Edición Número 48, Girardot, Diciembre 18 de 2018:-LAS LECCIONES DE LA HISTORIA
Edición Número 48 Girardot, diciembre 18 de 2018
LO
QUE SIGNIFICAN LAS LECCIONES DE LA HISTORIA*
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HISTORIA DE LOS BUFONES
La Historia, tal como la conocemos, de la manera que
se enseña a aquellos a quienes se quiere hacer hombres, no es una ciencia: es
un vulgar engaño, un instrumento del cual se sirven las pasiones de los unos y
de los otros, para agrandar o empequeñecer las cosas, negar o atenuar los
hechos, tan pronto elevar sobre el pavés como arrastrar por el lodo a ciertos
hombres, crear influencias ficticias, rechazar otras serias y verdaderas, a
favor de los tiempos, de los partidos y de las ambiciones triunfales o
vencidas.
No puedo oír sin indignación hablar de la gran voz de
la Historia, del juicio de la Historia, de la imparcialidad de la Historia.
Cuando examino de cerca esta gran voz, este juicio, esta imparcialidad, todas
estas palabras sonoras con las cuales se satisface la admiración de la
multitud, veo que los hábiles las explotan audazmente en provecho suyo.
La
historia, juzgando desde lo alto y con imparcialidad, está aún por nacer; por
ahora no es más que una alcahueta complaciente y servil de todas las causas y
de todas las opiniones.*
Bruto
apuñalea a su bienhechor, y la Historia no tiene bastantes palabras para alabar
al virtuoso ciudadano.
Volved algunas hojas del libro, dejad transcurrir
algunos siglos, y Jacobo Clement, Ravaillac y Louvel, son por la misma Historia
señalados con hierro candente con el sello de la ignominia y de la reprobación.
¿Qué
significa esta indigna comedia? ¿Por qué estos ramos de laurel y esta alabanzas
para los unos y esa santa indignación para los otros? ¿Por qué no tienes valor,
tu a quien se llama la maestra de los pueblos y de los reyes, de fustigar a los
asesinos de todas las épocas, y de rechazar como medio la traición, el puñal y
el veneno?
Es en
vano que busque tus principios: no puedo hallarlos.
¿El
famoso de que el fin justifica los medios, procede de ti?
Tentado
estaría a creerlo, viéndote sin pudor de clase alguna admirando o ensalzando el
mismo hecho, como considerándolo indigno y despreciable para las edades futuras.
¿Quién
te paga esta obra tenebrosa de bajeza e inmoralidad? ¿Es esto todo lo que
puedes y debes enseñarnos?
Un loco
revoluciona el Asia; durante quince años arrastra como séquito los despojos de
veinte pueblos vencidos y diezmados; deja huellas profundas de su paso sobre la
tierra por el hierro, el fuego y la devastación, y tú en presencia de tantas
ruinas y de tantas miserias, sólo tienes cantos de triunfo para ese nombre
maldito, que se convierte, gracias a tus estúpidas adulaciones, en Alejandro Magno.
Ah! Sin
embargo tu héroe no es completo; hallas una sombra en el cuadro: Alejandro se
embriagaba y mató a Clito. Y olvidando los millares de hombres a quienes ese
loco cavó la tumba, te dignas darle una pequeña lección de moral, demostrando,
en distintas ocasiones, que si hubiera sido más sobrio no habría muerto a su
amigo.
Después,
siempre con la misma lógica, Atila, Tamerlán, Gengis khan, son considerados por
ti, imparcial Historia, como azotes devastadores y monstruos sedientos de
sangre.
¿Por qué? Porque al fin son vencidos y junto con sus
hordas indisciplinadas no han logrado fundar nada.
Aplaudir
a los audaces afortunados, vituperar a los audaces que fracasan; elevar sobre
el pináculo de la gloria a los destructores de naciones y olvidar a las víctimas:
considerar como conquistadores a los que triunfan y como aventureros a los que
sucumben, esa es tu misión: no nos hables, pues, de tu imparcialidad, de tu
grandeza, aduladora de las suertes propicias, vil esclava del dios éxito!*
César, que destruyó ¿no es para ti más grande que Vercingétorix que defiende su patria? ¿Has sabido, acaso, sujetar tus juicios a la eterna ley moral, que aprecia el hecho por el hecho mismo, rechaza el crimen porque es crimen, y no incurrirá jamás en excusarlo por la intención y el fin que se propone?
¿Qué has
hecho de la gran idea de la divinidad? Cuan no la niegas por completo la
mezclas tan íntimamente con las debilidades y cobardías de la especie humana,
que en verdad no se sabe si es preferible que no te ocupes de ella.
Sabes
por qué la Humanidad lucha tan penosamente desde siglos para alcanzar el bien y
la fraternidad universal, que debe constituir la única ambición del porvenir?
Porque tu anciana narradora de espíritu débil, no has tenido el valor de
separar nuestra cuna de todas las fábulas y de todas las supersticiones que la
rodean; y el hombre que formas está
obligado a emplear las energías de su edad madura en extirpar, antes de poder marchar hacia
adelante, todos los errores que tu enseñanza le ha legado.
Del
mismo que la Ciencia ha empleado siglos y siglos en hacer mover la tierra
porque le plugo a un iluminado hacer parar el sol; del mismo modo, con los
leños encendidos, los misterios de Isis o de Eleusis, las revelaciones en Las
cumbres de las montañas rodeadas de rayos y truenos, los sortilegios y milagros
que has recogido sin atreverte a combatir, la razón moderna no puede avanzar
con plena independencia, sujeta como está a veces por todas estas ilusiones del
pasado que tienen partidarios encarnizados y que no se pueden vencer en un día.
La Historia que merecerá el nombre de tal será aquella
que basada en la eterna justicia, en la eterna moral y en la eterna moral y en
la eterna verdad, rechazando toda componenda, toda transacción de conciencia,
juzgará con igual severidad, pesará en idéntica balanza los actos del débil y
del fuerte, las faltas de los pueblos y de los reyes, los crímenes de los
aventureros y de los conquistadores.*
Hasta el
presente la moral de la Historia no se ha elevado por encima de esto:
Cartuche
no ha llegado a reunir más que una cuadrilla de trescientos hombres: Es un
bandido;
Alejandro
ha podido reunir y arrastrar tras de sí
a más de cien mil pillos: Es un genio;
El
Condestable de Borbón ha levantado la bandera de la revolución contra su rey;
no ha obtenido éxito: Es un traidor.
César ha
pisoteado las leyes de su país; ha triunfado: Es un gran hombre.
¡Qué
perversión han de producir en la mente semejantes estudios!
Nosotros
los que soñamos en un porvenir de concordia, de trabajo, de paz y de libertad,
inculquemos a nuestros hijos el odio a ese pasado corrompido; apartemos de
ellos a la prostituida Historia que solo ha sabido humillarse ante la fuerza
brutal que triunfa, los traidores favorecidos por la suerte y los destructores
de naciones. Enseñémosles que aquellos que lanzan unos pueblos contra otros,
como fieras en celo o gladiadores pagados, son seres malditos, escoria de la
humanidad a los que es preciso señalar con la nota de infamia.
Sepamos
hacerles distinguir entre los heroicos defensores del suelo patrio, del hogar
doméstico, y aquellos vulgares ambiciosos que convierten en trono un campo de
matanza. Demostrémosle que no existe un Dios de los ejércitos, y que los cantos
triunfales de un Te Deum y de un Hosanna, cuando veinte o treinta mil
hombres han sido degollados la víspera, sólo son manifestaciones bárbaras e
impías, y que el Ser Supremo, cuya bondad iguala a su poder, debe volver la
cabeza para no oírlos.
Después,
destruyamos por su base todos los mitos, todos los misterios, todos los
milagros que no tengan explicación física, medios de dominación inventados en
la infancia de los pueblos, y que se tiene mucho cuidado en renovar en la época
de madurez. Apartémonos de todas las intolerancias religiosas que convierten a
lo <<divino>> y a lo <<revelado>> en instrumentos del
poder, para seguir sólo las luces de la conciencia y de la razón.
De esta
manera habremos profundizado el verdadero surco del porvenir, arrojado la
semilla y preparado la cosecha.
Que
se sepa: el momento es solemne. Es necesario romper sin vacilaciones, sin mirar
hacia atrás, con un pasado que hasta el presente no ha sido poderoso más que
para la destrucción, sino queremos dar a las generaciones futuras un ejemplo
más de civilizaciones caídas por la corrupción y la teocracia.*
JACOLLIOT
*NOTA: El subrayado es del compilador (CARLOS ARTURO RODRÍGUEZ BEJARANO)
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LA PLUMA/ GIRARDOT/
NÚMERO 6/ 1912
Edición Número 48, Girardot, Diciembre 18 de 2018
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