Edición Número 157, Girardot, Abril 9 de 2021:-LA HERENCIA INMORTAL
LA HERENCIA INMORTAL
POR JOSÉ JOAQUÍN NIÑO ESPINOSA*
EL DIARIO – LÍNEAS
EDITORIALES
VIERNES, 9 DE ABRIL DE 1954
Puede seguir inexorablemente la marcha de los tiempos.
Puede cambiar la fisonomía material y moral de las cosas. Nuevos hombres con
nuevas tendencias pueden aparecer en el escenario nacional. Convulsiones
sociales y políticas de diverso orden pueden transformar sistemas, modificar
criterios y revolverlo todo. Pero algo se conservará en Colombia de modo
inmarcesible: El nombre glorioso, el recuerdo agradecido y la enseñanza pródiga
de la vida fecunda y de la obra densa de Jorge Eliécer Gaitán. La aureola de
gloria del gran caudillo y mártir pertenece a la historia como legado
sacrosanto. El espíritu de Gaitán vive y perdurará entre su pueblo que le
entendió, que le obedeció y que supo amarle. La memoria agrada del gran
sacrificado es a manera de faro luminoso del pueblo y hacia él dirige sus
miradas anhelantes el hombre colombiano cada vez que la amargura y la
desesperanza surgen en su camino. El nombre de Jorge Eliécer Gaitán está tocado
de inmortalidad.
El pueblo liberal de Colombia ha marchado muchas veces
tras el pendón victorioso de caudillos ilustres cuyos nombres ocupan lugares de
preeminencia en el altar de la historia. Por fortuna y para lustre de ese
pueblo, esos adalides trajinaron mayormente por los predios civiles, civilistas
y civilizados que por los vericuetos del caudillismo bárbaro. Los nombres de
Herrera y de Uribe estuvieron antecedidos del título de General, en buena lid
adquirido. Pero en la vida de estos próceres predominó la tendencia civil.
Herrera esculpió en piedra de inmortalidad su lema de “la patria por encima de
los partidos”, que es todo un tratado de civilidad; la espada de Uribe, con ser
muy fulgurante en la épica jornada de Peralonso, brilló menos que su pluma y su
verbo en las lides del parlamento y de la prensa.
La revolución por los medios civiles encontró al fin
su encarnación perfecta en la envoltura humana de Jorge Eliécer Gaitán. La
América no ha contemplado en mucho tiempo un prestigio de mayores dimensiones,
un líder más genuinamente popular, un apóstol más auténtico del pueblo, más
ahincadamente orientado a su servicio y rodeador de mayor fervor
multitudinario. Gaitán vivió por el pueblo, y por el pueblo murió. Cuando, como
en la leyenda bíblica, se vislumbraba la tierra prometida, en forma aleve y
cobarde, que estremeció al mundo, fue tronchada su vida portentosa.
En un día como hoy, hace de ello seis años, volvió al
seno de la tierra fecunda la envoltura carnal de Jorge Eliécer Gaitán. La
patria enlutó sus banderas y en todo hogar colombiano hubo crispaturas de
estupor y lágrimas de ira. Los senderos abiertos y claros que Gaitán le había
abierto al Liberalismo con sus enseñanzas inmortales, su intrepidez de hierro y
su iluminado corazón, parecían cerrarse con las tablas de su ataúd. Con el
último latido de su corazón y el susurro de su postrer aliento, parecían
esfumarse las esperanzas de redención del pueblo. Al sellarse para siempre los
labios del Caudillo se temía que ese silencio seguiría reinando sobre los
campamentos de sus huestes adoloridas.
Pero ello no fue así. No podía ser así. Desde las
augustas sombras de lo eterno, Gaitán sigue velando por su pueblo. Su obra no
fue estéril y su sangre no se derramó en vano.
__________________
*José Joaquín
Niño Espinosa (1913-1982). Fundador y director de EL DIARIO, el único
periódico diario que ha tenido la ciudad de Girardot (Cundinamarca), circuló de
1951 a 1977. Historiador, periodista, líder social y político liberal, Miembro
Correspondiente de la Academia de Historia de Cundinamarca.
______________________
Fuente: Periódico EL DIARIO /
N° 867 / GIRARDOT / VIERNES 9 DE ABRIL DE 1954 / GIRARDOT
__________________
ADMINISTRADOR Y COMPILADOR: CARLOS ARTURO RODRÍGUEZ
BEJARANO
No hay comentarios:
Publicar un comentario