martes, 31 de julio de 2018

Edición Número 28, Girardot, Julio 31 de 2018.  TOCAIMA: LUGAR DE LA ANTIGUA CIUDAD

                                                            Edición Número 28, Girardot, Julio 31 de 2018




LUGAR DONDE EXISTIO LA ANTIGUA CIUDAD Y DATOS QUE ALGUNOS ANTIGUOS ESCRITORES DEJARON SOBRE LOS NATURALES Y LA TIERRA

POR ALEJANDRO CARRANZA B.



TOCAIMA
FUENTE: SAN DIONISIO DE LOS CABALLEROS DE TOCAIMA



Fray Pedro Simón trae dos indicaciones sobre el sitio preciso en que estuvo situada la primitiva Tocaima. En la página 54 de la “Sexta Noticia Historial”, dice: “está al oeste de esta ciudad de Santafé, quince leguas, algo inclinada al noroeste, tres grados y treinta y cinco minutos de latitud al norte y sesenta y ocho grados y treinta minutos de longitud al oeste.” Luego en la página 288, capítulo XLII, “Séptima Noticia”, dice que estaba situada “en sesenta y ocho grados y treinta minutos de longitud y tres y treinta y cinco minutos de latitud.” Es decir, la misma indicación, invertido el orden.

Juan Flórez de Ocariz da el dato siguiente: “Tiene iglesia parroquial y convento de Santo Domingo; está a quince leguas de Santafé al oeste, quarta al noroeste y en tres grados y treinta y cinco minutos de latitud al norte y sesenta y ocho grados y treinta minutos de longitud, es calidísima y sin sereno, de corta vecindad y tiene mina de piedra imán.” Como se ve, estas indicaciones concuerdan con las de Simón, de quien quizá las tomó.

Escritores de aquella época y de los siglos XVII y XVIII nos dejaron descripciones de la ciudad, algunas muy interesantes, como la del padre Oviedo, que pinta el estado de decadencia en que se encontraba Tocaima en su tiempo y que en su lugar copiaré. Siguiendo el orden cronológico, por ahora voy a referirme a otras más antiguas.

Fray Alonso de Zamora en su “Historia de la Provincia del Nuevo Reino de Granada”, libro segundo, capítulo 19, que trata de la fundación de Tocaima, cuenta que el primer párroco fue fray Andrés de los Ríos y el primer prior del convento de Santo Domingo fue fray Antonio de la Peña, quien, como se recordará, iba en la tropa de Venegas. Ese convento fue el tercero que tuvo la Orden en el Nuevo Reino y subsistió hasta principios del siglo XIX.

Al hablar Zamora de las costumbres de los naturales cuenta que se teñían las pantorrillas y los brazos y mascaban ciertas hojas para ennegrecerse los dientes, lo cual era considerado entre ellos como uno de sus mayores encantos. Se agujereaban los labios y las narices para ponerse adornos de oro en forma de aros o anillos grandes, semiabiertos. Todavía en algunas guacas se suelen encontrar. Las mujeres preferían no tener hijas, porque siendo este un pueblo esencialmente guerrero, les placía que fuesen varones.
Según el mencionado cronista, no adoraban estos indios cosa alguna. Preferían la luna al sol porque los refrescaba en los grandes calores.

En una obra publicada en Barcelona, en 1933, por el profesor A. Ibot, bajo el título “Los trabajadores del río Magdalena en el siglo XVI. Geografía histórico-económica”, se halla un documento que probablemente fue escrito entre 1550 y 1581 y que dice: “La ciudad de Tocaima es tierra caliente; el servicio de los Yndios es personal que los echan alguna quadrillas a sacar oro y otros a sembrar trigo, cevada y mayz; es tierra de muchos ganados vacunos que vale un novillo un peso y medio; es tierra do se cojen ubas y otras muchas futas; dan las palmas dátiles a tres años de como se siembran.”

Por su parte, Marco Jiménez de la Espada en su estudio sobre “Juan de Castellanos y su Historia del Nuevo Reino de Granada” trae, tomado del “Epítome”, lo siguiente: “De esta tierra y nación de los panches hay muy poco en su religión y vida moral que tractar, porque es gente tan bestial que ni adoran ni creen en otra cosa sino en sus deleites y vicios ni a otra policía ninguna tienen respeto. Es gente que no se les da nada por el oro, ni por otra cosa alguna sino por comer y holgar, especialmente si pueden haber carne humana para comer, que es su maior deleite y para este solo efecto hacen siempre entradas y guerras en el Nuevo Reino.”

Juan López de Velasco en su “Geografía y descripción universal de las Indias”, obra escrita por loa años de 1572 a 1575, hace esta referencia: “La ciudad de Tocayma, en sesenta y tres grados de longitud y cuatro grados de altura, está de Santafé quince leguas de buen camino para recuas y de la ciudad de Ibagué otras quince, y como otras quince de San Sebastián de Mariquita.

“Es pueblo de sesenta vecinos españoles, los treinta encomenderos y los otros treinta mercaderes y oficiales; cincuenta y nueve pueblos de indios y en ellos tres mil doscientos indios tributarios. Hay teniente de gobernador en esta ciudad y dos alcaldes ordinarios y un alguacil mayor, es de la diócesis del arzobispado de Santafé, y hay en este pueblo un monasterio de dominicos, en que habrá como cuatro frailes y otros cuatro en las doctrinas.

“Pobló esta ciudad el capitán Hernán Venegas, vecino de la ciudad de Santafé, el año 45 (equivocado, el paréntesis es mío) por comisión del  Adelantado don  Alonso Luis de Lugo; las casa son todas de madera y paja; la tierra toda de esta comarca es muy doblada, de grandes quebradas, hay partes en ella calidísimas y otras templadas; hay muy malas aguas y no se da en las partes calientes trigo ni cebada; en las frías y templadas se da todo muy bien y parras, higueras y granados; generalmente hay buenos pastos y así los vecinos tienen muchas yeguas, vacas, ovejas y cabras; hay minas de oro en la jurisdicción de este lugar y había gran cantidad de indios, que se han acabado con cargas y una pestilencia que hubo en los años pasados.”

“Los indios de esta tierra andan desnudos; comen todos carne humana y no tienen ningún género de idolatría y así son fáciles de convertir a la doctrina cristiana. Desde la ciudad de Tocaima hasta la de Timaná, que por esta parte es el primer pueblo de la gobernación de Popayán, hay sesenta leguas de despoblado, donde está el valle y pueblo de Neyba, de tierra calidísima y muy infestada de mosquitos, gran número de víboras de cascabel y dragoncillos voladores, tigres y leones y otros animales fieros que han destruido los indios del valle de Neyba.”

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FUENTE: SAN DIONISIO DE LOS CABALLEROS DE TOCAIMA / EDITORIAL ABC BOGOTA MCMXLI






Edición Número 28, Girardot, Julio 31 de 2018



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