Edición Número 149, Girardot, Noviembre 25 de 2020:-SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Edición Número 149 Girardot, Noviembre 25 de 2020
Introducción
El 1 de septiembre de 1939, hace justo 80 años esta semana, comenzaba la Segunda Guerra Mundial, el conflicto militar más importante de la Historia de la Humanidad. A lo largo de sus seis años de vida, una cantidad aún indeterminada de personas (entre 50 y 70 millones) murieron a causa de los combates, las enfermedades, las hambrunas, las matanzas y las represalias que se llevaron a cabo. El conflicto llegó a extenderse por la inmensa mayoría de países del mundo, abarcando la tierra, el mar y el aire desde Siberia hasta Madagascar, y desde Francia hasta Australia. Sus hechos han servido para producir cientos de miles de libros, películas, series y documentales, así que cabe preguntarse… ¿qué fue lo que provocó la contienda? ¿cuáles fueron realmente las causas de la Segunda Guerra Mundial?
Causas de la Segunda
Guerra Mundial
A la hora de pensar en un conflicto de tal magnitud, sería demasiado simplista concluir que fue por culpa de un determinado acontecimiento o personaje. También sería un error pretender hacer un estudio pormenorizado de todos y cada uno de los factores sociales, políticos, económicos, culturales e ideológicos que interactuaron entre sí para provocar el estallido de la guerra, ya que ese no es el objetivo de este artículo. Más bien, lo que se pretende aquí es hacer un breve resumen de las más destacadas causas de la Segunda Guerra Mundial: la humillación alemana tras la derrota en la Primera Guerra Mundial y la firma del Tratado de Versalles, la pérdida de confianza en las instituciones provocada por la crisis económica mundial generada con el Crack de la Bolsa de 1929, y la política de apaciguamiento realizada por las grandes potencias occidentales en los años 30. La combinación de estos y otros factores fue el caldo de cultivo perfecto para que Adolf Hitler desarrollara el virus de la guerra.
El injusto Tratado de
Versalles
Al acabar la guerra,
los británicos y los franceses decidieron impedir que en el futuro volviera a
suceder una experiencia tan terrible como la Primera Guerra
Mundial, por lo que descargaron toda su ira sobre los alemanes. Así, en cierto
sentido, el conflicto que comenzó en la madrugada del 1 de septiembre de 1939
no era más que una continuación del que había terminado el 11 de
noviembre de 1918. Las condiciones de paz impuestas por las principales
potencias vencedoras de la Gran Guerra −los Estados Unidos de Woodrow
Wilson, la Gran Bretaña de David Lloyd George, la Francia
de Georges Clemenceau y la Italia de Vittorio Emanuele
Orlando− se materializaron en cinco tratados de paz, de los cuales el más
famoso es el que sirvió para establecer la paz con Alemania, el Tratado
de Versalles.
Por el Tratado de
Versalles, (que puede consultarse íntegro en este enlace)
las potencias vencedoras sometían a Alemania a una serie de condiciones
irreales que sin duda representan una de las mayores causas de la
Segunda Guerra Mundial. Los objetivos del tratado eran varios, siendo el
principal de ellos la necesidad de controlar y reducir el poder
político, económico y militar de Alemania. Para justificar sus cláusulas
abusivas, Alemania tuvo que reconocer que era la única responsable del
estallido de la guerra, y aceptar por ello todas las consecuencias. En primer
lugar, se reestructuró el mapa de Europa, tanto para debilitar a
los alemanes como para llenar los grandes vacíos de poder que habían dejado en
Europa y Próximo Oriente la caída simultánea de los imperios ruso,
austrohúngaro y otomano. De este modo, Francia recuperó Alsacia-Lorena,
una amplia zona oriental pasó a ser de Polonia, se ocupó militarmente una parte
de la zona occidental del país, y las fronteras sufrieron modificaciones.
Al final, el Tratado de Versalles solo contó con el apoyo real de Francia y Gran Bretaña, pero eso no impidió que se ejecutara. Se impidió a Alemania poseer una flota importante, se le privaron de todas sus colonias de ultramar (que pasaron a ser británicas y francesas), se le prohibió contar con fuerzas aéreas y se redujo su ejército de tierra a solo 100.000 hombres. Además, se le impusieron unas indemnizaciones económicas bajo el concepto de «reparaciones de guerra», valoradas en 132.000 millones de marcos-oro, cuyo pago no se terminó de realizar hasta el año 2010.
La crisis del
capitalismo: el Crack del 29
Otra de las grandes
causas de la Segunda Guerra Mundial llegó justamente 10 años después del
Tratado de Versalles. Si la economía mundial en general, y la alemana en particular,
hubieran vuelto después de la Gran Guerra a un próspero sistema de crecimiento
y expansión, quizás las cosas habrían sido diferentes. La realidad es que entre
el 24 y el 29 de octubre de 1929 se produjo el «crack»
de la Bolsa de Nueva York, la mayor caída de los valores de Wall Street de
la Historia. Más de 13 millones de títulos que cotizaban a la baja no
encontraron compradores, por lo que ocasionaron la ruina de miles y miles de
personas. En los siguientes años, las caídas continuaron hasta que, en julio de
1932, se había esfumado el 90% del valor de las acciones
estadounidenses.
Como consecuencia del
inicio de la mayor crisis económica del siglo XX, Estados Unidos
acabó con la débil recuperación económica del Viejo Mundo. Para tratar de solventar
su crisis interna, los americanos comenzaron a reclamar los créditos que habían
concedido a los países europeos y cerraron el grifo del mercado internacional,
lo que hizo colapsar las economías europeas. La crisis económica fue tal que,
solo entre 1929 y 1932, las importaciones comerciales de EEUU cayeron un 70%,
mientras que las exportaciones bajaron hasta un 50%.
Alemania fue una de
las naciones más afectadas en todo por el mundo por el crack del 29. Este país
había recibido préstamos por un valor de entre 200 y 300 billones de
marcos, la mitad de ellos a corto plazo, lo que convertía a la economía
alemana en extremadamente sensible e inestable. Entre 1929 y 1933, la
producción industrial alemana cayó al menos un 33% y el paro se disparó
hasta el 44%. Es decir, que llegó un momento en el que casi la mitad de las
personas en edad de trabajar de un país en el que vivían cerca de 65 millones
de personas no tenía trabajo.
Si ya la gran
inflación de 1923-1924 afectó seriamente a la seguridad y la confianza
de los ciudadanos en sus instituciones democráticas y liberales, la depresión
sin fin provocada por el Crack del 29 había sido el hecho determinante que echó
a la población alemana a los brazos de Adolf Hitler. En septiembre de 1930, el
Partido Nazi pasó de conseguir el 2.5% de los votos a lograr el 18.3%.
En las elecciones de 1932, consiguieron alzarse con el 37% de los votos.
Como consecuencia, el parlamento alemán (el Reichstag) quedó
impotente y solo obtuvo una mayoría más, la de la votación para aprobar su
disolución. Al final, Hitler había sabido aprovechar perfectamente el contexto
nacional e internacional para despertar en los ciudadanos el resentimiento,
la intolerancia, la arrogancia y el sentimiento
de superioridad racial.
La política de
apaciguamiento
El 30 de enero
de 1933, por un acuerdo con los conservadores, Hitler fue nombrado canciller y
no tardó en ponerse manos a la obra para no tener ningún tipo de oposición.
Pronto, el sistema judicial, los tribunales, las universidades, el estado
mayor, el cuerpo de oficiales del ejército y la prensa se sometieron a los
dictados del nuevo régimen. Y todo esto con el respaldo ciudadano y
sin que los demás partidos políticos pudieran hacer nada para evitarlo. La
izquierda alemana, dividida entre el comunismo y la socialdemocracia, no supuso
nunca una amenaza real, y a la derecha conservadora tradicional no fue difícil
arrinconarla.
Mientras tanto, los
gobiernos británico y francés, plenamente conscientes de su debilidad,
decidieron iniciar una política de apaciguamiento con la Alemania de Hitler
destinada a evitar una nueva guerra que no podían permitirse
ni a nivel económico ni a nivel militar. Desde el punto de vista de estas
potencias, en un nuevo conflicto había mucho que perder y poco que
ganar, así que la solución más lógica pasaba con negociar con la Alemania
nazi para mantener una débil situación de paz.
Hitler era consciente
de esta situación, por lo que, en cuanto logró consolidar su poder a golpe
de decretos y encarcelamientos en masa, se centró en acabar con las
limitaciones impuestas por el tratado de Versalles. De esta manera, en 1933
Alemania abandonó la Sociedad de Naciones y en 1935 reinstauró
el servicio militar obligatorio. Ese mismo año, los británicos
aceptaron que Alemania acrecentara su poder naval y aéreo con la Luftwaffe,
y no hicieron nada ante los decretos de Nuremberg, que
establecieron por ley el antisemitismo. Violando abiertamente lo pactado en
Versalles, en marzo de 1936 tropas alemanas ocuparon Renania, una
región industrial fronteriza con Francia que había permanecido desmilitarizada
desde 1918. Asimismo, apoyaron abiertamente al bando franquista en la guerra
civil española (1936-1939), se anexionaron Austria (marzo
de 1938), e invadieron la región checoslovaca de los Sudetes (octubre
de 1938).
[Auch Innsbruck
atmete nach fünfjähriger Unterdrückung befreit auf. Im Laufe des
Sonnabenvormittags wurde in Innsbruck bekannt, dass die deutschen Soldaten
einmarschieren würden. Im Nu waren die Strassen mit begeisterten Menschenmassen
angefüllt, um den Tag der Freiheit und Freude zu feiern. UBz die freudig
erregte Menschenmenge in der Maria-Theresiastrasse in Innsbruck. 13.3.1938
[Herausgabedatum] Scherl Bilderdienst, Berlin]
Los líderes políticos
franceses y británicos no se quitaron la venda que les cegaba por lo menos
hasta marzo de 1939, cuando las tropas alemanas ocuparon Praga, la
capital checoslovaca. Una vez que éstos dejaron de dar concesiones a los nazis,
Hitler movió ficha rápidamente. El 22 de mayo de 1939 firmó con Benito
Mussolini el Pacto de Acero, y el 23 de agosto se firmaba
un pacto de colaboración con la Rusia soviética de Stalin. Previamente, en
noviembre de 1936, Hitler había establecido un pacto con los japoneses, que en
los últimos años habían invadido la región china de Manchuria, la
isla de Taiwan y la península de Corea.
Empleando a la gente
en la reindustrialización militar del país y expulsando o
encarcelando a todos los sujetos indeseables para el régimen, Hitler consiguió
el pleno empleo en 1936. Con los datos económicos por un lado
y la pasividad de las potencias occidentales ante la violación de lo pactado en
Versalles por el otro, la popularidad de Hitler se disparó por
las nubes. La mayoría de alemanes lo habían pasado tan mal en los últimos años
que estaban dispuestos a renunciar a parte de su libertad y su humanidad para
que la prosperidad por fin llegara a su país. La Segunda Guerra Mundial ya
era inevitable.
[Des Führers Triumphfahrt durch das jubelnde Wien. Die Ankunft des Führers in
Wien am Montagnachmittag gestaltete sich zu einem triumphalen Einzug, wie ihn
wohl noch kein Staatsmann erlebte. Hunderttausende umsäumten viele Stunden vor
der Ankunft der Wagenkolonne des Führers die Strassen und ihre Jubelrufe
klangen dem Einiger aller Deutschen wie ein Orkan entgegen. 15.3.1938
[Herausgabedatum] Scherl Bilderdienst, Berlin]
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Bibliografía
BEEVOR, A.
(2012): La Segunda Guerra Mundial. Barcelona: Pasado y Presente.
HERNÁNDEZ, J.
(2006): Breve historia de la Segunda Guerra Mundial. Madrid:
Nowtilus.
HOBSBAWM, E.
(1995): Historia del siglo XX (1914-1991). Barcelona: Crítica.
STONE, N. (2013): Breve historia
de la Segunda Guerra Mundial. Barcelona: Ariel.
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FUENTE: LA TROVA (TEXTO Y FOTOS) / http://www.latrovaweb.com/causas-de-la-segunda-guerra-mundial/