Edición Número 52, Girardot, Enero 16 de 2019:-LA FRANCESA QUE FUNDO LA EDUCACIÓN PREESCOLAR EN EL SALVADOR
Edición Número 52 Girardot, enero 16 de 2019
LA FRANCESA QUE FUNDÓ LA EDUCACIÓN PREESCOLAR EN EL
SALVADOR*
En El Salvador de 1884 había una fuerte presencia de niñez indígena o en zonas
urbano-marginales. / DEM
Cuando el 2 de abril de 1879 la
educadora francesa Augustine Charvin desembarcó en el puerto de La Libertad
tenía 41 años de edad. Nacida en la ciudad de Nancy, antigua capital de la
provincia de Lorena, el 28 de agosto de 1838, llegaba contratada por el
gobierno presidido por el doctor Rafael Zaldívar y formaba parte de un segundo
grupo de personal francés que se necesitaba para reforzar las áreas educativas y
militares del país.
Esta nueva
oleada francesa había sido seleccionada en París por el abogado y escritor
colombiano José María Torres Caicedo, nacido en Santafé de Bogotá en marzo de
1829. Miembro fundador de la Academia de la Lengua de Centro-América, germen
sansalvadoreño de la primera Academia Salvadoreña de la Lengua, entre 1875 y
1885 fungió como representante diplomático salvadoreño ante los gobiernos de
Francia, Santa Sede, Bélgica, Holanda, Inglaterra, España y Alemania. Redactor
de la prestigiosa revista El correo de ultramar, fue uno de los creadores del
término Latinoamérica o América Latina, en oposición a la América Hispana o
Hispanoamérica impulsada por la corona española. Tan destacado personaje para
nuestras relaciones internacionales terminó sus días el 25 de septiembre de
1889, preso en las redes de la locura, amarrado al pie de un poste, en el asilo
para orates de Charenton.
Con un currículo magisterial de más de 14 años, el propósito original de la
señorita Charvin era abrir una institución educativa superior para las mujeres
salvadoreñas, cuyo intento más reciente había sido hecho el 15 de noviembre de
1868 por las institutrices francesas María Lesquoy y Lucía Poupinelle, llegadas
a la capital salvadoreña el 30 de octubre de ese mismo año.
El nuevo Colegio Normal de Señoritas fue fundado en septiembre de 1879 y la
señorita Charvin lo dirigió hasta noviembre de 1882, cuando dicho plantel fue
puesto al mando de Laura Hall y Refugio Morán, quienes renunciarían a sus
cargos en diciembre de 1885.
Con su nombre castellanizado a Agustina y ya alejada de la formación media
de las mujeres salvadoreñas, la educadora gala gestionó ante el mandatario
Zaldívar para que se le permitiera fundar una institución educativa que velara
por la educación de la niñez de aquel El Salvador finisecular.
Así fue como, a inicios de 1884, fue puesto al servicio del público
nacional el Jardín de la Infancia, primer kindergarten nacional y
centroamericano, inspirado en la institución preescolar iniciada en 1837 por
Friedrich Fröbel (1782-1852) en Blankerburg, localidad alemana de donde el
término (kinder, niños y garten, jardín), llevado en manos y mentes de sus
discípulos, se expandió por el oeste de Europa, Estados Unidos y América Latina
entre 1850 y 1870.
Según las innovadoras propuestas del educador germano, todo kindergarten
debía estar basado en la idea de la importancia del juego en la formación de
los niños y niñas, en un ambiente en que se pudieran educar libres y sanos,
mediante juegos, canciones, materiales especialmente elegidos para trabajar e
historias dirigidas a las necesidades de las personas de más corta edad.
Conocedoras ya de esa filosofía educativa, ese primer Jardín de la Infancia
de toda el área centroamericana fue cofundado por la señorita Charvin, la
mentora vicentina Victoria Aguilar y la profesora Carmen Menéndez. Debido al
estado civil de las tres educadoras, es más que probable que de él se derivara
la costumbre tan extendida en El Salvador de llamar “señoritas” a todas las
educadoras de nivel parvulario o preescolar.
Mediante los aspectos lúdicos sugeridos por el método pedagógico de Fröbel
(Froebel), esa primera institución parvularia nacional utilizaba el juego para
desarrollar los cursos de Lectura, Aritmética –que incluía el uso del sistema
métrico decimal, adoptado oficialmente por El Salvador hasta el año siguiente-,
Lecciones objetivas, Geografía, Francés, Historia natural, Principios de
fisiología e higiene, Gramática castellana, Religión, Calistenia y Piano.
Augustine Charvin
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Algunas de estas materias contaban con el auxilio de un museo
escolar y de varios mapas, de fabricación europea, para tratar temas de
geografía física, política y meteorología.
Compuesto por tres secciones
con dos grados cada una –establecidos bajo el criterio de los conocimientos y
no el de la edad-, al Jardín de la Infancia asistía más de medio centenar de
niñas y niños, número que en 1887 se triplicaría.
Entre aquel cúmulo de energía
y algarabía se encontraban José Mejía, Luz Gómez, Clotilde Fiallos, Mercedes
Mejía, Lucía Dreyfus, Adela Delgado, Concepción Peralta, Dolores Castañeda,
Ángela Hidalgo, María Luisa y Enrique Pawski, Josefa Delgado, Fernando Párraga,
Carlos Leiva, Maura Alfaro, María Teresa Mendiola, Salvador Jirón, Emeterio
Paredes, Héctor Blanco, Federico Posada, Francisco Zaldívar, Estanislao van
Severen, Jorge Esquivel; Ignacio y Carlos Zepeda; Leonor, Elena y Carmen
Meléndez; Sara Lemus, Isabel Romero, Ester Meza, Coralia Trigueros, Soledad
Castillo, Laura y Carmen Bousquet; Etelvina Ambrogi, Alfredo Trigueros, Alberto
Bueron; Ricardo y Héctor Moreira; Miguel Fuentes, Manuel Fiallos, Francisco
Lagos, Berta Dreyfus; Concepción y Ángela Manzano; Mercedes Barraza, Dolores
Ayala y Margarita Bernabéu; Vicente Sol, Juan Ramón Uriarte, Carlos Leiva,
Víctor Jerez y Manuel Castro Ramírez.
Según lo reporta el Diario oficial del viernes 12 de
diciembre de 1884, la mayoría de estos niños y niñas se presentó a los salones
de la antigua Universidad de El Salvador (ahora Predio Universitario, contiguo
a la Catedral de San Salvador). Entre el 24 y 29 de noviembre de ese año, allí
se sometieron a diversos exámenes públicos, ante un jurado evaluador compuesto
por los doctores Rafael Reyes, Jorge Aguilar y Esteban Castro. Finalizado ese
requisito de ley, el día 30 aquellos alumnos y alumnas fueron honrados y
premiados por el entonces Ministerio de Instrucción Pública.
La misma fuente periodística
del lunes 21 de diciembre de 1885 reporta que en los exámenes desarrollados
entre el 1 y el 7 de diciembre de 1885 sobresalió la alumna sordomuda Mercedes
Peralta, instruida con grandes empeños y progresos por la profesora Victoria
Aguilar. Pocos años más tarde, la señorita Peralta entró a trabajar como
empleada en el mismo centro educativo. Ese fue el origen de la educación
especial, orientada a la población salvadoreña con minusvalías y
discapacidades.
Hasta 1890, el Jardín de la
Infancia estuvo localizado cerca de la Iglesia de La Merced, sobre la calle del
Calvario, ahora 6ª. calle Oriente. En 1895 se trasladó a un nuevo local,
situado sobre la antigua 9ª. avenida Sur, frente al Hotel Inglés.
Instalado en su nueva sede y
siempre bajo la dirección de la señorita Charvin, el Jardín de la Infancia
desarrolló sus actividades de este año lectivo entre el 1 de febrero y el 25 de
noviembre. Asistían en ese momento 30 alumnos de tres a 10 años -quienes podían
acudir en calidad de externos o medio internos-, al igual que con 49 alumnas de
tres a 14 años, integradas al régimen del plantel en calidad de externas, medio
internas o internas.
Los de menor edad en ese
grupo estudiantil recibían clases diarias de Lectura, Escritura, Dictado,
Francés, Aritmética, Geografía general, Clase objetiva, Moral y urbanidad,
Recitación, Calistenia y Labores de mano. Mientras, los niños y niñas ya
mayores eran instruidos en Lectura explicada, Escritura, Dictado, Traducción,
dictado y gramática francesa, Aritmética, Geometría, Geografía de El Salvador,
Historia de Centro América, Clase objetiva, Moral y urbanidad, Historia sagrada
y Labores de mano.
Poco a poco, la educación
parvularia brindada por esa primera institución centroamericana había ido
calando hondo en las mentes de la población salvadoreña, tan reacia muchas
veces a los cambios positivos. Pero el tiempo también había realizado su labor en
la persona de la señorita Charvin y sus colaboradoras, por lo que hubo
necesidad de establecer un kindergarten en la ciudad capital.
Esta nueva institución,
llamada también Kindergarten no. 2, fue fundada en mayo de 1896 por el
Ministerio de Instrucción Pública, presidido entonces por el humanista integral
Francisco Gavidia. Con sueldos mensuales de 70 y 50 pesos, las educadoras
Asunción Álvarez y Jesús Peña fueron nombradas como directora y subdirectora de
ese nuevo plantel.
Tras muchos años de efectiva
labor docente, Augustine Charvin se retiró de la dirección del kindergarten que
ella fundara. En reconocimiento a su labor, en la sesión plenaria del 14 de
marzo de 1900, la Asamblea Legislativa acordó entregarle un diploma de honor al
mérito “como débil muestra de gratitud por sus servicios a la Patria en la
noble carrera del magisterio”.
Rodeada de pobreza, cerró sus
ojos hacia la eternidad en San Salvador, el viernes 4 de marzo de 1921. Llorada
en sentidos artículos por los periódicos de la época, también recibió el
homenaje del gobierno nacional, que el sábado 5 emitió el acuerdo ejecutivo en
que declara su fallecimiento como “sensible pérdida para el Magisterio
Nacional”.
Sus restos fueron depositados
en una tumba del Cementerio General, pero su recuerdo y su legado educativo
permanecieron en las mentes y corazones salvadoreños durante muchas décadas.
Veinte años más tarde, su
compañera Victoria Aguilar también le rendía cuentas a la vida en San Salvador,
el jueves 25 de septiembre de 1941, a los 72 años de edad. Fruto de su unión
matrimonial con el ingeniero y educador Pedro Bedoya Larrave fue María Agustina
Bedoya Aguilar, quien fungió durante muchos años como directora del
kindergarten capitalino “Agustina Charvin” y como inspectora capitalina de educación
parvularia. Por sus notables aportes en esta rama educativa, su nombre lo
ostentan tres jardines de la infancia, situados respectivamente en Cojutepeque,
en la 19ª. avenida Norte y en la calle 5 de noviembre, estas dos últimas del
área urbana de San Salvador.
Niñez alojada en la Sala Cuna, institución de 1904 aún existente en
la avenida Cuscatancingo, San Salvador. / DEM
Para 1940, las cifras estatales arrojaban la existencia de 51
instituciones parvularias (ocho oficiales, dos municipales y 41 particulares) y
2,717 estudiantes, de un total nacional de 1,285 centros educativos, con una
población escolar estimada en 89,900 educandos. A partir de febrero de 1942, a
muchas de esas escuelas comenzaron a llegar letras y partituras de más de un
centenar de canciones infantiles, traídas desde México por la inquieta
educadora y recitadora salvadoreña Lydia Villavicencio Olano. Ella adquirió
esos materiales educativos de manos de un trabajador veracruzano de la
radiodifusora XEW. Aquel hombre se llamaba Francisco Gabilondo Soler
(1907-1990) y ya era conocido en toda Hispanoamérica como “Cri-cri, el grillito
cantor”.
Según las estadísticas del
Ministerio de Educación, para el año 2017 la tasa neta de cobertura en
educación parvularia fue del 56.3 %, con atención para 225,431 niñas y niños
entre cuatro y seis años de edad. En el caso de la educación inicial de cero a
tres años de edad, la tasa neta cubría apenas el 5.1 % (29,009 niños y niñas)
hasta agosto de 2017. Así, más de 190 mil infantes quedan fuera, año con año,
de los jardines de infancia privados y públicos.
Pese a los cuestionamientos
en cuanto a la calidad de la educación impartida y recibida, es indudable que
se ha hecho un notable avance frente al 27.45 % de cobertura que había en 1994
y mucho más respecto a las cifras de 1940, 1887 y 1884.
Aunque ahora el olvido
histórico bate sus alas sobre sus nombres, la señorita Charvin, sus
colaboradoras y sus discípulas en el arte de educar a las mentes más jóvenes
pueden descansar en paz.
Su obra no ha sido en vano.
En estas dos décadas recorridas del siglo XXI, siempre hay y habrá niños y
niñas a quienes el juego y las demás actividades compartidas educarán y
desarrollarán en sus áreas socioafectiva, psicológica, motora y cognoscitiva.
Así adquirirán las herramientas necesarias para que penetren en el futuro
cercano al vasto universo del conocimiento.
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*Sábado 12, enero 2019 - 12:02 am Diario
El Mundo (San Salvador)
Edición Número 52, Girardot, Enero 16 de 2019
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