miércoles, 7 de agosto de 2019

Edición Número 96, Girardot, Agosto 7 de 2019:- LA BATALLA FINAL: LA INDEPENDENCIA  COLOMBIANA SE CONSOLIDA: 1819 -7 DE AGOSTO- 2019




                                                            Edición Número 96 Girardot, Agosto 7  de 2019



VENTAQUEMADA
AGOSTO 7 DE 1819


POR HÉCTOR MUÑOZ


SIMÓN BOLÍVAR. HISTORIA PATRIA ILUSTRADA.
SILVESTRE DEL CAMPO


EL EJÉRCITO DE BOLÍVAR CORTÓ EL PASO A LOS REALISTAS EN EL PUNTO DE CASA DE TEJA Y GANÓ EN CORTO TIEMPO OTRA BATALLA. CON ESTA VICTORIA, LOS PATRIOTAS LOGRAN EL DERRUMBAMIENTO DEL PODERÍO ESPAÑOL, ASEGURAN LA INDEPENDENCIA DE NUEVA GRANADA Y CULMINAN CON EXTRAORDINARIO ÉXITO LA DIFÍCIL Y LARGA CAMPAÑA LIBERTADORA.

El general Anzoátegui fue el jefe más destacado en el combate de esta tarde, pues fue quien con dos batallones y un escuadrón de caballería, atacó y rindió el cuerpo principal del enemigo.

El jefe de la división realista, coronel José María Barreiro, fue hecho prisionero por un joven soldado de la provincia de Tunja.

Los patriotas sorprendieron a los realistas que, en marcha hacia Santafé,  se habían detenido a descansar en las cercanías de un pequeño puente, bajo el cual corre un río de escaso caudal.


TOQUE DE CORNETAS
Al despuntar la aurora, con extrañeza de muchos, se oyó en Tunja el toque anunciando marcha. Fueron saliendo, con escaso intervalo, todos los cuerpos a la plaza mayor, y allí tomaron el desayuno, tanto los soldados como oficiales y jefes.

Escuchó el señor Mariño el primer toque de corneta y muy sorprendido fue a verse con el general Bolívar. Después del saludo, le dijo el Libertador:

“Sabrá Mariño, que estamos en marcha”.

“Si, excelentísimo señor, le contestó Ya oí el primer toque”.

“Sí, marchamos porque los enemigos no nos atacan, se van para Bogotá, y es preciso alcanzarlos y batirlos, porque si ellos se meten a Santafé, nada habríamos adelantado con el gran triunfo de Vargas”.


SOUBLETTE. HISTORIA PATRIA ILUSTRADA.
SILVESTRE DEL CAMPO


“¿Entonces su excelencia determina atacarlos hoy”?

“Por supuesto, hoy mismo; y di la orden de municionar el ejército, y que los regimientos alisten sus mejores bestias”.

“Pero no viniéndose por aquí, ¿se irán por Chiquinquirá o por Boyacá?”

“¿Cómo? ¿Hay, pues, dos caminos? preguntó Bolívar.

“Sí, excelentísimo señor; pero se separan en el Llano de Sora, y se puede ver el que sigan los realistas desde el Alto de San Lázaro”.

“Sí. Pues vamos a verlos, porque ya deben estar en camino; vaya aliste su caballo”.

A los quince minutos, el general, el señor Mariño y otros oficiales empezaron a subir la loma, de unas doce cuadras, sobre cuya cima hay una ermita. Los conquistadores dieron a este lugar el nombre de “Alto de lo Ahorcados”.

Al llegar a la ermita alcanzaron a ver que efectivamente todas las de Barreiro se hallaban en movimiento y que la vanguardia entraba al Llano de Sora.

Se desmontaron, Bolívar tomó el anteojo, y el general Soublette y demás miembros del Estado Mayor seguían a la simple vista la marcha de los realistas.

Cuando los enemigos de adelante llegaron al sitio donde se bifurca el camino se detuvieron unos momentos, y luego tomaron el de la izquierda, y así lo notaron todos los observadores. El Libertador preguntó:

- ¿Dónde se reúne ese camino con el que sale de Tunja?

“En el puente de Boyacá”, le contestaron.

- ¿Y no hay otro camino que puedan seguir?

“No, señor”, le respondieron.

Entonces, ya como a las nueve de la mañana, llamó al coronel Manrique y le dijo: “Vaya usted pronto, y diga a los generales Santander y Anzoátegui que hagan marchar el Ejército en muy buen orden por la vía de Bogotá, y prevenido para combatir. Recalque esto, prevenido para combatir”. Bolívar siguió observando al ejército realista hasta que este se ocultó enteramente en las sinuosidades del camino, y al volver a montar les dijo a los compañeros:

“Vamos a ver qué sucede hoy”.

Bajaron a la ciudad, almorzaron rápidamente y salieron por el camino de Bogotá en alcance de las tropas que iban ligero con Santander y Anzoátegui.


HISTORIA PATRIA ILUSTRADA.
SILVESTRE DEL CAMPO



COMO ES EL CAMPO
El campo donde hoy se combatió está formado por un angosto y pequeño valle que se extiende de occidente a oriente, siguiendo el curso del río Teatinos o de Boyacá; de sur a norte tiene unos cinco kilómetros. El río, aunque pequeño, no da paso sino por muy pocos sitios, porque en sus orillas el terreno se inclina casi perpendicularmente, y las riberas, revestidas de matorrales, son como acantilados.

El terreno de la parte norte presenta una planicie en suave pendiente, con ondulaciones que van alzándose hasta terminar en una crestería, por uno de cuyos contrafuertes llega el camino que viene de Tunja, el cual baja a la explanada donde está la Casa de Teja. Por el pie de la crestería llega al frente de la Casa el camino de Samacá, por donde pasó el ejército realista a dos cuadras de distancia y en una de las hondonadas que forma el cauce del río está situado el puente, de unos cinco metros de luz, y de dos solamente de anchura.

La parte sur es de configuración bastante diferente. Unas cuchillas o ramificaciones del gran nudo del Gachaneca, limitan por occidente el terreno; del pie de aquella van extendiéndose hacia el oriente unas lomas de suaves líneas, y casi todas cubiertas de cultivos, que van deprimiéndose al acercarse a la hondonada del puente y forman en sus inmediaciones varias pequeñas cañadas. Las orillas del río por este lado son mucho más altas y escarpadas que las del norte. Un riachuelo que corre más al sur, forma una depresión en el terreno, de manera que estas lomas donde se situó todo el ejército de Barreiro, vienen a formar como un valle en relación con los demás del campo.


PRIMER ENCUENTRO
A las dos de la tarde, los Guías de Casanare, que iban de descubierta a órdenes del capitán Ibarra, avanzaban por entre la niebla hacia la casa de Teja cuando fueron atacados por la segunda compañía del batallón 2° de Numancia que comandaba el coronel Tolrá, y se preparaba para almorzar.

Algunos patriotas volvieron grupas hacia el Boquerón a dar aviso a toda la tropa. El coronel Jiménez con su batallón Tambo, creyó que el escuadrón republicano era apenas de observación o que había sido destinado simplemente a inquietar la marcha, y se contentó con mandar una compañía a alejarlos del camino. Pero con sobresalto los realistas vieron que al llegar la compañía al boquerón volvió caras y a carrera llegó a incorporase con el batallón, seguida por los Guías y la mayor parte del Cazadores, que bajaron velozmente por el camino.

Al instante, los realistas se adelantaron a rechazar el batallón, que había desplegado por la falda una compañía en guerrilla.  Un abaleo nutridísimo se comenzó de parte y parte, e iban ya a acometerse a bayoneta, cuando el batallón de Línea se presentó en formación de batalla, maniobrando hábilmente para envolver por completo a Jiménez, este paró el golpe parapetándose en la Casa de Teja y corrales adyacentes, desde donde desató un violento fuego de fusilería sobre la división granadina.

Santander se dio cuenta que con un golpe de audacia podía conjurarse el peligro en que hallaban los soldados, peleando casi todos a pecho descubierto, y ordenó dar un salto sobre la posición enemiga. Al efecto, por los flancos oriental y occidental se arrojaron las compañías sobre las trincheras, matando al pie de ellas a varios de sus bravos defensores y amenazando eliminar en un instante el magnífico batallón de Barreiro. Considerando que este no los reforzaba, juzgaron con acierto que el sitio en donde estaban no era el mejor para el combate, y procedieron a abandonar la casa, y en precipitada carrera pasaron el puente y fueron a tomar posiciones mucho más ventajosas y seguras en el lado sur del río.

Mientras se realizaba este choque entre las vanguardias, las operaciones se desarrollaban rápidamente en el resto del campo.

Tan pronto como sonaron los primeros tiros, la división de retaguardia aceleró el paso, pero en vista de la posición de Barreiro, en vez de seguir por el camino principal tomó a la derecha y fue presentado sus cuerpos sobre las alturas que dominan el camino de Samacá. Cuando el realista se vio en tal aprieto y se convenció de que la artillería y el Tambo habían tomado posiciones muy ventajosas en el lado sur del río en vez de esperar la arremetida de los patriotas separados de la vanguardia, retrocedió con velocidad, pasó el río, como a una milla del occidente del puente, desplegó un batallón en toda aquella cañada para detener a Anzoátegui, y con el 1° de Numancia y el Rey junto con la caballería fue a situarse en la altura que domina mejor el campo.

En ese momento llegó el general Bolívar al terreno de batalla; se dio cuenta inmediatamente de las ventajas que había para los republicanos; y tomó todas las precauciones para que fueran debidamente aprovechadas y destruir completamente al enemigo.

Los realistas ocupaban un terreno homogéneo, y no podían materialmente darse la mano sus varios cuerpos para repeler un ataque o acentuar una ofensiva. La distribución que Bolívar hizo de sus fuerzas le permitió conseguir todas las ventajas. Estableció sus líneas como una gran tenaza, cuyo eje situó sobre unas eminencias que hacían frente al cuerpo enemigo principal, ordenó construir pronto unas defensas de césped, y estableció allí la reserva, compuesta de los recién organizados batallones Tunja y Socorro, bajo las órdenes de José Gabriel Lugo, Félix Soler y Fermín Vargas; el ala izquierda quedó constituida por el Cazadores y los Guías, sobre el puente y el 1° de Línea, intermedio entre aquellos y la reserva. El ala derecha vino a quedar propiamente separada de la reserva por el río, y por eso se destinó a ella toda la división de retaguardia, porque había de ir por el flanco occidental a romper el cuerpo principal de los listas.

Numancia se presentó en la línea de la batalla, para resistir mejor a la caballería; detrás estaba el Rey; a la derecha, hacia el lado que mira al río, se colocaron los Granaderos de a caballo con Víctor Sierra y Juan Esteban, y a la izquierda los Dragones de Granada con Francisco González, en posición de poder envolver y desplazar la primera columna patriota que se acercara lo suficiente.

Estas eran las posiciones de patriotas y realistas a las tres de la tarde. Con la mirada clavada en el enemigo, estaban también los republicanos Andrés Ibarra, Joaquín París, Antonio Obando, Santiago Bejar, Arturo Sanders, John Mackintosh –de la Legión Británica-, Ambrosio Plaza, Cruz Carrillo, Juan José Rondón, Juan Mellao, Santander y Anzoátegui, quienes se movían constantemente a lo largo del trayecto ocupado por los cuerpos de su mando.

El general Bolívar, presente en todos los puntos de acción, seguía dando órdenes precisas para hacer brillar el valor de las tropas, el esfuerzo de jefes y oficiales y ponerlos al borde del triunfo.


HISTORIA PATRIA ILUSTRADA.
SILVESTRE DEL CAMPO



COMIENZA LO MAS SANGRIENTO
Comenzó a las tres de la tarde lo más fuerte y violento de la batalla. El 3° de Numancia intentó en la cabaña impedir el paso del río a la división de Anzoátegui, pero el batallón Rifles y una compañía inglesa se lanzaron con ímpetu y lo hicieron replegar hasta incorporarse a los otros dos batallones. En ese momento la infantería realista desató un fuego vivísimo sobre los republicanos que lo contestaron con brío. Los batallones Barcelona y Bravos de Páez, acercándose y alejándose alternativamente por el frente enemigo, mantenían a este en jaque, sin permitirle otras operaciones que las de una estricta ofensiva. Mujica e Infante esperaban con impaciencia la orden de entrar en acción.

A la izquierda tampoco se descansaba. El coronel Jiménez mandó un pelotón acortar el puente, pero los tiradores del comandante París los rechazaron duramente; varias veces hicieron los Cazadores el intento de ganar el puente, y otras tantas tuvieron que retroceder sufrir pérdidas importantes, como la del capellán Fray Miguel Díaz y el teniente Nicolás Pérez.

El general Santander, impaciente por cruzar el río y dar una carga decisiva, tomó informes sobre si habría otro paso de la corriente por allí cerca, y el señor José María Ruiz le avisó que un poco más abajo, por el sitio llamado El Bebedero, podía cómodamente cruzar la gente que lo deseara. Santander mandó que la mayor parte de los Guías y el escuadrón de Rondón, ocultando cuidadosamente su marcha al enemigo, pasaran el río, y fueran a dar una carga por la espalda al Tambo y la Artillería. Guiados por Ruiz y Prieto -diligentes servidores civiles que actuaban como prácticos- dieron los dos escuadrones el rodeo que convenía, pasando por detrás de unas colinas; al instante que dieron la señal de la acometida, toda la división de vanguardia se precipitó al puente para aprovechar la sorpresa y para impedir que sacrificara a los jinetes, que iban en número de cien.

Santander había prometido un ascenso de tres grados al primero que pasara el puente. Algunos quisieron ganar esta recompensa, y el sargento de caballería Salvador Salcedo, se arrojó sobre los soldados enemigos que estaban más cerca. Tras de Salcedo se fueron otros y otros y en poco término se hallaron en las filas realistas haciendo estragos con sus lanzas. Siguiendo a los jinetes pasó el Cazadores que sin detenerse a apoyar a los guías, avanzó apresuradamente hasta darse la mano con la caballería, comprometida en reñidísimo combate, al que contribuyó cargando a la bayoneta. El batallón de Línea comenzó a barrer, con un movimiento envolvente, todas las columnas enemigas y así sucedió que la batalla comenzara a decidirse por donde había empezado.

Al notar Barreiro que la artillería callaba, señal de que había perdido la posición, trató de acercarse al puente para apoyarse mutuamente. Pero Anzoátegui, que estaba alerta, al darse cuenta que empezaban a replegar, ordenó una tremenda carga general. Cuando Sierra conoció que se iba a repetir la escena del Pantano de Vargas -cuando atacaron los catorce llaneros y Rondón-, en vez de cumplir con su deber se azoró y aprovechando el portillo que había quedado entre Anzoátegui y la reserva se escapó por aquel lado, siguiendo el ejemplo el propio jefe de Estado Mayor divisionario, el jefe del 3° de Numancia, Juan Loño y Juan Esteban Díaz. Un grueso grupo de gente realista huyó con ellos; muchos fueron cogidos prisioneros en momentos en que se escapaban por la ruta de Samacá. 

Viendo el Libertador que se acentuaba el derrumbamiento  de toda la división realista, ordenó que la reserva entrara en acción en apoyo de la retaguardia, y que esta alargara el paso para ir a encontrase en el camino de Bogotá con la caballería de la vanguardia patriota. El acometimiento vigoroso, irresistible de los batallones de Anzoátegui sobre el 1° de Numancia y el del Rey, desordenó la  formación de estos, pero Barreiro lo guiaba y animaba con firmeza y valor, de manera que al ocupar, retrocediendo, la altura que casi  los unía con su vanguardia empezaron nueva lucha con heroísmo. Pero en ese instante la caballería de retaguardia se lanzó como un huracán sobre los Dragones de Granada que al poco rato quedaron deshechos; en aquel remolino de gentes que se acuchillan sin piedad, murió el valiente realista Juan Tolrá y cayó mortalmente herido el padre N. Galindo, capellán de la división realista; Juan Salazar y Atanasio Corchero, jefes de la artillería realista quedaron tendidos cerca de los cañones.

En el último momento del combate, Francisco González y Nicolás López se abrieron paso por entre las filas triunfadoras de varios de sus subalternos y corrieron velozmente, escapándose.


MUERTOS Y HERIDOS
La acción fue de una rapidez desconcertante. A las cuatro y media de la tarde, la victoria espléndida venía a coronar a los jefes y soldados que con valor y constancia sin igual habían desafiado tantos peligros y contratiempos.

Cuando estuvo asegurado el triunfo, algunos oficiales, presas de honda emoción, no pudieron contener las lágrimas.

Hubo trece muertos y cincuenta y tres heridos de los patriotas, y cerca de cincuenta muertos de los realistas. La mayor parte de las tropas enemigas, fue hecha prisionera.
Ganada otra batalla. Este ha sido el glorioso desenlace de la penosa campaña emprendida hace setenta y dos días en la lejana aldea de Setenta, sobre el río Apure.


PRISIONERO BARREIRO
Los jefes españoles Barreiro y Jiménez miraban con estupor que los patriotas los acosaban y rodeaban. El segundo se entregó prisionero con los gloriosos restos del Tambo, pero el primero prefirió ocultarse entre unos matorrales, sin duda con la esperanza de escaparse al amparo de las tinieblas de la noche.

Decidida ya la gran batalla, como a las cinco de la tarde, Pedro Pascasio Martínez –el indiecito de Cerinza- y el negro José, otro de los ordenanzas, notaron que dos oficiales españoles estaban ocultos entre los barrancos y unas matas,  cerca al camino de Bogotá.

Se dirigieron a ellos armados, el negro de un fusil y Martínez de una lanza. Y como los dos oficiales españoles intentaron defenderse con sus espadas, el uno fue muerto por José, y Martínez acosó al otro, quien pudo escapar de los terribles lanzazos, gracias a la coraza con que resguardaba su pecho, pero fue ligeramente herido en la garganta.

Viéndose ya perdido, le ofreció a Pedro Pascasio en cambio de su libertad la faja de onzas que tenía al cinto, que el ordenanza apenas conoce y cuyo valor total noalcanzó a vislumbrar.

“Yo soy el general Barreiro; toma y suéltame”.

“Siga adelante, le ordenó Martínez; si no, lo arreamos”, añadió enristrándole la lanza.
Momentos después al llegar a Casa de Teja, se presentaron Martínez y José al Libertador, quien los recibió severamente.

-¿Por qué no estaban aquí a recibir “El Muchacho”? (que así se llama el caballo guajiro que hoy montó Bolívar). “¿En dónde, qué estaban haciendo?”.

-Mi general, coger a un traidó, güen prisionero, contestó Martínez, presentándolo.

Los dos generales se miraron.

-¿Quién es usted?, preguntó Bolívar.

El jefe realista sin agachar la cabeza, mirando al Libertador fijamente, le contestó:
“Soy el general Barreiro”.

Estaba presente Salvador Salcedo, quien fue el primer patriota en pasar el puente en persecución del enemigo, y por lo cual Bolívar lo hizo capitán sobre el campo de batalla. Exaltado todavía, Salcedo quiso alancear a Barreiro, pero Bolívar lo impidió con un grito y le dio la orden para que se colocara a la cabeza de muchísimos prisioneros, y pidió que fuera tratado con toda consideración.

Cuando esto pasó, Bolívar le dijo a su ordenanza Pascasio: “Muy bien sargento Martínez; tendrá usted cien pesos de gratificación”.

El muchacho no supo qué significaba aquello y se quedó campante e impávido.


DIARIO DE LA INDEPENDENCIA.
HÉCTOR MUÑOZ


PARA SAMACÁ
Cuando por el vencimiento de la vanguardia realista y último acometimiento de Anzoátegui sobre la  retaguardia, vio este que por los lados de Samacá se escapaban numerosos enemigos, envió en su persecución a Mellao, quien voló con sus Carabineros a cumplir la orden. Como ya bastantes jinetes se habían adelantado, sucedió que en uno de los pasos en el alto de Pijaos, los que iban adelante destruyeron un puente, y un buen grupo de realistas estaba detenido por tal motivo. Llegaron los de Mellao y al punto se acometieron a lanzadas, pero con tal ardentía, que no se admitió rendición a ninguno.

Todavía continuó la persecución hasta Samacá y en aquel trayecto alcanzaron a coger más de cuarenta prisioneros, que engrosaron el crecido número que había quedado en el campo de la batalla. Al regreso, en el mismo puente, los vencedores preguntaron cuántos de los prisioneros eran españoles europeos, y contestaron que cuatro, en el acto fueron muertos. Y los demás los presentaron vivos.


HACIA VENTAQUEMADA
Como la división de vanguardia fue la que primero terminó su gloriosa tarea en la Casa de Teja, dispuso el Libertador que continuara la marcha para ir a pernoctar a Ventaquemada, con el fin de coger algunos de los muchos realistas que habían tomado el camino de Bogotá. Unos cayeron en manos de los Guías y los demás escaparon porque vino la noche.

Después se entretuvo todavía el Libertador un momento en darle al general Anzoátegui varias instrucciones sobre la manera de establecer el campamento en la Casa de la Teja y terrenos adyacentes, para que los numerosos prisioneros no fueran a fugarse. El general Soublette dispuso que Juan Carvajal con sus jinetes salieran a escoltar a Bolívar en la marcha, y mientras montaban casi todos los del Estado Mayor, le decía el Libertador al señor Mariño:

“Vea usted que el éxito de la jornada de hoy ha sido más pronto y mayor que lo que yo esperaba”. Bolívar y sus acompañantes llegaron a Ventaquemada a las ocho de la noche.


POR CHIQUINQUIRA
Esta misma tarde, sobre el puente Samacá, yendo perseguidos por un escuadrón de patriotas, se unieron al teniente coronel Juan Loño comandante del 3° de Numancia, Esteban Díaz, de los Dragones, y varios oficiales y soldados, con el jefe del Estado Mayor coronel Sebastián Díaz. Se hizo cargo del mando de esta tropa realista, Juan Loño.

En vista de que todos los caminos de la izquierda  estaban tomados por los patriotas, los realistas tuvieron que dirigirse por la derecha, y se sabe que tomaron la vía a Chiquinquirá.
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*DIARIO DE LA INDEPENDENCIA / CAMPAÑA BOYACÁ / HÉCTOR MUÑOZ / LIBRO EDITADO POR LA LOTERÍA DE BOYACÁ / COORDINACIÓN: P. V. G. PUBLICIDAD / IMPRESIÓN: OP GRÁFICAS LTDA. / BOGOTÁ, SEPT. / 79
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N. DEL A.: EL 7 DE AGOSTO DE 2019, COLOMBIA COMPLETARÁ 200 AÑOS DE EMANCIPACIÓN. LA CAMPAÑA BOYACÁ, DENTRO DEL TEXTO DIARIO DE LA INDEPENDENCIA, QUE EN SU MOMENTO TUVO UNA EXTRAORDINARIA ACOGIDA, HA HECHO MERECEDOR A SU AUTOR DE ETERNA Y AGRADECIDA PRESENCIA EN ESCUELAS, COLEGIOS Y UNIVERSIDADES


Edición Número 96, Girardot, Agosto 7 de 2019

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