval se encontraba señalada para desaparecer históricamente, pues anterior a la consolidación de la centralización política novedosas, fuerzas económicas en formación generaban otro punto de mira.

El mercantilismo no logró crear una alianza duradera para que las coronas de turno administraran la ciudad medieval. Las nuevas formas económicas disparaban flechas en diferentes direcciones paralizando el modelo antiguo. Lo nuevo tomó el nombre genérico de Capitalismo.

¿Qué ciudad encontraron los nuevos hijos amigos de los negocios duros en los siglos medievales? ¿Qué era lo que existía, cuál corsé amablemente católico se interponía entre los chicos de lo nuevo y los chicos de viejo.


Bogotá. Fuente: Facebook

La ciudad medieval con su método mercantilista o el mercantilismo que enlazaba las ciudades más dinámicas no logró aupar un proyecto económico-político entre las testas coronadas de lo más oscuro de la Europa Occidental. ¿Por qué? Su sistema confesional de enseñanza no garantizaba una formación adecuada para los nuevos dirigentes. Más bien la holgazanería, la extravagancia, poco sol y poco trabajo fueron elementos opuestos a quienes inevitablemente buscaban sacudirse la perorata sangriazulada.

La igualdad de productores y consumidores sin muchas oportunidades de nada más, férreamente controlados por los gremios, la iglesia y la costumbre anti-usura, eran norma marcada. Ciertamente la misericordia con algo de hipocresía y cinismo conformaban la ética social del bienestar. ¿Cómo tener certeza de aquellos tiempos, virtualmente mejores que los de sus sucesores aún no conocidos? Nunca nada afirmativo que se diga sobre tiempos pasados mejores será cuerdo o sabio. La Biblia no se leía para liberar sino para controlar; por lo menos hasta Lutero, la lengua de Roma era vista como el zaguán de la trampa. Más tranquilo, seguro y protegido pero menos individual, el analfabeta ignorante hincado ante la libertad feudal rezaba por la extinción de reyes, coronas, gremios y papas. Todo ello seguramente lo asfixiaba.

El asalto histórico y sobreseguro contra el sistema feudal se concentró en la ciudad. Era lo más conocido por el capitalismo, en ella se concentraba la riqueza, el poder, los negocios, la población hambrienta de servicios y de comida, las industrias, el comercio entre países, la clase dirigente, la religión a manipular, el arte, los nuevos esclavos, la mentalidad para echar  a andar semejante riesgo, la bolsa, la nueva contabilidad, las universidades, el interés, los prestamistas, los mercaderes, la ganancia, todosdeacuerdo. No fue sencillo, pero ¿habría funcionado en el campo? La ciudad jalona al mundo y lo transforma. Ayer y hoy todos desean vivir en la ciudad. ¿Para qué? El mundo es ancho y no ajeno.

Suena fácil a granel decir lo anterior, mas,  si el lucro delante de los ojos capitalistas motivó el tipo de ciudades en el siglo XIX, generando la universalización de la mercancía y por innúmeros atajos una presumible solución a muchos problemas individuales o grupales, Adam Smith estaría satisfecho. Pero no es permisible resucitar. El problema entonces no fue ampliar la malla urbana sino alargarla más allá de lo necesario, por ejemplo. El abuso del poder.

Pero el mérito, si lo hubo, fue haber intuido que ese era el mecanismo para hacerse un lugar en el mundo   en esta experiencia a costa de los demás. Así continuamos; la ciudad impera. Todos quieren acceder al poder tomándose la ciudad capital, al final o al comienzo, si se puede o si los dejan.

La expansión urbana para el siglo XVII había sido alterada por todas las formas de poder concentradas en los mercaderes, los financieros y terratenientes.

Las herramientas que moldearon  la nueva ciudad fue obra de avezados empresarios que con nuevos  ideales tales como los cálculos sobre las utilidades y la renta y la transformación poderosa de los centros urbanos, lograron introducir hasta los tuétanos las modalidades del mercado. Todo debía rendirse a los pies del lucro y este fue posible con el desarrollo del comercio a larga distancia (a través del comercio o del crédito).

Universalizado el mercado mayorista “Se desarrolló una nueva actitud hacia la vida: una mezcla de regularidad ascética y de espíritu de especulación comercial, de avaricia sistemática y orgullo presuntuoso”.



2000. Girardot. D.R.A.

El nuevo orden capitalista destrozó casi todo; lo novedoso jalonó el concepto de los riesgos calculados.

No existían límites para la adquisición de riqueza. Para el siglo XIV la preponderancia pasó a manos de estos empresarios que accedieron rápidamente a los gobiernos simples y complejos, aplicando su nuevo espíritu a toda la economía. Se consolidó la penetración educativa en las primeras letras (la contabilidad tenía peso específico). Las primeras universidades son sucedáneos mayores. Luego la bolsa es “el punto culminante del desarrollo de la ciudad comercial…en gran escala desde el siglo XIII”. “Entonces, la Bolsa, la Banca Nacional y la Lonja de los mercaderes fueron las catedrales del nuevo orden capitalista”.

Se evidencia una lucha entre lo nuevo y lo viejo. El dinero contante y sonante hacía de las suyas. El mercado del núcleo protegido de la ciudad medieval, bajo la falda del campanario se transformó en una institución que crecía exponencialmente. De la plaza del mercado a un acto concentrado en cualquier lugar donde quiera que floreciera un negocio rentable. (Mercado abstracto).

Este mercado obedecía en particular al hecho de realizar transacciones monetarias cuyo dios (como ahora) era el lucro y la reproducción del capital hasta el infinito.

Poseedor de fuerza social, política y económica, el ojo avizor del capital se posó en las estructuras urbanas de la época para continuar con su molienda reproductiva: compró en los suburbios tierra y adquirió edificios venerables pero olvidados: demolición y reemplazo. Sangre y fuego pecuniario (¿Por qué precisamente en las ciudades?). Porque donde ponían el ojo ponían el billete que se reproducía inmediatamente; todo era urgente. Nada era importante.

El capitalismo legó elementos para la economía humana, simplificó “el complejo orden social de la ciudad en la rutina simplificada del mercado”. Su concepción moral y  espiritual se traslapó de la religión a los negocios con extraordinario éxito; ¿por ejemplo, la postergación de los placeres momentáneos por otros mayores y difusos hacia el futuro le generaba incertidumbre o la seguridad del poder del dinero? Transformó la opinión dominante incrementando el consumo y las ganancias.

Sedujo la aristocracia de las ciudades medievales y no sin plena satisfacción las convirtió en puertos libres y bodegaje de mercancías libres de casi todo. La segunda seducción, ¿quién se opone al progreso de esas ciudades? Eran exitosas y libres, es decir, ¿quién puede exigirle normas a quien las creó?

La nueva libertad consistía en ninguna limitación por parte del municipio, nada por la solidaridad comunitaria y todo por la gloriosa ganancia.

El capitalismo fue un fenómeno revolucionario tanto como el desarrollo del Estado Nacional. La economía del medioevo terminó superada por el intercambio de mercancías, el profuso comercio con comarcas lejanas, la ciencia y la técnica y por los resultados concretos: las ciudades que eliminaban restricciones a los nuevos iluminados se convertían en prósperas. Por ese camino conmocionó y suprimió la vida urbana medieval colocándola al servicio del lucro y el dinero.



Bogotá. Fuente: Facebook

Para “apoderarse” de extensos terrenos para especular con precios de oro, sus gestores se fijaron en la forma de cómo obtenerla: demolieron el uso y el derecho feudales. Construyeron hacia el cielo donde fue necesario y en los demás, alquiler o venta de terrenos pequeños para los desesperados que huían hacia la libertad. Entre más pobres, mayor valor de los alquileres y, mayor valor de las ganancias. Los ricos por supuesto no vivirían nunca en esos antros. El número de necesitados que huían a las ciudades superaba la oferta de habitaciones, masa que en poco tiempo era reemplazada por otra horda de desesperados o de optimistas; aquellos envejecían jóvenes o morían jóvenes dadas las difíciles condiciones para ejercer sus empleos, con sueldos misérrimos y muchas horas de labor. La pobreza enriquecía a los constructores de ciudades “mediáticas” tanto como el consumo de los centros más antiguos.

A partir del siglo XVII comienza en gran escala la especulación con las edificaciones. Aparecería un medio de locomoción que influiría sobre la concepción de la ciudad y mayores ganancias para los dueños del negocio. “La naturaleza y el propósito de la ciudad fueron recubiertos por la desintegración social, la desorganización física y la especulación comercial”. Los demás actores resultaron incapaces o impotentes para evitar semejante desastre.

Aunque de rápido crecimiento, los adelantos técnicos y la sutileza para armonizar con los grupos humanos no fueron casi siempre a la par, los puertos mejoraron lentamente en su eficiencia. A su alrededor hizo carrera la abyección física y social. Puesto que la movilización de mercaderías y su rápido intercambio se realizaban en lo fundamental por el medio acuático, es entendible la importancia que significaba para sus genitores.

El capitalismo luego de audacias sin límites en sus comienzos acusa considerable desdoro comparable a sus rápidas ganancias (exclusivo devenir de las ciudades comerciales). ¡La estética reñía con el lucro!

La planeación (trazado en parrilla) en manos de mercaderes acelerados por pingues ganancias -mirado históricamente- condujo a una decrepitud urbana cada vez peor; lo novedoso continuó reflejándose en la construcción de líneas de transporte cada vez más extensas y longitudinales, y el monstruoso transporte masificado, todo un buen pretexto para el trazado en damero para mayor especulación con la tierra arrebatada al pasado feudal y a veces presente, claro. De esa mayor área citadina fue creciendo lentamente la gran ciudad de ciudades: la megalópolis.

Por delante vinieron los semáforos y un presunto orden. Que viva la nostalgia. Que viva Amsterdam.

2000. Girardot. D.R.A.

___________________

*Carlos Arturo Rodríguez Bejarano, presidente y Miembro fundador del Centro de Historia de Girardot.

___________________

CARLOS ARTURO RODRÍGUEZ BEJARANO: Administrador y Compilador.

Edición Número 159, Girardot, Abril 20 de 2021

**

*




miércoles, 25 de noviembre de 2020

 Edición Número 149, Girardot, Noviembre 25 de 2020:-SEGUNDA GUERRA MUNDIAL




                                                           Edición Número 149 Girardot, Noviembre 25 de 2020


Herodoto  7 septiembre, 2019



Introducción

El 1 de septiembre de 1939, hace justo 80 años esta semana, comenzaba la Segunda Guerra Mundial, el conflicto militar más importante de la Historia de la Humanidad. A lo largo de sus seis años de vida, una cantidad aún indeterminada de personas (entre 50 y 70 millones)  murieron a causa de los combates, las enfermedades, las hambrunas, las matanzas y las represalias que se llevaron a cabo. El conflicto llegó a extenderse por la inmensa mayoría de países del mundo, abarcando la tierra, el mar y el aire desde Siberia hasta Madagascar, y desde Francia hasta Australia. Sus hechos han servido para producir cientos de miles de libros, películas, series y documentales, así que cabe preguntarse… ¿qué fue lo que provocó la contienda? ¿cuáles fueron realmente las causas de la Segunda Guerra Mundial?



[Soldados alemanes atravesando la frontera de Polonia para dar inicio a la invasión del país el 1 de septiembre de 1939]

Causas de la Segunda Guerra Mundial

A la hora de pensar en un conflicto de tal magnitud, sería demasiado simplista concluir que fue por culpa de un determinado acontecimiento o personaje. También sería un error pretender hacer un estudio pormenorizado de todos y cada uno de los factores sociales, políticos, económicos, culturales e ideológicos que interactuaron entre sí para provocar el estallido de la guerra, ya que ese no es el objetivo de este artículo. Más bien, lo que se pretende aquí es hacer un breve resumen de las más destacadas causas de la Segunda Guerra Mundial: la humillación alemana tras la derrota en la Primera Guerra Mundial y la firma del Tratado de Versalles, la pérdida de confianza en las instituciones provocada por la crisis económica mundial generada con el Crack de la Bolsa de 1929, y la política de apaciguamiento realizada por las grandes potencias occidentales en los años 30. La combinación de estos y otros factores fue el caldo de cultivo perfecto para que Adolf Hitler desarrollara el virus de la guerra.



[Scherl Bildedienst: Sehnsucht von Geschlechtern fand ihre Erfüllung: Österreich kam wieder heim zum Reich. Am Dienstag, dem 15. März 1938, sprach Adolf Hitler zum ersten male vonder Rampe der Winer Hofburg zu seinem Volk und zur Welt. Dankbar konnte er die Erfüllung dieser grossen, ihm vom Schicksal auferlegten Aufgabe als vollzogen vor der Geschichte melden. ADN-ZB/Archiv Einmarsch der faschistischen deutschen Wehrmacht in Österreich und Annexion des Landes im März 1938. Ansprache Adolf Hitlers am 15. März 1938 auf dem Helden-Platz in Wien. 35143-38]


El injusto Tratado de Versalles

Al acabar la guerra, los británicos y los franceses decidieron impedir que en el futuro volviera a suceder una experiencia tan terrible como la Primera Guerra Mundial, por lo que descargaron toda su ira sobre los alemanes. Así, en cierto sentido, el conflicto que comenzó en la madrugada del 1 de septiembre de 1939 no era más que una continuación del que había terminado el 11 de noviembre de 1918. Las condiciones de paz impuestas por las principales potencias vencedoras de la Gran Guerra −los Estados Unidos de Woodrow Wilson, la Gran Bretaña de David Lloyd George, la Francia de Georges Clemenceau y la Italia de Vittorio Emanuele Orlando− se materializaron en cinco tratados de paz, de los cuales el más famoso es el que sirvió para establecer la paz con Alemania, el Tratado de Versalles.

Por el Tratado de Versalles, (que puede consultarse íntegro en este enlace) las potencias vencedoras sometían a Alemania a una serie de condiciones irreales que sin duda representan una de las mayores causas de la Segunda Guerra Mundial. Los objetivos del tratado eran varios, siendo el principal de ellos la necesidad de controlar y reducir el poder político, económico y militar de Alemania. Para justificar sus cláusulas abusivas, Alemania tuvo que reconocer que era la única responsable del estallido de la guerra, y aceptar por ello todas las consecuencias. En primer lugar, se reestructuró el mapa de Europa, tanto para debilitar a los alemanes como para llenar los grandes vacíos de poder que habían dejado en Europa y Próximo Oriente la caída simultánea de los imperios ruso, austrohúngaro y otomano. De este modo, Francia recuperó Alsacia-Lorena, una amplia zona oriental pasó a ser de Polonia, se ocupó militarmente una parte de la zona occidental del país, y las fronteras sufrieron modificaciones.



Al final, el Tratado de Versalles solo contó con el apoyo real de Francia y Gran Bretaña, pero eso no impidió que se ejecutara. Se impidió a Alemania poseer una flota importante, se le privaron de todas sus colonias de ultramar (que pasaron a ser británicas y francesas), se le prohibió contar con fuerzas aéreas y se redujo su ejército de tierra a solo 100.000 hombres. Además, se le impusieron unas indemnizaciones económicas bajo el concepto de «reparaciones de guerra», valoradas en 132.000 millones de marcos-oro, cuyo pago no se terminó de realizar hasta el año 2010.


La crisis del capitalismo: el Crack del 29

Otra de las grandes causas de la Segunda Guerra Mundial llegó justamente 10 años después del Tratado de Versalles. Si la economía mundial en general, y la alemana en particular, hubieran vuelto después de la Gran Guerra a un próspero sistema de crecimiento y expansión, quizás las cosas habrían sido diferentes. La realidad es que entre el 24 y el 29 de octubre de 1929 se produjo el «crack» de la Bolsa de Nueva York, la mayor caída de los valores de Wall Street de la Historia. Más de 13 millones de títulos que cotizaban a la baja no encontraron compradores, por lo que ocasionaron la ruina de miles y miles de personas. En los siguientes años, las caídas continuaron hasta que, en julio de 1932, se había esfumado el 90% del valor de las acciones estadounidenses.




Como consecuencia del inicio de la mayor crisis económica del siglo XX, Estados Unidos acabó con la débil recuperación económica del Viejo Mundo. Para tratar de solventar su crisis interna, los americanos comenzaron a reclamar los créditos que habían concedido a los países europeos y cerraron el grifo del mercado internacional, lo que hizo colapsar las economías europeas. La crisis económica fue tal que, solo entre 1929 y 1932, las importaciones comerciales de EEUU cayeron un 70%, mientras que las exportaciones bajaron hasta un 50%.

Alemania fue una de las naciones más afectadas en todo por el mundo por el crack del 29. Este país había recibido préstamos por un valor de entre 200 y 300 billones de marcos, la mitad de ellos a corto plazo, lo que convertía a la economía alemana en extremadamente sensible e inestable. Entre 1929 y 1933, la producción industrial alemana cayó al menos un 33% y el paro se disparó hasta el 44%. Es decir, que llegó un momento en el que casi la mitad de las personas en edad de trabajar de un país en el que vivían cerca de 65 millones de personas no tenía trabajo.



[FILE–People gather across the street from the New York Stock Exchange in New York Oct. 24, 1929. Thousands of investors lost their savings in the worst stock market crash in Wall Street history on Oct. 29, 1929, after a five-day frenzy of heavy trading. The Great Depression followed. (AP Photo/File)]


Si ya la gran inflación de 1923-1924 afectó seriamente a la seguridad y la confianza de los ciudadanos en sus instituciones democráticas y liberales, la depresión sin fin provocada por el Crack del 29 había sido el hecho determinante que echó a la población alemana a los brazos de Adolf Hitler. En septiembre de 1930, el Partido Nazi pasó de conseguir el 2.5% de los votos a lograr el 18.3%. En las elecciones de 1932, consiguieron alzarse con el 37% de los votos. Como consecuencia, el parlamento alemán (el Reichstag) quedó impotente y solo obtuvo una mayoría más, la de la votación para aprobar su disolución. Al final, Hitler había sabido aprovechar perfectamente el contexto nacional e internacional para despertar en los ciudadanos el resentimiento, la intolerancia, la arrogancia y el sentimiento de superioridad racial.


La política de apaciguamiento

El 30 de enero de 1933, por un acuerdo con los conservadores, Hitler fue nombrado canciller y no tardó en ponerse manos a la obra para no tener ningún tipo de oposición. Pronto, el sistema judicial, los tribunales, las universidades, el estado mayor, el cuerpo de oficiales del ejército y la prensa se sometieron a los dictados del nuevo régimen. Y todo esto con el respaldo ciudadano y sin que los demás partidos políticos pudieran hacer nada para evitarlo. La izquierda alemana, dividida entre el comunismo y la socialdemocracia, no supuso nunca una amenaza real, y a la derecha conservadora tradicional no fue difícil arrinconarla.




Mientras tanto, los gobiernos británico y francés, plenamente conscientes de su debilidad, decidieron iniciar una política de apaciguamiento con la Alemania de Hitler destinada a evitar una nueva guerra que no podían permitirse ni a nivel económico ni a nivel militar. Desde el punto de vista de estas potencias, en un nuevo conflicto había mucho que perder y poco que ganar, así que la solución más lógica pasaba con negociar con la Alemania nazi para mantener una débil situación de paz.

Hitler era consciente de esta situación, por lo que, en cuanto logró consolidar su poder a golpe de decretos y encarcelamientos en masa, se centró en acabar con las limitaciones impuestas por el tratado de Versalles. De esta manera, en 1933 Alemania abandonó la Sociedad de Naciones y en 1935 reinstauró el servicio militar obligatorio. Ese mismo año, los británicos aceptaron que Alemania acrecentara su poder naval y aéreo con la Luftwaffe, y no hicieron nada ante los decretos de Nuremberg, que establecieron por ley el antisemitismo. Violando abiertamente lo pactado en Versalles, en marzo de 1936 tropas alemanas ocuparon Renania, una región industrial fronteriza con Francia que había permanecido desmilitarizada desde 1918. Asimismo, apoyaron abiertamente al bando franquista en la guerra civil española (1936-1939), se anexionaron Austria (marzo de 1938), e invadieron la región checoslovaca de los Sudetes (octubre de 1938).



[Auch Innsbruck atmete nach fünfjähriger Unterdrückung befreit auf. Im Laufe des Sonnabenvormittags wurde in Innsbruck bekannt, dass die deutschen Soldaten einmarschieren würden. Im Nu waren die Strassen mit begeisterten Menschenmassen angefüllt, um den Tag der Freiheit und Freude zu feiern. UBz die freudig erregte Menschenmenge in der Maria-Theresiastrasse in Innsbruck. 13.3.1938 [Herausgabedatum] Scherl Bilderdienst, Berlin]


Los líderes políticos franceses y británicos no se quitaron la venda que les cegaba por lo menos hasta marzo de 1939, cuando las tropas alemanas ocuparon Praga, la capital checoslovaca. Una vez que éstos dejaron de dar concesiones a los nazis, Hitler movió ficha rápidamente. El 22 de mayo de 1939 firmó con Benito Mussolini el Pacto de Acero, y el 23 de agosto se firmaba un pacto de colaboración con la Rusia soviética de Stalin. Previamente, en noviembre de 1936, Hitler había establecido un pacto con los japoneses, que en los últimos años habían invadido la región china de Manchuria, la isla de Taiwan y la península de Corea.

Empleando a la gente en la reindustrialización militar del país y expulsando o encarcelando a todos los sujetos indeseables para el régimen, Hitler consiguió el pleno empleo en 1936. Con los datos económicos por un lado y la pasividad de las potencias occidentales ante la violación de lo pactado en Versalles por el otro, la popularidad de Hitler se disparó por las nubes. La mayoría de alemanes lo habían pasado tan mal en los últimos años que estaban dispuestos a renunciar a parte de su libertad y su humanidad para que la prosperidad por fin llegara a su país. La Segunda Guerra Mundial ya era inevitable.



[Des Führers Triumphfahrt durch das jubelnde Wien. Die Ankunft des Führers in Wien am Montagnachmittag gestaltete sich zu einem triumphalen Einzug, wie ihn wohl noch kein Staatsmann erlebte. Hunderttausende umsäumten viele Stunden vor der Ankunft der Wagenkolonne des Führers die Strassen und ihre Jubelrufe klangen dem Einiger aller Deutschen wie ein Orkan entgegen. 15.3.1938 [Herausgabedatum] Scherl Bilderdienst, Berlin]

________________________

Bibliografía

BEEVOR, A. (2012): La Segunda Guerra Mundial. Barcelona: Pasado y Presente.

HERNÁNDEZ, J. (2006): Breve historia de la Segunda Guerra Mundial. Madrid: Nowtilus.

HOBSBAWM, E. (1995): Historia del siglo XX (1914-1991). Barcelona: Crítica.

STONE, N. (2013): Breve historia de la Segunda Guerra Mundial. Barcelona: Ariel.

___________________

FUENTE: LA TROVA (TEXTO Y FOTOS) / http://www.latrovaweb.com/causas-de-la-segunda-guerra-mundial/

Edición Número 149, Girardot, Noviembre 25 de 2020

**

*










viernes, 23 de octubre de 2020

  Edición Número 146, Girardot, Octubre 23 de 2020:-1984, UNA PROFECÍA SOCIAL DE G. ORWELL




                                                           Edición Número 146 Girardot, Octubre 23 de 2020




 1984, una profecía social de George Orwell


Por José Luis Garcés González


 George Orwell

1984, la novela de George Orwell, ya no es ficción, ni imaginación, ni fantasía. Hace rato dejó de serlo. Publicada en 1949, y titulada con un año que a la sazón podría parecer inalcanzable (1984), ya es una <<realidad realizada>> que a muy pocos informados podrá sorprender. Como si hiciera una practicada concatenada, ya Orwell había publicado en 1943 Rebelión en la granja, en donde los animales, dirigidos por el cerdo Napoleón, protestan y se amotinan contra el señor Jones, dueño de esa propiedad, y demuelen en sus conversaciones la visión rosa de los hombres.

El tema de 1984 es nuestro padecimiento actual: ambición de poder, implantación totalitaria, control mental, restricción de la libertad, grabaciones telefónicas, correos intervenidos, cámaras ocultas, espías en el celular o en la televisión, insania social. El autor la ubica en una región que él llama Oceanía, que siempre se mantiene en guerra y siempre en forma pomposa anuncia su inevitable victoria.

El protagonista es Winston Smith, quien es funcionario del régimen como empleado en el Departamento de Archivos del Ministerio de la Verdad y soporta, además de la orfandad infantil, una úlcera varicosa en el tobillo derecho. Un día piensa que ya es inaguantable la represión oculta y pública, y se rebela contra el régimen del Hermano Mayor. Winston titubea, tiene miedo, pero se decide a llevar un Diario para consignar ese monólogo que revolotea dentro de su cabeza. Este es el comienzo de la novela cumbre de Orwell, que fue su último libro, su libro número trece.

George Orwell, nacido en Birmania en 1903, durante el protectorado inglés, cuando su padre era funcionario de la Corona, tuvo una vida agitada y pletórica de actividades materiales e intelectuales. Solo vivió 47 años, pero ejecutó tantas cosas como si hubiera consumido más de un siglo. Qué no fue. Estudiante de un colegio privilegiado -donde también estudió Aldous Huxley, autor de Un mundo feliz (Brave New World, 1932)-, policía del imperio inglés en Birmania, lavaplatos en Birmania, lavaplatos en París cuando no tenía dinero, librero de segunda en Londres, compañero de los hambrientos y desamparados durante la crisis de 1929, guerrillero en el bando republicano durante la guerra civil española, cronista y columnista de importantes  diarios ingleses, locutor de la BBC, y comentarista de libros. Toda su creación lo destacó como un clásico de la lengua inglesa y como un maestro para las nuevas generaciones de periodistas.




Como nadie sabe cuál es el destino de las obras que publica, 1984 fue utilizada por el macartismo norteamericano para hacer campaña anticomunista en USA y en el mundo, pero la intencionalidad de Orwell al escribirla no se ceñía a esas pretensiones. Él estaba profetizando y señalando las aberraciones a las que puede llegar el Estado totalitario, y esto no tiene exclusividad política. Lo hace exagerando, ironizando, burlando, imaginando; todo incluido en una escritura clara que nos conduce a lo que se ha llamado el placer del texto. Hay en la novela una doble matización: la que se produce al enunciar el discurso político, y la que se da al escoger el lenguaje para su denuncia. Orwell profesaba un socialismo democrático y se consideraba a la izquierda del partido laborista inglés. Nunca varió de opinión.

El Hermano Mayor es la estructura de poder que se gesta en 1984, paralela a la existencia del Partido Interior. Omnipotente, ese <<familiar>> lo ve todo, lo intuye todo, lo sabe todo, y lo que desea no es vigilarte sino protegerte. Es la idea que manejan todos los represores. Tienes que aceptar que haya una Policía del Pensamiento o que se practiquen  Dos minutos o una Semana del Odio. Y que el Estado se desarrolle con solo cuatro ministerios: el Ministerio de la Verdad (o Miniver), el Ministerio de la Paz (o Minipaz), el Ministerio de la Abundancia (o Minindancia) y el Ministerio del Amor (o Minimor).  Este sistema para completar la manipulación, se halla protegido por tres consignas centrales colocadas en la fachada del Ministerio de la Verdad: <<La guerra es la paz / La Libertad es la esclavitud / La ignorancia es la fuerza>>. Desde esas cretinadas, que son su verdad, desarrolla el Partido todo su corpus ideológico.

A este poder se le opone la Hermandad, un supuesto grupo de conspiradores contra el Hermano Mayor y su poder aplastante y absurdo, liderado por quien el Partido llama el Gran Traidor: Emmanuel Goldstein, autor de un hipotético libro de orientaciones contra el establecimiento del Partido Interior y toda su liturgia ilógica. Precisamente, una de las ceremonias para envenenar a los militantes son los Dos Minutos o la Semana del Odio, en los cuales deben participar todos los miembros. Allí gritan, insultan, se exasperan, se enloquecen, se llenan el alma del veneno necesario para seguir siendo serviles. Esa fábula de anticipación, como una vez la definiera Savater, tiene mucha relación con lo que ocurrió durante el plebiscito por la paz en Colombia, el brexit en Inglaterra, o con la elección de Trump como presidente de los Estados Unidos. He allí uno de los gérmenes de la impropiamente llamada posverdad. Que no es más que la manipulación y mentira descaradas.

El control que el Hermano Mayor ejerce sobre la sociedad es de tal magnitud que llega a crear el crimen mental, o <<crimental>>, pues al Estado no solo le interesa lo que haces o lo que digas sino también lo que piensas, imaginas o mentalizas. Y si te marginas de la obediencia o de la ortodoxia, o te rebelas contra ella, para castigarte está la Policía del Pensamiento.

El control de la libertad individual y de la práctica  social llega hasta el hecho de que hay máquinas para producir novelas y ninguna mujer del partido puede pintarse o maquillarse. Ningún hombre del partido puede tener relaciones extramatrimoniales o con prostitutas; si lo capturan lo condenan a cinco años de presidio, sino le anexan otros delitos. El partido proscribe el placer en el acto sexual. El matrimonio tiene que darse entre dos miembros de la organización, no sin antes ser autorizado por un comité especial luego de comprobar que entre los dos no existe atracción física ninguna. Y el control es tanto que nadie puede alejarse más de cien kilómetros de su lugar de residencia sino se le concede un visado.




La relación entre hombre y mujer tiene un fin concreto: traer hijos al mundo para que sean miembros del Partido. Pero la llamada Liga Juvenil Antisexo va más allá: pretende eliminar el contacto entre las parejas y propugnar por la inseminación artificial. Por ello pregona la abstinencia sexual total (<<aplazar el gustico>>, en palabras del señor de la guerra, para que la hagan otros, qué coincidencia). En términos sencillos: abogan por la liquidación absoluta del instinto sexual.

Frente a represión tan aplastante, nos dice la novela mediante Winston, solo queda <<la rebelión de la proles>> (el proletariado). Esa sería la única esperanza de derrotar el régimen policivo del Hermano Mayor. Pero hay una dificultad infranqueable: los proles carecen de conciencia. Orwell, sabio y contundente, escribe algo que puede parecer obvio pero que casi siempre se olvida:<<hasta que no tomen conciencia no se rebelarán, y sin rebelarse no podrán tomar conciencia>> (P. 80. 2016). Contradicción insoluble que se le puede aplicar a la sociedad colombiana.

Pero ante tan creciente pesadilla surge, plagado de clandestinidad y disimulo, el amor adúltero de Winston y Julia. A partir de esta sorpresiva contradicción, Orwell parece darle un giro más individual y más humano a la novela. Winston y Julia se aman en secreto, pero aben que algún día los van a capturar porque la vigilancia es implacable y ellos no creen en los postulados del Hermano Mayor. Mantienen su relación, primero en los bosques y luego en un cuartucho que alquilan para las citas amorosas. Pero estos encuentros tienen que hacerse tomando todas las precauciones posibles y fingiendo en el mundo exterior que no se conocen. A ambos los unen dos cosas: el odio hacia el Hermano Mayor y los sentimientos que mutuamente se profesan.

También a Winston y Julia les repugna que hubiese una Brigada para la Reescritura buscando modificar el pasado, y que los acosaran en todas partes las telepantallas que observan el mínimo movimiento, que los niños sirvieran de espías o pidieran entusiasmados que los llevaran a ver las ejecuciones de los prisioneros de guerra, y tantos otros atropellos que ordenaba la cara la cara ancha, el bigote negro y los ojos perseguidores del Hermano Mayor.

La realidad les ha enseñado que  todo o del Hermano Mayor es una falacia. Su ideario podía ir contra la justicia, la ciencia, la lógica, la verdad, pero había que aceptarlo para mantenerse libre o permanecer vivo. No hay duda de que Orwell profetizó a Trump cuando este niega las consecuencias del cambio climático o hace acusaciones sin mostrar el más leve fundamento.

Winston y Julia son apresados en el cuartico donde se encontraban y copulaban. Los separan y torturan. Ellos habían convenido en que ninguno delataría al otro. Pero ante tan inaguantables sufrimientos, la delación no era acusar de delitos reales o supuestos a la otra persona, sino mantener la fidelidad de los sentimientos. Frente a las atrocidades, seguir queriéndose.

Sabiendo el torturador O’Brien (quien los engañó haciéndoles creer que era su copartidario) que Winston le tenía pavor a las ratas, lo acosó con una jaula llena de estos enromes roedores para que, maniatado como estaba, le devoraran el rostro. Cuando el gritó todo descompuesto y en la máxima desesperación dijo que eso se lo hicieran a Julia, le trocaron el castigo.

Cuando O’Brien lo interroga, quiere demostrarle al reo, en pose filosófica, que él, Winston Smith, era el último humano, y que lo que el Partido Interior, o Hermano Mayor, buscaba no era destrozar el cuerpo del culpable sino dominar su espíritu. <<Lo segundo que debes entender es que el poder se ejerce sobre las personas. Sobre el cuerpo, pero, ante todo, sobre el espíritu. El poder sobre la materia, o la realidad externa, como la llamarías tú, carece de importancia… Controlamos la materia porque controlamos la mente. La realidad está en el interior del cráneo>> (Pp. 279-280). Orwell, aquí, se anticipó a las hipótesis del doctor Llinás sobre la existencia de lo objetivo.

No se sabe si los jefes de las dictaduras de los años ochenta en el cono sur leyeron esta novela, pero hay que aceptar que sus horrores superaron las atrocidades que se imaginó Orwell en 1984, pero después de todas las implacables sesiones de humillación y de ultraje, Winston y Julia retornan a la sociedad. Física y mentalmente diferentes. Ya no cometerían el <<crimental>>. Cuando en un día de marzo de mal tiempo se encuentran por casualidad,  se reconocen, pero ningún sentimiento se alberga entre los dos. Winston camina unos minutos al lado de ella, pero percibe que nada sienten entre sí. Les han modificado el espíritu. Son incapaces de amar.

El Hermano Mayor se ha impuesto. El lenguaje, el pensamiento, los valores individuales, los enunciados de la ciencia y de la lógica, todo lo ha transformado a su antojo. Winston, ya modificado, seguirá con su rutina yendo al Café Castaño a que le sirvan en abundancia su habitual ginebra de la Victoria y de pronto a practicar el mate en dos jugadas de ajedrez, empezando siempre con las blancas. Había luchado, pero había sido vencido, hasta en el amor.

Esta no es una novela solo de anticipación. Sino de advertencia y, aunque suene anacrónico, de denuncia. Y, quizás, una áspera profecía que en el mundo de hoy pretende convertirse en una oscura realidad. Ella es un inmenso aporte de Orwell; y una dura llamada de atención para nosotros.

________________

*LATITUD / LA REVISTA DOMINICAL DE EL HERALDO / 23.07.2017 / BARRANQUILLA / REVISTA # 1752. TEXTO Y FOTOS.

Edición Número 146, Girardot, Octubre 23 de 2020

**

*