viernes, 21 de mayo de 2021

 Edición Número 162, Girardot, Mayo 21 de 2021:-20 DE JULIO DE 1810: REFERENTE OBLIGADO



                                                           Edición Número 162 Girardot, Mayo 21 de 2021

20 DE JULIO DE 1810: REFERENTE OBLIGADO Y CONMEMORACIÓN LEGÍTIMA*

 

POR SANTIAGO DÍAZ PIEDRAHITA**

 

* Lectura presentada durante el seminario Bicentenario de la Independencia ¿Qué celebrar?

Evento realizado el 5 de abril de 2006 con la colaboración de la Universidad de los Andes y la

Asociación Colombiana de Historiadores.

** Presidente de la Academia Colombiana de Historia en 2006.

 


Firmantes del Acta del 20 de julio de 1810 en Santafé de Bogotá. Crédito: D.R.A.



1810 – BICENTENARIO – 2010

BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES – VOL. XCIII No. 833 – JUNIO 2006

 

La rebelión del 20 de julio de 1810 no fue un movimiento violento. Sus promotores eran miembros de una élite minoritaria que por su formación académica pueden ser considerados como miembros del selecto grupo de los ilustrados. Con el fin de contar con el apoyo del pueblo, el movimiento fue programado para un viernes, día habitual de mercado en Santafé. El pueblo, hábilmente conducido a través de arengas, asumió un papel de importancia apoyando vehementemente la solicitud de cabildo abierto. A pesar de tal apoyo, el acta de independencia no fue firmada por ningún líder popular, pues no los había, sino por profesores universitarios, abogados, sacerdotes, cabildantes, empleados públicos, hombres de letras y comerciantes. Logrado el retiro del virrey, se requería dar nueva organización al estado y afianzar la soberanía con el apoyo de toda la población. A ello responden entre otras  medidas, la publicación de La Constitución Feliz y del Diario Político y Mi- litar. En esta forma el pueblo, tanto el de la capital y de sus alrededores, como de las distintas provincias fue tomando conciencia de los hechos y se hizo partícipe de la Independencia absoluta; por ello y desde un comienzo, la conmemoración del 20 de julio, al lado de los actos oficiales, ha contado con amplia participación popular.

El periodo comprendido entre 1810 y 1816 se caracterizó, entre otras  cosas, por la inestabilidad política generada por las diferencias entre los partidarios de un gobierno de tipo centralista y entre quienes preferían el modelo federalista, con las consecuentes contiendas civiles, cuyos bandos eran apoyados en su orden por los comerciantes y por los terratenientes. Se sucedieron varios gobiernos provisionales y se implantaron nuevas constituciones pero la situación no resultaba propicia para organizar cualquier tipo de celebración. A partir de 1816 y como consecuencia de la reconquista española resultaba imposible pensar en ello.

Un primer tipo de ceremonia oficial cuyo objeto, aparte de simbolizar la autonomía, era el de afianzar el gobierno, fue el acto de plantar el “Árbol de la Libertad”, imitando así una costumbre propia de la Revolución Francesa.

No obstante, la iniciativa de sembrar tal árbol surgió en forma clandestina y  como un hecho cumplido, cuando el 2 de febrero de 1813 amaneció sembrado en el centro de la Plaza Mayor un “Árbol de la Libertad”.

Al respecto vale recordar el siguiente boletín:

Habiendo amanecido hoy en esta ciudad plantado el árbol de la libertad en la plaza mayor, el gobierno que está establecido para sostenerla y defenderla hasta el último extremo, ha sentido que esta demostración se haya hecho clandestinamente, lo que parece da a entender, o que no es muy legítima o que el gobierno se opondría a ella. La acción más justa y honrada degenera en torpe, o al menos se vuelve sospechosa cuando lleva el carácter de la clandestinidad, y en unos tiempos de división y de fermento como los presentes, nada es más perjudicial que las novedades repentinas a que no está preparado el bajo pueblo, que siempre da interpretaciones siniestras a las cosas cuyo significado ignora. (*1)

.Por ello el Gobierno dispuso que tal árbol se plantase con toda solemnidad y en forma oficial en la Plazoleta de San Victorino; para ello eligió, por un lejano simbolismo, el segundo día de la Pascua de Resurrección, que en 1813 cayó el 29 de abril; se escogió por su verdor y frondosidad un árbol de arrayán ya desarrollado.

El cronista José María Caballero en su Diario de la Independencia (*2) describe la ceremonia que antecedió a la plantación del “árbol de la libertad”.

Según su relato, a las 3: 30 de la tarde, cuando se aplacó la lluvia, formaron las tropas que desfilaron seguidas de una comitiva de notables a caballo con las bestias enjaezadas ricamente. Desfilaron un sargento y ocho soldados de artillería montados a caballo seguido de cuatro batidores, dos porteros del cabildo, un escribano del cabildo eclesiástico, un violento (músico) y los miembros del cabildo. Luego de los notables desfiló la caballería. Las calles estaban adornadas y las casas recién blanqueadas. El árbol, adornado con tarjetas alusivas y coronado con un gorro frigio rojo, símbolo inequívoco de la libertad, estaba guardado en el Cabildo y al llegar el desfile fue sacado y plantado al lado de la pila de agua, en un triángulo de piedra preparado para el efecto. Encima se colocó un farol con imágenes de Jesús, de María y de la espada de la justicia. Al momento de la plantación se dispararon cuatro salvas de cañón.


DISCUSIÓN. 20 DE JULIO DE 1810. Crédito: D.R.A.

Producida la Independencia de Cundinamarca, en julio de 1813, se dio la ocasión para conmemorar el 20 de julio en su tercer aniversario. Como es sabido, en el santoral católico figuraba en esa fecha “Santa Librada” cuya imagen crucificada y con los ojos vueltos al cielo se convirtió en símbolo de la libertad. Esta santa, entonces tan significativa y hoy retirada del santoral católico, fue honrada entre otros por Antonio Nariño, Francisco de Paula Santander, Simón Bolívar y demás participantes en los movimientos de emancipación. El 20 de julio de 1813 se organizó misa solemne en la catedral con asistencia de los integrantes del Colegio Electoral. El capellán militar, fray Francisco Florido, pronunció un sermón alusivo, se cantó el Te Deum y los asistentes regresaron luego de la misa al recinto del Colegio; tras una exhortación de Nariño se hizo el juramento de la Independencia absoluta. El ritual terminó arrancando de las banderas militares las armas reales, que aún figuraban cosidas en ellas.

Entre 1814 y 1819 el país vivió momentos amargos que hacían imposible cualquier conmemoración. Afianzada la independencia y obtenida la libertad renacería el interés por conmemorar las fechas libertarias.

La conmemoración del 20 de julio como día de la independencia tiene fuerte arraigo en la tradición, aunque tan solo se oficializó mediante la Ley 60 de 1873 suscrita por el presidente Manuel Murillo Toro. Más adelante nos referiremos en detalle a dicha ley.

En 1820 se celebró el 10° aniversario del 20 de julio. Al respecto la Gaceta de Bogotá señala:

Este es el día del aniversario de la transformación política de Cundinamarca. Diez años hace que la tiranía fue derribada, y se enarboló el pendón de la libertad. Cuatro pasaron sin que fuese permitido al pueblo de Bogotá celebrar tan feliz aniversario. Por la mañana se entonó el Te Deum en la iglesia catedral, y se pronunció por el reverendo padre, fray Máximo Fernández, religioso agustino, una oración elocuente, alusiva al objeto de la función.

En la tarde se corrieron toros, y en la noche su excelencia el vicepresidente dio en palacio un magnífico baile a que concurrió la belleza más florida de la capital, y se dejó ver el más puro y sincero placer.

La ciudad fue iluminada en las noches del 19 y 20. En su Historia Eclesiástica y Civil de la Nueva Granada, José Manuel Groot relata los pormenores de tal celebración, tanto en la capital como en algunos pueblos de Cundinamarca. Señala el historiador:

Las gentes estaban de buen humor, alegres contentas, sin divisiones ni rencillas y por consiguiente dispuestas a divertirse. En la capital se celebró el aniversario con una fiesta solemne en la iglesia Catedral, con Te Deum y gran asistencia oficial. El padre fray Máximo Fernández, excelente predicador agustino pronunció una magnífica oración gratulatoria (de que quedó tan pagado el Vicepresidente, que hizo de ella un grande elogio en la Gaceta Ministerial, de la cual era el verdadero redactor, aunque otro llevase el nombre). Por la tarde hubo corrida de toros, y por la noche dio el Vicepresidente un famoso baile y ambigú en el palacio.


ANTONIO NARIÑO. PRÓCER Y HÉROE. Crédito: D.R.A.

En el Cantón de Bogotá (hoy Funza) empezaron las fiestas el día 23 y duraron tres días. El Jefe político y militar, doctor José María Domínguez Roche, convidó por medio al Vicepresidente. Estas fiestas estuvieron más alegres que las de la capital. La ciudad se despobló para ir a las fiestas de Bogotá. Todo contribuía para armar más alboroto e incitar el humor alegre de las gentes; la concurrencia del Vicepresidente Santander, que en aquellos tiempos no se torcía el bigote, que era demasiado popular, se pintaba, como dicen, para aumentar la alegría e inspirar confianza hasta entre los orejones; las buenas noticias que diariamente se recibían de todas partes; ítem más, se agregó un asunto de novedad, la representación de la tragedia La Pola, composición del Jefe político, en verso, por supuesto; y como el asunto era patriótico, la cosa hizo un ruido estupendo, y más cuando se empezaron a ver los preparativos para hacer el teatro en la plaza del pueblo de Bogotá, a donde se estuvieron conduciendo ocho días antes, alfombras, canapés de pata de cabra, porque todavía no habían entrado los sofás de resorte; taburetes, mesas y tanta cosa, que parecía no habían de caber en el pueblo. Este era el tiempo de los gariteros, músicos y botilleros. ¡Que de todos se hicieron, (*3) ya para los pasadieces y bisbices; ya para botillerías! Los toros, las máscaras, los bailes; todos los habitantes de la ciudad se pusieron en movimiento con las fiestas de Bogotá, hasta los que no iban a ellas, porque no quedó uno a quien no le tocara algo que hacer. Hubo bailes permanentes, porque se bailaba hasta entre el día. Comidas y refrescos no se diga, porque allí fue donde sacaron vientre de mal año los botilleros y reposteros, entre quienes presidían Julián y el Mellizo. Por lo que hace a la gente campesina, hubo ríos de chicha, diluvio de mazamorras y bollos como llovidos. ¡Qué tristeza el día que se acabó todo! Por poco se pone la patria de luto. La noche de La Pola fue patética, porque hubo sollozos y lágrimas con maldiciones al viejo Sámano. (*4)

En la Gaceta de Bogotá se señala al respecto de la representación teatral:

En las fiestas que ha celebrado el Cantón de Bogotá se ha representado la tragedia La Pola, composición original de un joven bogotano, que hace ensayos en su genio. Todos saben, que con el nombre de Pola se conocía a la joven Policarpa Salavarrieta, que con ocho compañeros fue fusilada en esta capital por orden del ex virrey Sámano: su firmeza y constancia tocó en heroicidad y sentada en un patíbulo con sus verdugos por delante excitó AL PUEBLO A APRENDER A MORIR POR LA PATRIA. El anagrama de esta heroína americana es: YACE POR SALVAR LA PATRIA. (*5)

Estas fiestas fueron organizadas por José Domínguez Roche, tal como lo relata en detalle Gustavo Otero Muñoz. (*6)

La pieza teatral constaba de cinco actos que fueron interpretados por actores aficionados. La actriz principal fue la dama bogotana Bárbara Cuervo. El primer galán fue el doctor Policarpo Uricoechea, entonces soltero. El galán y la dama recibieron innumerables aplausos y no pocas ovaciones y la representación fue todo un éxito.

 

En relación con las fiestas realizadas en Guaduas dice Groot:

Al mes siguiente fueron las fiestas de Guaduas. Como esto era más lejos, no hubo tanto concurso. Sin embargo, hubo mucho y bastante buen humor. El antiguo Coronel Acosta, que era el todo de Guaduas y muy generoso, se esmeró en obsequiar al General Santander y demás gente granada de la capital. (*7)

La alameda de tal población estaba llena de gente y las casas estaban adornadas con cortinajes en los balcones y todos comieron, brindaron y bebieron en medio del mayor regocijo. El principal plato fue ternera asada, hubo desfile de tropas y en la noche teatro. Fue puesta en escena la tragedia titulada La Arsira cuya representación fue precedida de canciones patrióticas en homenaje al Libertador. Al día siguiente se llevaron a cabo paseos ecuestres, desfiles y comida pública en la plaza principal, todo en medio de gran alegría. Por esos días (agosto 10) hubo nuevas fiestas en la capital para conmemorar otro aniversario de la entrada del Libertador. Hubo mascaradas, cuadrillas y comparsas que implicaban el uso obligatorio de disfraz y máscara, con pena de cepo para quienes fuesen sorprendidos en la calle con traje común, exceptuando los militares en servicio. En la noche hubo baile de máscaras en el Coliseo, el cual duró hasta el amanecer.

En 1822 se celebraron nuevamente las fiestas dentro del mayor orden como lo consigna la Gaceta de Bogotá: (*8)

El pueblo de la capital de Colombia ha desplegado su gozo y alegría en los días señalados por la ley para solemnizar las épocas memorables en la regeneración de la República. Quisiéramos que el tiempo hubiera proporcionado el completo cumplimiento de las solemnidades indicadas en la ley, como por ejemplo, manumisión de algunos esclavos, premio a la virtud, a las ciencias o artes; pero podemos, sin embargo publicar que en estos días dedicados al regocijo, se ha dejado ver orden y decencia en todas las clases del pueblo, respeto a las leyes y a los magistrados, patriotismo universal, verdadero amor al sistema actual, unión y amistad en todos los ciudadanos. No es esta la primera vez que el gran pueblo de Bogotá se entrega al júbilo y al placer sin dar motivo de disgusto a los magistrados: su docilidad, su obediencia y su amor al orden le distinguirán siempre entre los demás pueblos de Colombia, y serán los mejores garantes de que nunca se ha conmovido sino a impulsos de la autoridad.



SIMÓN BOLÍVAR, LIBERTADOR. Crédito: D.R.A.

En 1849 se realizó una gran conmemoración del 20 de julio en Bogotá. Con base en la Ordenanza No. 11 de l4 de octubre de 1842 que establecía esta fecha como “Fiesta Nacional” se elaboró un completo programa cuyo contenido y desarrollo está descrito en un folleto titulado 20 de Julio, Fiestas Nacionales. 1849, publicado en Bogotá sin pie de imprenta. Tales fiestas estaban “consagradas a celebrar el aniversario de la Independencia y a honrar y recompensar el patriotismo, el trabajo y las acciones distinguidas de virtud y de filantropía”. En ese año (1849) se instaló la “Sociedad Filantrópica” promovida por Vicente Lombana, quien era gobernador de la Provincia de Bogotá. Tal sociedad colaboró activamente en la elaboración y ejecución del programa que cubrió siete días.

El Artículo 1° de dicha ordenanza señala:

En los días 20, 21 y 22 de julio de cada cuatro años, empezando por el de 1849, se hará en la capital de la República una fiesta provincial consagrada a honrar las acciones virtuosas y en especial a conceder premios y recompensas a los habitantes de la provincia que manifiesten su laboriosidad y honradez, por las obras que presenten como producto de cualquier género de industria a que estén dedicados para generar su subsistencia y la de sus familias. (*9)

El Artículo 3° preveía la realización de una “Exposición de productos de la industria bogotana” ya fuesen resultado del ingenio o bien constituyesen mejoras útiles e invitaba a los artesanos, los gremios, las escuelas y colegios, los profesores de artes liberales, etc. a participar.

Igualmente se invitaba a la población a participar activamente en los festejos, iluminando puertas, ventanas y balcones, dando fondos para libertar esclavos, participando en las cabalgatas, desfiles y procesiones, organizando danzas, etc. Entre las frases de motivación a la población vale recordar las siguientes:

Todo es grande y poético en este día, fecha escrita por el mismo Dios en el gran registro de los tiempos; los corazones laten de gozo y esperanza. 20 de Julio. Estas palabras que encierran tantos pensamientos, tantas ideas, tantos recuerdos, tantos deseos, andan de boca en boca; todos los labios las pronuncian, pero con respeto y veneración. 20 de Julio es sinónimo de libertad, de independencia, de igualdad, de concordia. (*10)

El programa acordado se inició el día 19 con la lectura, en horas de la tarde, del Bando en medio de música militar; en la noche repique general de campanas, procesión de Santa Librada, iluminación general, fuegos de artificio, música patriótica, discursos en honor de los próceres de la Independencia y salvas de artillería.

El 20 hubo aurora, con salvas, repique de campanas, música y cohetes. A las 9 a.m. acto religioso en la Catedral. Al medio día acto de manumisión de esclavos (más de 25) frente a la Casa de Gobierno; simbólicamente a cada esclavo liberado se le colocaba un gorro frigio. A continuación siguió la recepción de donaciones destinadas a liberar más esclavos y se pronunciaron nuevos discursos. Luego se hizo la procesión al parque de Los Mártires. En la noche Concierto Filarmónico y globos en la Huerta de Jaime. Durante los actos se interpretaron varios himnos patrióticos y se decretó Amnistía e indulto para penas políticas.

El día 21 Exposición industrial, concesión de premios, encierro de toros y luego del despeje, corrida de toros. En la noche baile y refresco. El 22 hubo de nuevo encierro, toros e interpretación en las plazas de canciones e himnos patrióticos. El 23 fue de descanso. El 24, encierro, toros, “Pila de Chicha” para el pueblo y globos. El 25, toros, fuegos artificiales y otras diversiones.

El 26, encierro, toros y en la noche función de teatro. Ese día en la plaza de la Huerta de Jaime se permitieron algunos juegos expresamente prohibidos por la ley, obviamente dentro de un cerco hecho para delimitar tales libertades.

Entonces no existía un himno nacional y se estrenaron varias obras de estilo patriótico. El coro de uno de esas canciones patrióticas decía:

Rindamos homenaje

A la inmortal memoria

De aquellos que con gloria

Nos dieron libertad.

De las seis estrofas quiero recordar dos:

Pero sonó la hora Logró con sus esfuerzos

que el cielo siempre justo y con tenaz constancia

al inocente pueblo del despotismo fiero

le quiso señalar. los grillos deshacer;

Y entonces se oyó el grito Y hoy cuéntase con gloria

de “muerte a los tiranos” entre los pueblos libres

y el pueblo repitiera el pueblo granadino

¡Sí! ¡muerte o libertad! que libre supo ser.

(Carta de José Miguel Pey a don Antonio Villavicencio (volante))

 

CONSIGNA. Crédito: D.R.A.

El coro de otro de los himnos patrióticos estrenados en esa ocasión y de la autoría de Santiago Pérez, alude claramente al movimiento del veinte de julio; su letra señala:

¡Granadinos! ¡Cantad la memoria

De los héroes de Julio inmortal,

Que os dejaron tan célebre gloria,

Y a la Patria su palma triunfal!

La segunda estrofa de dicho himno es muy clara en su mensaje:

“Basta ya de cadenas” dijeron,

Basta ya de ignominia, de luto:

¡A otro pueblo rendirle tributo

Es de un pueblo vergüenza y baldón!

¡Libres ser o morir! ¡A las armas!

Y a las armas corrieron los bravos;

Y dejaron de ser los esclavos,

¡Y empezaron a ser la Nación!” (*11)

 

En 1872 se celebró con mucha pompa el 20 de julio, como lo relatan Cordovez Moure (*12) y Mario Germán Romero (*13); entonces se suscitó una polémica entre dos periódicos bogotanos. En El Tradicionalista, dirigido por Miguel Antonio Caro, se sostenía que el 20 de julio no era aniversario de la independencia nacional sino de la revolución de 1813 liderada por

Nariño. Decía Caro que el 16 de julio de tal año correspondía a la fecha en la que el Congreso de Cundinamarca declaró formalmente lo que “hoy llamamos independencia”; por lo tanto era un error darle el carácter de aniversario de la independencia al 20 de julio. En contraste, La América, dirigido por José María Quijano Otero, sostenía que el 20 de julio era realmente el aniversario de la independencia nacional. La tesis de este último periódico triunfó y en mayo del siguiente año fue expedida la Ley 60 que declaró festivo el 20 de julio.

El Diario Oficial correspondiente al 16 de mayo de 1873 (No. 2854) transcribe dicha ley que a la letra dice:

“El Congreso de los Estados Unidos de Colombia decreta:

Artículo 1°. Declárase día festivo para la República el 20 de julio, como aniversario de la Independencia nacional en 1810.

Artículo 2°. Señálese la suma de dos mil pesos anuales para la celebración de esta fiesta patriótica.

Dada en Bogotá a ocho de mayo de mil ochocientos setenta y tres.

El presidente del Senado de Plenipotenciarios, Eugenio Baena.

El presidente de la Cámara de Representantes, J. M. Maldonado Neira.

El secretario del Senado de Plenipotenciarios, Julio E. Pérez.

El Secretario de la Cámara de Representantes, José M. Quijano Otero.

Bogotá, 8 de mayo de 1873.

Publíquese y ejecútese.

El Presidente de la Unión (L. S.) M. Murillo.

El Secretario de lo Interior y Relaciones Exteriores, Gil Colunge”.

Con base en tal disposición las conmemoraciones del 20 de julio de 1873 revistieron especial solemnidad y tanto el gobierno nacional como el de la ciudad capital se esmeraron en que tales fiestas expresasen el espíritu de la ley y respondiesen al espíritu cívico de los colombianos. Se nombró una junta organizadora que elaboró el programa. La presidió Rafael Pombo quien, para que tuviesen carácter popular y didáctico a la vez, se esmeró en organizar diversas representaciones dramáticas al aire libre sobre temas patrióticos.

Paralelamente se dispuso el aseo y enlucimiento de los frontispicios de las casas y se organizó, mediante suscripción pública, la erección de un monumento en la Plaza de los Mártires así como el enlucimiento de la estatua de Simón Bolívar en la plaza de su nombre y el de los bustos de Colón, Acevedo y Gómez y José Ignacio París. El enlucimiento incluía además del aseo la colocación de arcos, columnatas, festones, banderas y flores.

El 18 comenzaron los festejos patrios en los colegios con veladas literarias en las que se pronunciaron discursos en nombre de los nueve estados de la Unión. Concluida la velada hubo banquete y baile de disfraz. El 19 de julio se vistió la imagen de Santa Librada que fue sacada en procesión a las 4 de la tarde junto con el Cristo de los mártires. Hubo repique de campanas a las 12 m, cohetes y música en la plaza a cargo de la banda de la Guardia Colombiana. En la noche hubo fuegos artificiales e iluminación y música en la plaza. En los colegios fueron expuestos los retratos de los próceres.

El 20 en la madrugada hubo salvas de cañón, repique de campanas y música de bandas; las casas se adornaron con banderas, festones y cortinas y se arreglaron las oficinas públicas; a las 8:30 hubo misa solemne con orquesta y se cantó el Te Deum; la homilía fue pronunciada por el padre Federico Aguilar quien habló sobre el natalicio de la Patria. A las doce el presidente ofreció la acostumbrada recepción oficial en la Casa de Gobierno. A la 1 p.m. el presidente coronó la estatua de Bolívar con la corona regalada al Libertador por el Perú, la cual había sido traída previamente desde la Casa de Moneda y luego pronunció un discurso; los estudiantes del Colegio del Rosario y de la Universidad Nacional llevaron desde la alcaldía el original del Acta de Independencia. Luego re realizó el desfile con participación de diversos gremios y de las tropas. Lo formaban cien parejas de jóvenes de ambos sexos montados a caballo, a quienes seguía la “Legión Páez”, una cabalgata organizada en homenaje a los llaneros de la Independencia comandados por José Antonio Páez. En total desfilaron 17 columnas provenientes de las distintas poblaciones de la Sabana y de sus alrededores integradas por numerosos jinetes debidamente montados y que previamente se habían reunido en la plaza de San Agustín. Seguían diez carros adornados con objetos simbólicos y engalanados con ninfas en representación de los nueve estados y de los territorios nacionales; entre carroza y carroza desfilaron los colegios, la Escuela de Artes y Oficios, los comerciantes, el cuerpo médico, los artistas, la Sociedad de Socorros Mutuos, los obreros tipográficos y otros gremios y asociaciones. Cerraba un carro con los trofeos de la guerra de independencia, los veteranos, los funcionarios públicos, el cuerpo diplomático y la Guardia Nacional. Tal desfile iniciado en la Plaza de Bolívar terminó en la Plaza de los Mártires donde se colocó la primera piedra del monumento nacional. Luego de un nuevo discurso el desfile regresó a la Plaza de Bolívar donde varios oradores pronunciaron nuevos discursos. Por la noche hubo globos y retreta.

El 21 desfilaron en la plaza de Bolívar las escuelas; algunos niños y niñas condecoraron con medallas a los militares de la independencia, tras lo cual continuó el desfile hasta la plazuela de Santo Domingo donde estaban expuestos los retratos de los padres de la Patria que a su vez fueron coronados con flores. Allí se entonó un himno patriótico y se pronunciaron nuevos discursos. En la tarde hubo parada militar en la plaza y en la noche fuegos artificiales. Allí se entonó un himno al 20 de julio con letra de Lino de Pombo y música del holandés Carlos van Oeckelen. Hubo además funciones dramáticas y bailes.

En 1907 las fiestas patrias conmemorativas del nonagésimo séptimo aniversario de la proclamación de la independencia nacional revistieron gran solemnidad (*14). Un completo libro recoge la relación de los actos celebrados entre los que sobresale un Concurso Agrícola, Industrial e Hípico. Una apretada síntesis del programa es la siguiente:

Día 19, Apertura de la Exposición Agrícola en el Parque del Bosque de San Diego por parte del Presidente de la República, Exposición presidencial sobre el cultivo del algodón. Inauguración del parque de los Hermanos Reyes, inauguración de la Iluminación eléctrica de la Avenida de la República, iluminación veneciana de la Avenida de Colón y función cinematográfica en la Plaza de Bolívar.

Día 20, Alborada, Visita a la Exposición, coronación simbólica de la estatua del Libertador, Te Deum, recepción oficial en el Palacio de San Carlos y desfile del Ejército, Inauguración de la Escuela Militar, del Batallón de artillería Modelos, Banquete oficial en el Palacio de San Carlos, Fuegos de artificio, concierto militar en la Plaza de Nariño, función cinematográfica en la Plaza de Bolívar.

Día 21, Exhibición de estatuas traídas de San Agustín en el campo de la Exposición, Concierto de bandas militares, concierto de la Estudiantina Murillo y carreras en el Hipódromo de la Gran Sabana o de la Magdalena.

Exhibición pirotécnica en la Plaza de Armas, presentación de la orquesta de la Academia Nacional de Música en el Teatro Municipal y función gratuita de la obra Recurso de Casación en el Teatro de Variedades.

Día 22, Apertura del Concurso Hípico.

Salvo ligeras variaciones el 20 de julio siguió celebrándose, año tras año, con el canto de Te Deum en la catedral, desfiles escolares, paradas militares y ágapes oficiales con asistencia del cuerpo diplomático y de funcionarios de alto rango. Por norma constitucional la Instalación de las sesiones del Congreso se realiza en esta fecha. Era tradicional, que con ocasión de las fiestas patrias se pintasen y enluciesen las fachadas de las casas y edificios. Sin excepción en todas las casas se izaba la bandera y se realizaban fiestas populares en distintos barrios. Las fiestas patrias revistieron especial boato en 1910 con motivo del Centenario, cuya programación se ajustó a lo dispuesto en la Ley 39 de 190715. En 1960, con motivo del sesquicentenario, se realizaron múltiples actos, algunos de ellos llenos de solemnidad y se editaron numerosas publicaciones que recogen las intervenciones de numerosos oradores16. Por razones de espacio no se detallan en este escrito.

Fuera de Bogotá también ha sido fiesta principal. Existe un folleto publicado en la Imprenta El Renacimiento de Manizales que da cuenta de la “armonía matemática” con que se conmemoró en 1910 el Centenario en el departamento de Caldas. El programa incluyó inauguración de una biblioteca y de un museo, arreglos en el Hospital de Caridad, Exposición Industrial, Juegos florales y festejos en los colegios de las distintas poblaciones.

En el Papel Periódico Ilustrado y en otras publicaciones periódicas existen múltiples referencias a las conmemoraciones patrias. En varias crónicas se recoge la letra de muchos de los himnos compuestos en homenaje a la Patria y a sus forjadores. Por no estar decretado un himno nacional, muchos escritores de entonces rivalizaban en componer este tipo de obras, algunas de ellas con notable mérito literario.

Aparte de las fiestas populares, el 20 de julio ha sido referente obligado de la Independencia en múltiples ocasiones y en diversas circunstancias. A manera de ejemplo señalemos que la “Ley Fundamental de la República de Colombia”, aprobada por el Congreso de Angostura, termina con el siguiente texto: “Dada en el palacio del soberano congreso de Venezuela, en la ciudad de

Santo Tomás de Angostura, a 17 días del mes de diciembre del año del Señor 1819, 9° de la Independencia”. (*17)

Luego van las firmas de los congresistas encabezados por Francisco Antonio Zea.

A partir de 1820, en todos o en la gran mayoría de los documentos oficiales se añadirá luego de la fecha, la leyenda “10° de la República” o simplemente 10°, en 1821, “11° de la República”, “11° de la Independencia” o simplemente 11° y así sucesivamente, lo cual pone de presente el reconocimiento oficial de 1810 como año de la independencia y de iniciación de vida republicana, decisión en la que participaron muchos de los protagonistas de los hechos que comentamos.

Otros hechos de diversa índole se enmarcaron en esta fecha. A manera de ejemplo podemos citar los siguientes:

La primera piedra para la construcción del Capitolio Nacional fue colocada el 20 de julio de 1848 durante la primera administración del general Tomás Cipriano de Mosquera.

El Catálogo de las plantas recolectadas por el botánico José Triana, como funcionario de la Comisión Corográfica, lleva en su carátula la fecha 20 de julio de 1856.

La Exposición Nacional realizada en Bogotá en 1871 tuvo lugar el 20 de julio, como queda consignado no solo en la programación sino en las publicaciones realizadas con tal motivo. Ejemplo de ello es el libro titulado Ensayo de Jilolojía Colombiana de Francisco Bayón.

Varios buques insignia de la Armada Nacional han llevado el nombre de “20 de Julio”.

Fue una costumbre respetada por mucho tiempo enmarcar la emisión de los billetes de curso legal utilizando esta fecha o la del 7 de agosto. A manera de ejemplo recordemos algunos de los billetes emitidos con fecha del 20 de julio: Billete de $20 con la efigie de Francisco José de Caldas. 20 de julio de 1975.

Billete de $2 con la efigie de Policarpa Salavarrieta, 20 de julio de 1976.

Podemos concluir estas notas señalando enfáticamente que la fecha del 20 de julio ha sido consagrada como fiesta nacional por excelencia tanto por la ley como por la tradición; además constituye el punto de partida de la vida republicana. Si no se hubiesen dado los sucesos del 20 de julio no se hubiesen organizado los primeros gobiernos independientes con sus contiendas ideológicas, no se hubiese organizado un ejército que posibilitó diversas campañas militares como la del sur, la campaña admirable y la posterior formación de guerrillas en Cundinamarca y en los llanos de Casanare. Tampoco habría tenido lugar la reconquista española con el baño de sangre que la caracterizó y no habría habido lugar a la campaña libertadora de 1819. No existen razones válidas para ignorar estos hechos y olvidar a quienes dieron su vida o su fortuna por el ideal de hacer de Colombia un país autónomo y libre.

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REFERENCIAS:

*1 G. Hernández de Alba (Compilador), Archivo Nariño 1812-1815, Tomo 5, p. 133.

*2 J. M. Caballero, Diario de la Independencia, Biblioteca del Banco Popular, p. 133-134. Bogotá, 1974.

*3 Gaceta de Bogotá, No. 52.

*4 J. M. Groot, Historia Eclesiástica y Civil de la Nueva Granada, Tomo IV, p. 105, Segunda edición, Bogotá, 1893.

*5 Gaceta de Bogotá, No. 54, p. 140.

*6 G. Otero Muñoz, Semblanzas Colombianas. Tomo I, p. 279-281. Academia Colombiana de Historia, Biblioteca de Historia Nacional, Tomo LV, Bogotá, 1938.

*7 Groot, op. cit., p. 105.

*8 Gaceta de Bogotá, No. 128, p. 418 de 1822.

*9 20 de Julio, Fiestas Nacionales. 1849, Bogotá, p. 4.

*10 Ibíd., p. 2.

*11 Ibíd., p. 66.

*12 J. M. Cordovez Moure, Reminiscencias de Santafé y Bogotá, Serie segunda, Tomo 2, Quinta Edición, pp. 327-339, Librería Americana, Bogotá, 1910.

*13 M. G. Romero, “Como se celebró en Bogotá el 20 de julio de 1873”. Boletín de Historia y Antigüedades, 60 (701): 283-299. 1973.

*14 Véase al respecto el libro: Fiestas Patrias, Relación de los festejos del 20 de julio y 7 de agosto en la capital de la República. Imprenta Nacional, Bogotá, 1907.

*15 Al respecto puede consultarse el libro Centenario de la Independencia, MDCCCX-MCMX, Escuela Tipográfica Salesiana, Bogotá, 1911.

*16 Entre tales publicaciones se destacan: Daniel Ortega Ricaurte, Álbum del Sesquicentenario, Academia Colombiana de Historia, Bogotá, 1960; Varios autores, Homenaje a los Próceres. Discursos pronunciados en la celebración del Sesquicentenario de la Independencia Nacional.

1810-1960, Academia Colombiana de Historia, Bogotá, 1961 y el Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. 47, Nos. 543-544, 1960.

*17 Actas del Congreso de Angostura 1819-1820. Biblioteca de la Presidencia de la República. Fundación Francisco de Paula Santander. Bogotá, 1984, p. 380.

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ADMINISTRADOR Y COMPILADOR: CARLOS ARTURO RODRÍGUEZ BEJARANO

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Edición Número 162, Girardot,  Mayo 21 de 2021

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