Edición Número 6, Girardot, Agosto 24 de 2017
INSTRUCCIÓN PÚBLICA
Para llevar a feliz término la obra colosal del verdadero progreso nacional, necesitamos hombres que usen bien sus fuerzas, que acumulen la energía de su carácter, la sabia de su cerebro, que luchen con violencia, con ímpetu, hasta convertir esa energía en empresas productivas, en obras tangibles, en hechos monitorios. Hombres que persuadidos de su papel, investiguen a la ciencia sus más ocultos secretos para obtener de ella explicación cierta de sus dudas o temores. ¿Y dónde encontramos estos hombres? Educando los niños que se levantan, porque la educación es a un tiempo poderosa palanca para levantar una generación de hombres y verdadero molde en que la masa humana puede vaciarse y recibir sello indeleble.* ¿Y será verdad que para cambiar la corriente en que ha venido envuelta la juventud se debe poner la educación primaria y superior en manos extranjeras? No lo creemos así. En nuestro país hay verdadera vocación pedagógica y abnegación para seguir el espumoso apostolado de la enseñanza hasta el sacrificio. Establézcanse Escuelas Normales en todas las capitales de los departamentos dirigidas por pedagogos de los países más adelantados y se verán salir de allí los apóstoles que han de formar los hombres del presente siglo.
Emprendamos, pues, una nueva cruzada contra la ignorancia, procuremos darle a la juventud que se levanta enseñanzas verdaderamente científicas y prácticas, es decir una educación que forme seres vigorosos física, moral e intelectualmente. Consagremos a la obra de esta reforma nuestros esfuerzos y meditación, difundamos la instrucción y la moralidad en todas las clases sociales.
La ignorancia es una enfermedad que mata las sociedades y mantiene al hombre en perpetua esclavitud.
Para curar este terrible mal tan peligroso en lo moral como la peste bubónica en lo físico, es preciso hacer sacrificios de dinero, de tiempo y de esfuerzos. Secundemos la obra del gobierno estableciendo en todas partes colegios privados para educar allí a los hijos de la clase pobre que no pueden ir a la capital de la República. Es preciso buscar y esperar nuestra prosperidad de nuestros propios esfuerzos. Fundemos establecimientos donde no sólo se enseñen ciencias sino también artes y oficios. Es necesario que una parte de la juventud renuncie a estas carreras, que hacen posible, no digo morir de hambre, sino vivir del pan amargo de la caridad pública. Es necesario separarnos de la empleomanía que da escasamente el pan de cada día, pero no la independencia que hace al hombre dueño y señor de sí mismo.
Eduquémonos, mejorémonos, elevémonos todos, desde el primero hasta el último, y los ferrocarriles y la riqueza brotarán naturalmente, como brota la yerba en las vegas de nuestro majestuoso Magdalena.
Escuela República Argentina, sede Exposición Industrial de Girardot, 1932
*N. del C.: El subrayado es del compilador.
E. C. PÁRAMO
(GIRARDOT Serie 2ª, Girardot, Agosto 29 de 1908, Número 14)
(EUFRASIO CUCUMÁ PÁRAMO, ORIUNDO DE ORTEGA (TOLIMA), AFAMADO EDUCADOR Y PEDAGOGO, DIRECTOR DEL INSTITUTO GIRARDOT (1904), EL MÁS IMPORTANTE CENTRO EDUCATIVO PRIVADO GIRARDOTENSE, DONDE LAS CLASES POBRES TUVIERON LA OPORTUNIDAD DE ESTUDIAR CON SU APOYO Y DE QUIENES IMPULSABAN ESTE PROYECTO POPULAR Y DEMOCRÁTICO. SE CONSTITUYÓ EN EL PRIMER GRAN EDUCADOR DE GIRARDOT EN SU HISTORIA)
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