miércoles, 25 de octubre de 2017



Edición Número 7, Girardot, Octubre 25 de 2017 – GUATAQUÍ EN EL SIGLO XVI 



                                                                 Edición Número 7, Girardot, Octubre 25 de 2017



GUATAQUI EN EL SIGLO XVI

POR CARLOS ARTURO RODRÍGUEZ BEJARANO

De acuerdo con el Diccionario Indio del Gran Tolima de Pedro José Ramírez Sendoya, el término “Panches” significa PAN: Montaña y CHES: Tribu, Gentes, esto es “Gentes de la Montaña”.
Tras la llegada de los españoles a América comenzaron a sucederse fundaciones de Ciudades, Villas, Pueblos y Lugares: estaba en marcha la construcción de un orden jerárquico para controlar, sojuzgar y expoliar a los naturales y tierras de lo que luego conoceríamos como América.
En nuestro país, durante el siglo XVI se fundan 98 localidades que sobrevivieron en el tiempo y actualmente son municipios. Guataquí fue uno de los lugares fundados, no fue ciudad como Mariquita (ciudad minera) o Tocaima (ciudad de frontera) o como Honda (primero Villa y luego el puerto más importante de la Región Central durante la Colonia). No se conoce hasta el momento, qué día y número del mes de abril de 1.539, se fundó exactamente Guataquí. Abril es un mes reconocido tradicionalmente como lluvioso, encantador y virtuoso, sin él (sin la lluvia, ella) reina la desesperanza y tal parece que en ese precioso momento, sobraba la acción. Se presume que fue un día soleado. Los rituales fundacionales en el trópico bajo la lluvia no tienen buen futuro. Sí se sabe que se ha dicho que dos españoles desesperados la fundaron  en medio de la selva a orillas de Yuma o de Huacacayo (Río de las Tumbas), nombres bellísimos a lo cual ellos poca atención prestaron porque los bergantines ya flotaban sobre el agua cubierta por La Magdalena. ¿Tenían o no autorización para fundar pueblos de acuerdo al ritual hispánico prescrito por la metrópoli, JOSE BOTIN y PROTASIO SOLAQUES Y CUPITOS? Es preciso profundizar en las fuentes de los archivos.
Tenían autorización moral española; pienso que es posible porque si bien Guataquí no tuvo preeminencia dentro de la primera oleada fundacional española, sí era considerado un lugar estratégico de cruce de caminos y región donde confluían por lo menos cinco ríos. El hecho de fundarlo poseía una connotación netamente política y militar. En esos años la lucha por someter a las comunidades indígenas de origen Caribe en la Zona del Alto Magdalena: Panches, Pijaos y Colimas, era prioridad; sin olvidar el oro que extraían del río los Panches. Su situación geográfica permitía a los viajeros indios inicialmente y a los europeos luego, comunicarse rápidamente con el occidente a través de Piedras e Ibagué. Precisamente los “Pueblos de Indios” se crearon para controlar y mantener segregados a los indígenas, todo dentro del orden soñado por los reyes españoles y la Iglesia Católica.



Colección CARB


Guataquí surge a los ojos del mundo occidental cuando los indios se topan con los bárbaros. No dejan de ser paradojales dos hechos que la enmarcaron desde su fecha fundacional:
Su cacique mayor (recordemos que estas tribus estaban organizadas como cacicazgos), que a fuerza de no tener información sobre su nombre llamaremos Guataquí, se encontraba aliado con otras tribus Panches dentro de la geo estrategia de copar el país Muisca para reducirlo y de paso a los españoles asentados en región tan rica y poblada. Esa connotación de alta política estratégica y militar en un supuesto “Pueblo de Indios” nos pone a pensar que el significado organizativo de los naturales de allí se presentaba muy representativo para los españoles, quienes no deseaban dejarse sorprender por tan excelentes enemigos diestros en la guerra.
El otro hecho es que sin pretenderlo para la posteridad el apellido de uno de sus fundadores, BOTIN, hace alusión a uno de los referentes que incrustado en la mentalidad del conquistador y colonizador, habría de causar calamidades a las tribus indias. Todos los que participaron en la anexión del continente a España venían por la parte de su botín (oro, esmeraldas, tierras, animales e indias).  ¿Cómo entrelazar la fina y alta política estratégica con la ausencia de elementos éticos? La paradoja permea la historia de esta zona y la del país.
Se dice que los Panches no eran agricultores sino tribus fluviales y cazadoras; pero debe ahondarse más dada la “expansión maicera” que permitió a las tribus caribes, ascender las montañas para ir tras el reino mejor organizado de la región central y que dados los intercambios con caribes y chibchas, es probable que hayan desarrollado el cultivo y la producción del cereal. Por sus tierras trasegaron los amantes del oro, en busca de El Dorado y de las minas de plata de Mariquita; esquizofrénicos españoles preferían la ruta de Guataquí bordeando el río seco para arribar a Tocaima (fundada en 1.544 como ciudad de frontera) y de allí al Valle de los Alcázares, hoy Sabana de Bogotá. La facilidad para llegar pronto al Río Magdalena desde Santafé nos demuestra el hecho de haberse constituido  en el primer puerto del Alto Magdalena y de haber pasado a la historia con el dudoso honor de que desde sus playas embarcaron hacia el reino español el 1º de Junio de 1.539, Gonzalo Jiménez de Quesada, Nicolás de Federmán y Sebastián de Belalcázar a contarle al rey en el lenguaje medieval de Nebrija que tanto habían robado, violado y demás con el apoyo de Roma. 20 días tardaron desde Bogotá hasta el momento de embarcar.  
Guataquí antes de la fundación mencionada ya era conocida por Adelantados españoles. Contaremos la expedición de Gonzalo Jiménez de Quesada y de su hermano cuando encontraron un camino por Guataquí que les permite ahorrar tiempo desde el Magdalena hasta Santa fe.
Dado que la proximidad de los españoles con el reino de los Panches por un capricho del destino influyó de manera determinante en su futuro, bosquejaremos la expedición de Gonzalo Jiménez de Quesada hacia el interior a través del Río Grande de la Magdalena.
A través de la expedición que algunos consideran más bien una odisea, los españoles no sufrieron ataques; sin embargo extrañamente el hambre y las enfermedades si los diezmaron. Tan sólo la tercera parte de su ejército llegó al reino Muisca. Cada participante iba por su cuenta y riesgo, sin salario o garantía alguna, excepto la esperanza de recibir la parte en el botín en el evento que se lograra. Este respondía a una costumbre o a un convenio entre los participantes. La expedición de Jiménez de Quesada se inició en abril 5 de 1536. En octubre de ese mismo año el ejército del Adelantado arriba a la desembocadura del Río Opón, allí descubren una sal compacta de origen mineral que hace derivar la percepción de éstos, en alguna organización humana lo suficientemente poblada que explicara el intercambio de sal por otros productos.
A fines de diciembre, el Capitán Gallego al mando de los bergantines se devuelve a Santa Marta presumiendo la escasa suerte de quienes continuaron adelante. Jiménez en marzo de 1537 pasa por Vélez y el Valle de Moniquirá alcanzando la meseta Chibcha y habiendo reunido por el camino una buena cantidad de oro y esmeraldas, obteniendo muchas veces durante un día lo que no logró en 11 meses de jornada. No encuentra resistencias de los “Pueblos de la Sal”; el 22 de ese mismo mes arriba al Valle de los Alcázares como lo llamaron, hoy Sabana de Bogotá.
La oposición armada de los Muiscas resulta ineficaz frente a los arcabuces con pólvora; el reino Muisca queda en manos de Jiménez y sus hombres iniciándose el proceso fundacional de Santafé que se caracterizaría durante toda su existencia por su primacía jurídica, administrativa y política más que económica, en una centenaria lucha con la primacía de Cartagena de Indias. Los días subsiguientes fueron de robo y expolio de oro y esmeraldas. A fines de 1537 se reciben noticias de la existencia de un “Valle de las Minas” (Neiva), habitado por indios supuestamente muy ricos. Hacia ese valle se dirige el caudillo por el camino de la cordillera, con una parte de la soldadesca. Desilusionado regresa a Bogotá en febrero del año siguiente (1538), trayendo consigo apenas 4000 pesos de oro. Sin embargo, al regreso encontró un nuevo camino a la meseta Chibcha, bajando por el Valle del Río Magdalena hasta Guataquí y subiendo luego a Bogotá (Santafé). Entre tanto su hermano Hernán Pérez de Quesada, alguacil mayor no resistió la tentación de El Dorado; leyenda ésta que tal vez pueda enmarcarse dentro del proceso de resistencia invisible de las sociedades indígenas contra el invasor español. La tentación de El Dorado tuvo una desastrosa influencia en la anexión del norte de Sudamérica.
Considerando suficientemente esquilmada la región en junio de 1538 procedieron a repartir el botín.



Vista aérea (Colección CARB) 



Ferry en desuso (Puerto de San Juan)
(Colección CARB)



Templo Católico de Santo Domingo de Guzmán 
(Colección CARB)


                                               Edición Número 7, Girardot, Octubre 25 de 2017

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