Edición Número 61, Girardot, Marzo 3 de 2019:-PEDRO PÁRAMO QUINTERO (APÓSTOL DE LA EDUCACIÓN)
Edición Número 61 Girardot, Marzo 3 de 2019
DON
PEDRO PÁRAMO QUINTERO, APÓSTOL DE LA EDUCACIÓN (I)
POR CARLOS ARTURO RODRÍGUEZ
BEJARANO*
PEDRO PÁRAMO QUINTERO |
Por la maravillosa tierra
de Girardot los reconocimientos a los hombres
destacados en su historia a través de un libro
no son comunes; destacar uno
de ellos bien
vale la pena
y casi la gloria, que para
el caso presente recae en la vida y obra educativa, contada en VIDA Y OBRA DE PEDRO PÁRAMO QUINTERO, APÓSTOL DE LA EDUCACIÓN** escrito por destacados
ex alumnos del Colegio Santander, fundado por
el apóstol: José Reynaldo Franco
Lozada (Autor y Editor), Ernesto
Porras Collantes, Antonio Alexis
Gutiérrez Ramírez, Ricardo Humberto Torres Salamanca y otros.
Es por la palabra escrita en los periódicos de
Girardot, que las batallas por la educación comenzamos a conocerlas; ellas
iluminan la memoria
de los antecesores que hicieron
grande esta ciudad. Don Pedro nació
en Piedras (Tolima) el 31 de enero del año 1903
y falleció en Girardot
(Cundinamarca) el 11 de marzo de 1986. Algo lo esperaba,
trascendental, como a pocos. ¿Pero cómo intuir qué? Algo que cambiaría su vida y a su vez, agregar
algo a ese algo que crecía y esperaba. Un hombre extraordinario a quien poco
se ha honrado de manera
pública y evidente, Aníbal Villa Navarro, funda
un periódico, el primero en la historia de Girardot, y sale a la calle
y el mundo el 1° de septiembre de 1906. Lo bautizó EL ESFUERZO, del cual circularon siete ediciones, siendo
la del 24 de enero de 1907 la última. Y es a través de este esfuerzo que
sabemos aproximadamente qué era lo que se encontraba en estructuración para
las generaciones futuras
y, cómo
era la ciudad cuando nació, creció y desarrolló su inicial periplo vital el
Apóstol de la Educación.
“A más de las escuelas
públicas oficiales de ambos sexos
hay un plantel de educación secundaria para varones, fundado
por los notables
del lugar con el nombre
de Instituto Girardot,
en donde se dictan clases nocturnas para
obreros; y dos colegios para
señoritas llamados de Santa Teresa
y La Merced.”1
En
esta edición se reseña una lección de geografía local (social y económica) que se dictaba
en el Instituto Girardot y en los colegios de la ciudad
que se presenta resumida, dado
“el entusiasmo y celo de sus habitantes por la instrucción de la juventud”. (EL ESFUERZO, Número 1): Girardot
al término de la guerra de los mil días (1899-1902), contaba con 5810 habitantes, un banco (Banco Comercial del Tolima) y una imprenta; gozaba del beneficio
de la luz eléctrica, de máquinas
modernas para la trilla del café, arroz
y extracción de fibras, ferrocarril, telégrafo, administración
de correos, teléfono, transporte fluvial por el río Magdalena de dos buques
diarios; de un avasallador comercio exportador importador de café,
cueros, ganados y todo tipo de productos americanos y europeos, de un hermoso
puente colgante de hierro sobre
el Magdalena y otro en madera y tierra sobre el río Bogotá.
“El gobierno del Municipio está a cargo
de un Concejo Municipal, compuesto de siete miembros, de un Alcalde, un Personero, un Tesorero, un Juez y una
Inspección de policía.
Como es cabecera
de Provincia, el Alcalde ejerce
las funciones de los antiguos Prefectos. Es también cabecera
de Circuito de Notaría y Registro y Asiento de una Junta de Beneficencia que hace supremos
esfuerzos para construir un Hospital (El Hospital funciona
ya en una hermosa
sección del edificio,
terminada recientemente).”
1965 .GIRARDOT EN 1965. SEPARATA DE EL DIARIO |
En
1903 se crea
en la ciudad el Instituto Girardot, que comenzó clases
el 1° de enero de 1904, a las
6:00 a. m., convirtiéndose con los días en el más afamado
y reputado centro
educativo de la ciudad.
Su Director fue Eufrasio Cucumá Páramo, tolimense del sur, paradigmático
personaje, legendario educador de varias
generaciones. La élite
girardoseña dilucidó que esta decisión, [“es deber
de todo colombiano contribuir, por los medios a su alcance, a la obra
del bien común,
del adelanto y prosperidad de la Nación”]2, era todo un acierto. A esos notables, todos liberales, masones, cultos, elegantes,
ricos unos y otros mucho más preparados y cultos, adhirieron líderes políticos
y populares,
periodistas en ciernes
prestos para las batallas que desarrollarían años luego contra
el Moloch jerárquico católico. La población analfabeta porteña comenzó a preparase para
sumarse e impulsar el progreso. Nada
detenía ese pueblo
sediento de saber
y ciencia; de reivindicación a través de huelgas que estremecerían el país, de una energía
inagotable para la laboriosidad, la honradez, destrezas para actividades necesarias a la reproducción acelerada del capital;
la frente en alto para oponerse
a la mentira, al fraude
consuetudinario en elecciones controladas por Roma
y el gobierno
eterno conservador, que además de controlar la “instrucción pública” con energía
remozada desde 1886, acentuó el uso de muchos fogones para calentar o cocinar
odios ancestrales desde los púlpitos contra
el liberalismo [“….tristeza muy
grande da oír periódicos
como “La Voz Católica” de Ibagué hablando
todavía de BATALLAS
SIN DESCANSO CONTRA
EL LIBERALISMO.”]3 Cosmopolitismo por doquier.
Mas también desde la misma Ibagué el periódico
EL RENACIMIENTO, expresó:
“…. Felicitamos sinceramente al señor Villa
Navarro por su feliz idea,
lo mismo que
a Girardot porque
ya cuenta con un órgano de publicidad, generador de adelanto intelectual y material….”4
En
el segundo número
de EL ESFUERZO, casi la mitad se dedicó al tema de la instrucción, donde consideraba que: “La tolerancia religiosa, observada con sinceridad y lógica, es un elemento indiscutible de civilización y armonía social”.5 En
las ediciones 3, 4, 5 y 6 en primera
página se promociona la iniciación de clases en el Instituto Girardot, para el 1° de enero de 1907, con
alumnos internos y externos, anunciando que el Prospecto se publicará próximamente. Sus líderes
reconocían “….la falta de edificios
públicos….para escuelas… y…la estrechez del presupuesto municipal
de rentas”. (EL ESFUERZO, Número
4). El editorial del Número 5 de 20 de octubre, vuelve al tema de la instrucción pública para precisar
“….poner de relieve las ventajas de la
instrucción pública y las fatales
consecuencias que engendra
la ignorancia”.
Don Pedro Páramo Quintero, arribó a Girardot por vía
férrea, una tarde de enero de 1926, contratado
como profesor por
el Instituto Liberal
de Girardot, el mejor y más respetado colegio local. Se hospedó en el Hotel
Tolima. La ciudad
roja de Colombia lo recibía con sus brazos
abiertos, efervescente, porque
trascendentales cambios políticos
se veían venir.
Seis años luego,
en 1932, funda
el Colegio Santander, su obra maestra.
___________________________
1. EL
ESFUERZO Serie 1ª, Girardot, 1º de septiembre de 1906, Número 1.
2. EL
ESFUERZO Serie 1ª, Girardot, 1º de septiembre de 1906, Número 1. Editorial.
3. EL ESFUERZO Serie 1ª,
Girardot, 30 de septiembre de 1906, Número 3.
4. Ibíd.,
Número 3.
5. EL
ESFUERZO Serie 1ª, Girardot, 15 de septiembre de 1906, Número 2.
________________
* CARLOS ARTURO RODRÍGUEZ BEJARANO, estudió en el
Colegio Santander de Girardot, desde kínder hasta 5° año de bachillerato
(secundaria) (1960-1970). Por extrañas razones se graduó de Bachiller (6° de
bachillerato o secundaria) en otro colegio. Pero se considera santanderino. Sin
sus padres tampoco habría llegado a escribir a la memoria de PPPQ. Once años no
pasan en vano. De lunes a viernes, ocho horas diarias de clases y el sábado
medio día y el domingo a misa católica, impecablemente vestido con saco de paño
azul oscuro, pantalón blanco, camisa ídem, corbata negra y zapatos negros
perfectamente lustrados a las 6 de la mañana, caminando en silencioso perfecto
orden desde la sede del colegio hasta el templo de San Miguel, siguiendo la
banda de guerra o de música del plantel. La fuerza de voluntad y la disciplina,
el sentido por la lectura voraz, hoy aminorada, la adquirió allí, pero en su hogar no faltaban
dos periódicos diarios, revistas de toda clase, libros y un radio Philips que
lo conectaba con el mundo americano y europeo.
ARTÍCULO PUBLICADO EN EL PERIÓDICO EL DEMOCRATA (GIRARDOT)
** “VIDA Y OBRA DE PEDRO PÁRAMO QUINTERO, APÓSTOL
DE LA EDUCACIÓN”, (José Reynaldo Franco
Lozada Autor y Editor y coautores Ernesto
Porras Collantes, Gabriel González Galeano, Fernando Arteaga Bocanegra, Ricardo
Humberto Torres Salamanca, Luis Fernando Camacho Guzmán, Antonio Alexis
Gutiérrez Ramírez, Alberto Barrios Gutiérrez, Jorge Perdomo Vargas, y Gerardo
Hernández Páramo (Pascual de Garzón). Prologuista César Augusto Núñez
Villalba. Comité Editorial, Carlos Julio
Fonseca Méndez, Saúl
Martínez Núñez, César Augusto
Núñez Villalba y José Reynaldo
Franco Lozada.)
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DON PEDRO PÁRAMO QUINTERO (II)
POR CARLOS ARTURO RODRÍGUEZ BEJARANO*
1927. PEDRO PÁRAMO QUINTERO (TRAJE BLANCO) |
Continuamos rememorando “VIDA Y OBRA DE PEDRO PÁRAMO QUINTERO, APÓSTOL DE LA EDUCACIÓN”. Mientras Don Pedro aprendía a ser niño y joven,
despierto para nutrir
razón y corazón,
esperando que cualificaran los tiempos y personajes de Girardot, esta, con los adalides de la instrucción y la prensa como portavoz
de lo nuevo, exponían públicamente lo que era necesario hacer.
Partía el proceso de la educación para todos con
los mejores augurios. Más que palabras, “El amor a la Patria; el innato deseo
de contemplarla…. en la lista
de las naciones avanzadas y…. contribuir con nuestro óbolo al
engrandecimiento de Colombia,..…. últimos, eso sí, en esa procesión de
intelectuales que desfila,
que sigue con pie firme
y brazo fuerte
el camino de la luz, puestas las miradas en el horizonte del progreso, con el corazón
repleto de dulces esperanzas y sin otro objetivo
que el de realizar nobles deseos.”(EL
ESFUERZO, E. E. N° 3). Amor, patria, Colombia, camino, luz, progreso, corazón,
esperanza, nobles deseos.
Girardot había nacido
a la modernidad con el modelo capitalista de producción, en tanto que a su alrededor
las formas productivas semi feudales se desdibujaban tímidamente; progresivamente
absorbía producciones, mano de obra, saberes, ciencia,
mentes toscas con inteligencia silvestre, resultando una fuerza de trabajo de extraordinario rendimiento, culto al trabajo
y exigencias para vivir mejor. Los líderes
entre los notables
y líderes y jefes entre el pueblo
llano coincidían en construir ciudad-civilización, siendo
la educación, un arma con mucho poder
en ese proceso
hacia el progreso. Cambiaba el medio ambiente, también el carácter, ser cosmopolita era genético en Girardot, se hablaba de civilización en este punto
que generó un verdadero proceso
de desarrollo regional con
alcance nacional; tanto
que curiosamente un hotel se denominaba Cosmopolita, inaugurado con gran sarao
con invitados ilustres del momento. (GIRARDOT, G. N° 11, 1908)
El
31 de noviembre de 1902, oficialmente termina la guerra de los 1000 días al
firmarse en Panamá “en el acorazado Wisconsin, el
tratado que extinguió definitivamente el conflicto”. La tarea del partido
liberal en todos sus frentes
fue “… el apoyo decidido a la paz a cuya sombra
veremos realizarse el triunfo del verdadero progreso.” (E.E. N° 3, 1906). En esfuerzo postrero apostilló: “… haced algo por estas víctimas
de la ignorancia… la educación
es el arma más poderosa y la ignorancia el enemigo más terrible.” (E.E. N° 7, 1907). Las guerras por la educación en su etapa inicial
contaron con la tribuna de los periódicos liberales, “….Y el periódico, portentosa manifestación de adelanto, de lucha y de triunfo,
es, también el tentáculo poderoso con que se anuncia la resurrección, cuando no el nacimiento de un pueblo
que demanda su curul en el
concierto de los pueblos civilizados.” (G. N° 4, 1908).
Pero eso no disolvía las contradicciones sobre la
forma y el contenido que debía tener la instrucción entre los niños, jóvenes y
adultos analfabetas o no, ya que la jerarquía católica coadministradora del poder nacional
ejemplarizaba con la amenaza desde el púlpito,
a todos aquellos que siguieran la acción del partido y las ideas
liberales. Siendo la ciudad liberal
hasta los tuétanos, la masonería una impronta, con dinero inglés
que se jugaba tranquilamente en las calles como imagen de la riqueza en manos de todos, llevar
a la práctica la instrucción pública sin la regencia de los curas de turno,
casi todos extranjeros, era desafiar abiertamente el proyecto político regenerador con sede en Bogotá y Roma. De frente o de lado esa insurgencia se dio y a la larga rindió frutos, sin utilizar
odio, contumacia, calumnia, injuria, chisme o venganza; por supuesto algunos
pagaron caro el enfrentamiento como el intelectual Antonio L. Amézquita, fundador del primer Colegio Santander de Girardot, (1913-1916), pedagogo, ex tesorero de la prefectura y empresario. El miedo incubado
en los cerebros oscuros de cierta masa indolente,
quebró económicamente la empresa osada
de este notable hombre.
En tanto,
la vejez y lo nuevo,
regresaba: el largo viaje por la educación lo comenzó Emeterio
Daniel, el primer
maestro de la primera escuela
que se fundó
en la ciudad, un poco después de 1855; Rufino Vargas; Camilo Latorre; Pedro Simón Cárdenas; Felipe Abondano, José Marcelino Pardo
(párrocos); Eufrasio Cucumá
Páramo; Angel María Paredes; los primeros curas
católicos que enseñaron bajo
techos de palma;
Señorita Amanda Díaz; Edelmira Caycedo, eminente institutora, Directora del Colegio Santa
Teresa de Jesús;
señorita Concepción Rincón, Directora Colegio La Merced; Señorita Cuéllar, encargada Colegio Sagrado
Corazón de Jesús; Ana Lucía
Reyes; Hermana Dominga; Eugenio Herrán
L., Presidente de la Junta
Directiva del Colegio
Instituto Girardot y Antonio L. Amézquita, entre otros. La progresión de cuerpos y almas era indetenible.
Eufrasio Cucumá Páramo había
iniciado su apostolado educacional en 1881, cofundador, dirigía
el Instituto Girardot, nombre que simboliza un poema: Bárbula.
Enseñaba, un laborador asiduo,
un artista de la
humanidad que ha sabido modelar el cuadro y darle el colorido que demandan las escabrosidades de la enseñanza, distribuía becas a los niños más pobres y capaces,
convocaba, publicitaba su obra esencialmente paternal, laboriosa y de completa abnegación y sacrificio… allende el horizonte
curvo, universal,…con el propósito de dar una educación sólida
y conocimientos enteramente prácticos no solo a la juventud
de Girardot sino a la de los pueblos circunvecinos. (G. N° 7, 1908). El concejo
municipal intercedía también
para la aplicación a becas y el doctor Elisio Medina,
gobernador de Cundinamarca impulsaba el apoyo
a la educación y casi todo tipo
de obras para el engrandecimiento de la ciudad
(el presidente actuando a través de él). Todo
fluía con dinámica radical.
Los exámenes se sucedían con autoridades y personajes notables
de la pasada confrontación, los centros
educativos aumentaban con nuevos alumnos, verdaderos privilegiados,
en un país con ochenta
por ciento de población analfabeta. ¡Qué batalla por la civilización y el progreso! En el Instituto Girardot
se impartían también
clases nocturnas para
obreros.
PEDRO PÁRAMO QUINTERO |
El pedagogo más representativo de la ciudad,
se preguntaba: ¿Cuál es pues, el medio
de formar el hombre bien educado en el más alto sentido
del vocablo? Respuestas tenía en su corazón:
Todo consiste en grabar en el corazón
del niño desde
muy temprano la virtud de la humildad
y el sentimiento de humildad y el sentimiento de dignidad. (Ibíd.) Exaltaba el deseo visceral
de una sociedad justa,
igualitaria, en paz, ya que “La sociedad girardoseña espera mucho de
este Instituto así como de las Escuelas
y Colegios establecidos aquí. Penoso me es confesar que si he conseguido bastante adelanto en lo intelectual, no pasa así en lo moral, pues deja todavía,
por desgracia, mucho qué desear.”
(Ibíd.)
Continuaba con la salida
al problema: Leibniz dijo, y dijo con razón, “si se reforma
la educación se reformará el género humano.”…..la
educación desarrolla las cualidades morales…. forma los sentimientos…. La educación es el fin…. produce hombres….Consideraba fundamental la familia en el
proceso educativo,… Para conseguir
este fin que persigue esta Dirección imploro vuestra valiosa cooperación y os suplico
la muchísima vigilancia externa de vuestros hijos…. Nada
importa tanto como el cultivo
del corazón…. El corazón es el centro de la vida….por que la
formación del corazón
constituye la obra principal de la educación.” (Ibíd.)
Nuevamente la prensa
le cedía otra oportunidad en la calle
de oro del periodismo porteño,
para dar a conocer su vitalista propuesta educacional: “Para llevar a feliz término
la obra colosal
del verdadero progreso nacional, necesitamos hombres que usen bien
sus fuerzas, que
acumulen la energía de su carácter, la sabia de su cerebro, ¿Y será verdad
que para cambiar
la corriente en que ha venido envuelta la juventud se debe poner
la educación primaria y superior en manos
extranjeras? No lo creemos así. En nuestro país hay verdadera vocación
pedagógica y abnegación
para seguir el espumoso apostolado de la enseñanza hasta el sacrificio. Establézcanse Escuelas Normales en todas las capitales
de los departamentos dirigidas por pedagogos
de los países
más adelantados y se verán
salir de allí
los apóstoles que
han de formar los hombres
del presente siglo.”
(G. N° 14, 1908).
(En Ibagué comenzó
a funcionar en 1910 una Escuela Normal y allí precisamente quien sería después
Don Pedro Páramo
Quintero, comenzó a estudiar con demoledora fuerza de voluntad
y furia desesperada por ser un adalid
contra la ignorancia).
La
experiencia girardoseña daba frutos, Don Eufrasio conocía
de primera mano el esfuerzo realizado por mantener a flote el
Instituto Girardot, y lo sustentaba
frente a cualquier contradictor: “Emprendamos,
pues, una nueva cruzada contra la ignorancia, procuremos darle a la
juventud que se levanta enseñanzas verdaderamente científicas y prácticas……. La
ignorancia es una enfermedad……Para curar este terrible
mal tan peligroso,..….Es preciso hacer
sacrificios de dinero,
de tiempo y de esfuerzos. Secundemos la obra del gobierno
estableciendo en todas partes
colegios privados para
educar allí a los hijos
de la clase pobre que no pueden
ir a la capital
de la República.” (Ibíd.)
Las siguientes palabras parecían dirigidas a todo
Pedro Páramo a la espera
de una oportunidad en un
país semifeudal donde
predominaba la instrucción fanática y anticientífica, nada racional ni razonable. Los liberales que
lideraban la separación de la iglesia del poder laico no eran necesariamente ateos, algunos
serían agnósticos, otros
masones, la mayoría
católicos, sin creerle a ningún cura; la religión
(católica) podría enseñarse pero no de la manera como la instrumentalizaba
el curato de turno: “Fundemos establecimientos donde no sólo se enseñen ciencias sino también artes y oficios. Es necesario separarnos de la empleomanía que da escasamente el pan de cada día, pero no la independencia que hace al hombre dueño y señor de
sí
mismo.” (Ibíd.) Para 1908
el gobierno nacional
planteaba reformas a la instrucción pública y Don Eufrasio las apoyaba
desde su óptica:
“En cuanto a la exigencia de que todas
las Escuelas, deben ser regentadas por maestros
graduados, es muy justa e imperiosa. Más, para lograr
tal objeto, es preciso
formarlos primero en las Escuelas Normales, y establecer estímulos honoríficos
y remunerarles suficientemente su ardua labor
a los que sean lo que deben ser: sacerdotes y apóstoles de la civilización.” (G.
N° 16, 1908)
El 20 de julio de 1908 se llevó a cabo la celebración 98 de la creación de la República, en un desfile multitudinario donde casi todo el
pueblo ovacionó a los 510 estudiantes (9 por ciento de la población en su momento), de las escuelas
públicas urbanas y rurales (San Lorenzo y Guavinal) y colegios privados, junto a sus líderes,
electrificantes oradores. El mismo día en la escuela rural de
Guavinal, los escuelantes se batieron
heroicamente con respuestas acertadas y creíbles
en sus exámenes con el Consejo
calificador, todos notables
personajes de las últimas guerras
recientes; pasaron aritmética, historia
patria e historia
sagrada. La noticia
de celebración patriótica, se constituyó en la primera registrada en un periódico
citadino, porque la del Centenario probablemente se llevó a cabo, pero
no se conoce, dado que no existen
registros desde diciembre 31 de 1908 hasta abril 9 de 1911, cuando aparece
LA SAETA, otro periódico liberal
con ediciones desaparecidas.
Quizás la siguiente sea la más completa descripción sobre los exámenes realizados en los
colegios durante dos días e iniciada el 16 de noviembre: “…en el local de la Escuela
de Varones N° 1,
dirigida por Carlos
A. Santos B. ….Leída la lista contestaron 35 alumnos… se procedió al examen individual sobre Religión
e Historia Sagrada…..Aritmética....presidiendo los actos el presbítero
Dr. Primo Mora,
se cantó por la Escuela
el Himno del Niño
y después de invocar el nombre de Dios, siguió el examen de Lectura,
Escritura y Objetiva….A la tarde siguió el examen en Gramática, Historia
Patria, Geografía y dibujo Lineal combinado con Geometría. Se cerró el acto
con el canto de El Corderillo.” (El Inspector Local,
PRIMO MORA, Pbro.-
Por el Prefecto, el Secretario, Arturo Miranda
D.- La Junta Calificadora, Cayetano Falla-Uldarico Rocha T.- José J.
Vernaza- El Director, Carlos A .Santos C.).” (G. N° 26, 1908) Poco
a poco la actitud de los partidos por afianzar
el orden y la paz en seis
años de paciencia liberal, beneficiaba el país y la ciudad,
de manera particular, dando por sentado que: “El Consejo debe elaborar el Presupuesto de Rentas y Gastos
para el año 1909, calcando
sobre absoluta preferencia al ramo de Instrucción Pública.” (Ibíd., 1908)
El Instituto
Girardot anunciaba el aviso final
de año, precisando: “este acreditado establecimiento continuará bajo la dirección de Eufrasio C. Páramo y abrirá su matrícula el 20 de Enero próximo”, (G. N° 28, 1908).
(No siempre se mencionaba completo
el primer apellido
del pedagogo sabio,
su sustrato indígena en una sociedad
mestiza blanca). El estatus del sabio pedagogo
era garantía de éxito
educativo. Siendo el más representativo de Girardot y la región
circundante cunditolimense,
podía asumir con gozo en su quinto
cumpleaños de funcionamiento, “la exhibición espléndida de los trabajos
de instrucción y educación en los Establecimientos, tanto públicos como privados,
que nada han dejado
de desear en sus adelantos.” (G. N° 30, 1908)
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* PUBLICADO EN EL PERIÓDICO EL DEMOCRATA (GIRARDOT)
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DON PEDRO PÁRAMO QUINTERO (III)
POR CARLOS ARTURO RODRÍGUEZ BEJARANO*
1962. TREINTA AÑOS DE FUNDADO EL COLEGIO SANTANDER |
En el año de los cuarenta años (1932-1972) nace
la frase clásica, de molde imperecedero: “El Colegio Santander
es un templo donde se modela el carácter, se educa la voluntad y se prepara
al ciudadano del futuro”.
Se
solucionó la contradicción ideológica y religiosa. Don Pedro, desde siempre,
jugó acertadamente la carta
de no provocar; el capitán
del submarino que nos inculcó
junto con la mayoría de profesores, sin saberlo a veces, el criterio liberal
frente a todo o casi
en la vida, podía estar tranquilo. En el 72, con motivo
de los cuarenta, el paso
a la tierra de leche
y miel, sin que nos hiciera daño la mezcla,
se corroboró. Nadie
arrima impunemente de una cuarentena, pocos los privilegiados. Colegio transparente. El Santander se encontraba más lúcido. En esa década
ante un fraude algunos
soldados iniciaron una pequeña guerra, precisamente porque la rebeldía innata heredada nada había construido por la sencilla
razón de que nunca tuvo el poder.
No se trata tampoco de suponer que Don Pedro
era poco católico, pues a pesar
de ser enseñador de Carreño, su fidelidad no rayaba
en el fanatismo o la descalificación pretendidamente moral.
Luego de la primera promoción de bachilleres, Nuevos
tiempos ciertamente contribuyeron para que la audacia
y la fe inconmovible de Don Pedro rindieran frutos.
En lo ideológico, político, social, económico y cultural el país cambiaría muchísimo, desdibujándose paso a paso la impronta jerárquica católica y vaticana (de vaticinar). En 1970, en el Colegio
Santander cesó la obligación de asistir a la misa católica todos
los domingos a las 7 a. m., en la Iglesia de San Miguel;
dejo de ser, junto al traje de saco azul oscuro, corbata
negra y algún
corbatín saltador, camisa
y pantalón blancos, zapatos negros
y medias blancas, inescrutable silencio, con
paréntesis de murmullos para los más débiles
o creyentes, un peso muerto,
plomo fundido en el alma.
Las mujeres en los salones de clase comenzaron a copar pupitres. El Tiempo y El Espectador y Cromos, nos traían pétalos
de sabiduría, los nadaístas con el profeta
Andino Gonzalo Arango
y otros menores,
se hicieron íntimos amigos de la ciudad
de las acacias y de la plaza
roja de Colombia. Todo lo anterior era mejor que la
mantequilla.
Le
dijimos adiós a la iglesia de la novena con doce. Nos convertimos al laicismo.
Eufrasio, Amézquita y todos los libertarios de todas las huelgas y protestas obreras
que precedieron la fundación
del Colegio Santander podían sentirse reivindicados. La jerarquía católica no
estaba interesada en criticar
algo que formaba
parte normal del país como las nubes
blancas de todos
los días. Por la interrelación mayor
con el país
y los sucesos mundiales a través de la televisión y el cine, nos
convertimos en más ciudadanos del mundo. No más fotografías en traje blanco y sombrero blanco.
Se escucharon aplausos en el cielo.
Hasta el tren se acabó.
Fin de ese escenario.
Saboreaba Don Pedro
en el fondo de su corazón el sueño desde
la escuelita de Piedras Alejo
Villa, al séptimo cielo,
con conocimiento intuitivo, espontáneo y serio de su labor académica, con inmenso amor y apostolado por su profesión. El espíritu de la justicia distributiva y la solidaridad
marcaron siempre su existencia. Su vida como
su andar rápido
contrastaba con los pasos pausados y vigilantes, caminando con lentitud y sin afanes
cuando era necesaria
la observación para tomar
las decisiones necesarias.
El Colegio
Santander de Girardot fue la vida
y obra del Maestro, su jugada maestra. Un hombre solo no vale
nada. Al comienzo con Julio Buriticá
Ghiraldo, Narciso Avellaneda, Pedro E. Reyes
Roa, el profesor Flórez,
luego Helí Santacoloma Camacho, Uldarico Conde
Tovar, Manuel Jesús
Smith Távara, Aníbal
Obed Lerma, Jairo
Bonilla Marroquín, Jorge
Hurtado de Mendoza
(con perfil de virrey
colonial), Rafael María Arteaga Giraldo, José Maeztu, Jaime Escobar León, Pablo
Emilio Blanco, Justino de Mugira, Maurice
Auger, Carlos J. Rodríguez Camacho, Neftalí García Carvajal, Constantino Martínez
Rodríguez, Jorge García
Ferro, Rosendo Álvarez
Trujillo, Eduardo Santacruz Ricardo…, y con cientos
más logró su cometido.
En abril
de 1963 se funda la Casa Cultural de Girardot, punto
de partida de lo moderno
hacia la cultura en el puerto.
Destacados hombres y mujeres de la educación y las letras,
entre ellos Don Pedro, de la economía y de diversos
saberes, se asocian
y durante más de una década mantienen viva la vida cultural
girardotense, visto hoy
como referente en la historia local. Su otra
asiduidad social le permitió mantener
una relación de toda la vida con el Club de Leones
de Girardot, entidad que ha prestado
invaluables gestos de apoyo social a la población de escasos recursos
económicos, toda una extraordinaria actividad
sin ánimo de lucro. En la práctica
Don Pedro cumplía lo que predicaba.
En diciembre 1° de 1968,
a los 65 de edad,
el Apóstol de la educación fue condecorado con la
medalla cívica CAMILO
TORRES en reconocimiento a su obra educativa de más de 45 años,
siendo el Dr. Ricardo
Rocillo, delegado del Ministerio de Educación, quien
impuso la condecoración.
Los periódicos y revistas se constituyeron en fiel reflejo
de los intereses culturales del colegio. Cada generación de grupos
estudiantiles establecía su impronta, adaptando el nombre de la
empresa periodística acorde
con la visión
que habían desarrollado. En 1963 aparece
“EL VOCERO ESTUDIANTIL”, El Heraldo, un periódico legendario, y en 1968,
“IMPACTO” (Revista mensual
del Colegio Santander al servicio de la cultura
de Girardot). Para
1972 de manera
especial aparece una revista para contar la cresta de la ola de 40 años de sacrificio. Se calcula que en 40 años se capacitaron 20.000 colombianos en el colegio;
en 1932 comenzó
con 32 alumnos
en primero y segundo de primaria y en 1971,
contaba con 185 estudiantes de primaria y 419 de bachillerato.
En una nota escrita
en la edición conmemorativa el profesor caribeño
licenciado en Español
y Literatura, Evaristo Hernández Fernández
(Q.E.P.D.) expuso: “El COLSAN… No ha cumplido,
porque su obra tiene principio pero no puede tener fin. No ha llegado a la meta porque su objetivo es servir
y ésta labor es imperecedera. Tiene un compromiso que debe cumplirle a la sociedad girardoteña, legítimo
juez de sus actuaciones.”
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*PUBLICADO EN EL PERIÓDICO EL DEMOCRATA (GIRARDOT)
***
PEDRO PÁRAMO QUINTERO, EL
MAESTRO (IV)
PEDRO PÁRAMO QUINTERO |
Esta
cuarta y última nota sobre Don Pedro Páramo Quintero nunca se publicó en el
medio escrito que publicó los tres restantes; es la primera impresión pública y
en medio electrónico.
William
Ospina publicó su reconocimiento a un rector del colegio donde estudió en el
departamento del Tolima. Me pareció tan similar a la historia de PEDRO PÁRAMO
QUINTERO, QUE ME DIJE ES COMO SI LA HUBIERA ESCRITO PARA HONRAR LA MEMORIA DEL
TOLIMENSE DEVENIDO GIRARDOTEÑO. ANDÁBAMOS SINTONIZADOS EN LAS CARRETERAS DE LA
HISTORIA.
(CARLOS
ARTURO RODRÍGUEZ BEJARANO)
El 11 de
septiembre de 2015, en el Auditorio de la Biblioteca del Banco de la República
de Girardot, se llevó a cabo un acto para honrar la memoria del insigne
educador tolimense, devenido en girardotino desde muy joven, al fundar el
Colegio Santander en 1932, Don Pedro Páramo Quintero, nacido en Piedras
(Tolima). Estas palabras fueron leídas por el suscrito, pero no son de mi
autoría, sino del escritor tolimense William Ospina. Cuando encontré este texto
me pareció calcado a lo que quería expresar por el ilustre educador. Cambié
unas pocas palabras, lo demás no es mío. Gracias William. De tolimense a
tolimense.
No deja de ser sorprendente que en un país donde cada quien tiende
a defender sólo sus intereses, alguien escoja ser maestro: el camino de la
generosidad, una carrera que no promete a nadie ni riqueza ni reconocimiento, y
que ni siquiera tiene asegurada la gratitud de sus beneficiarios.
En Colombia se rinden pocos homenajes, y a quienes menos se
brindan es a los educadores. Pero si alguien ha salvado al país son ellos, en
condiciones adversas, con presupuestos mínimos, entregados a una labor
abnegada, siempre menos valorados que los políticos y los guerreros, pero cada
noche preparando el día que viene, cada año pensando en el siguiente,
transmitiendo lo que ha aprendido la humanidad y esforzándose porque las nuevas
generaciones sean también creadoras de conocimiento.
Pedro Páramo Quintero, don Pedro, como lo llamamos siempre,
representa ese conjunto de valores que le permitieron a esta sociedad
sobrevivir mucho tiempo: la responsabilidad, el sentido de comunidad, el
interés por el porvenir, el afán de transmitir la herencia de la civilización.
Una obsesión de la literatura y el arte en Colombia es el tema
de la casa perdida. Desde niños oímos: “Ya no vive nadie en ella, y a la orilla
del camino silenciosa está la casa”. Colombia es un país de desplazados, de
desterrados, un país de despojo y de olvido. ¿Cómo no rendir homenaje a alguien
que dedicó su vida a la construcción de una casa que fuera el hogar de
generaciones de jóvenes, una casa de conocimiento y convivencia, destinada a
compartir todo lo que tiene sentido para la comunidad?
Muchas grandes hazañas de nuestro país tienen protagonistas
secretos, que no reclaman publicidad; artífices como este maestro, que por pura
vocación dedicó su vida a lograr que Girardot, en el sur occidente de
Cundinamarca, tuviera un centro educativo digno de su historia.
En un país que cada cierto tiempo sucumbe a la barbarie, era
navegar contra la corriente, pero él lo logró. Si hemos visto caer la vieja
arquitectura de la zona cafetera, si hemos visto desaparecer instituciones y
morir tantas costumbres, son en cambio muy contados los ejemplos de empresas
generosas, de trabajos hechos en beneficio de la comunidad sin vanidad y sin estruendo.
Yo soy beneficiario de ese esfuerzo. Yo vivía con mis padres a
tres cuadras de la sede eterna de la carrera novena entre calles catorce y doce
y llegué, o mejor me llevaron mis padres, a un colegio llamado Colegio
Santander en enero de 1960, (yo no lo sabía, después lo supe, cuando llegué
quizás a cuarto año de primaria), para comenzar el kindergarten, kínder a
secas, y claro, me enamoré de mi primera profesora, cuyo nombre olvidé. Él, don
Pedro, era ya ese varón serio y firme que nos hacía sus alocuciones al comenzar
la semana. Nosotros veníamos a poner en duda el mundo: él sabía responder por
lo establecido.
Creí que acababa de aparecer en nuestra vida, pero después supe
que era de tiempo atrás amigo de mis padres. El señor Páramo encarnaba la
seriedad, cuando había seriedad en el mundo, la responsabilidad, una autoridad
con la que yo, más de una vez, como buen adolescente, estuve en conflicto.
PEDRO PÁRAMO QUINTERO. DIBUJO POPULAR |
Mi relación con el colegio era difícil: las clases siempre
comenzaban antes de que yo acabara de despertar, muchas veces vi la gran puerta
cerrarse antes de que pudiera cruzarla, y siempre volví a casa con un fardo de
culpas, las tareas que al final no alcanzaría a hacer, por andar pensando en
las lunas de Júpiter. Pero lo importante es que en aquellos tiempos alguien
encarnaba el orden, el centro de gravedad de nuestra vida. El rector, el señor
Páramo, asumía esas tareas con convicción y con profunda responsabilidad. De verdad casi nunca llegué tarde.
Hay seres cuya presencia llena el espacio, cuyo espíritu se
funde con el sueño que han realizado. Él le dio forma a esa institución; y en
un pueblo cambiante, en una edad violenta, supo trazarle un rumbo generoso al
tiempo y un sentido a la vida.
Nombrarlo es nombrar una época. Era la
línea firme y vertical que nos permitía jugar con el espacio, la tradición que
nos permitía experimentar, inventar, incluso levantarnos contra la tradición. Yo le agradezco al misterio del mundo poder
estar ahora, tantos años después, expresándole mi gratitud.
En sus tiempos, por ese colegio fluía el mundo. Habíamos ido
allí a buscar la historia, el lenguaje, los rudimentos de la filosofía, las
perplejidades de la psicología, la ciencia inalcanzable de los números, el
álgebra, “palacio de precisos cristales” como la llamó un poeta, y de pronto,
como un viento poderoso e inesperado, pasaron los años sesenta, que educaban
tanto como las escuelas: el despertar de la juventud planetaria, la invasión a
Checoslovaquia, las canciones de los Beatles, que olían a hierba y a incienso oriental.
Y mientras veíamos pasar los wadis, los ríos que no llegan al
mar, y perseguíamos los cardúmenes, y examinábamos el abdomen de las abejas en
el patio lleno de Leonardo Favio y de Javier Solís, aparecieron las proclamas
de Camilo Torres, la voz de Piero cansada de la tarde, la cercana explosión del
boom latinoamericano, y vimos sin entenderlo cómo lo personal se fundía con lo colectivo.
La muerte de Martin Luther King y la llegada a la Luna se
mezclaban con esos primeros amores que siempre amenazan con ser los últimos:
los ojos de Alba Luz, los labios de Marlén, la voz de Lila. Y las primeras
flores de nieve soleada en las cartas de Gonzalo Arango cayeron sobre las flores de fuego que
iba abriendo el sodio en el agua, y el viento seco de Carlos Santana que nos
trajo Woodstock, se llevó de pronto la adolescencia.
Era la edad de las grandes tormentas. Y yo recordaré siempre que
Pedro Páramo Quintero allá, arriba, entre rayos y tempestades, mantenía el
cielo en su sitio, mientras a nosotros se nos desbarataba entre las manos
nuestro improvisado cielo de cada día.
***
Edición Número 61, Girardot, Marzo 3 de 2019
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