domingo, 27 de septiembre de 2020

 Edición Número 145, Girardot, Septiembre 27 de 2020:-EL PRIMER PRESIDENTE AFROCOLOMBIANO




                                                           Edición Número 145 Girardot, Septiembre 27 de 2020


EL PRIMER PRESIDENTE AFROCOLOMBIANO: JUAN JOSÉ NIETO

POR DOLCEY ROMERO JARAMILLO*




 

La invisibilización es la forma más peligrosa y dañina como se expresa el racismo y la discriminación contemporánea. A esta hipócrita fórmula se acude para excluir y marginar sin tener que utilizar las palabras ni las acciones. Estas prácticas hacen parte del dispositivo racista que inocularon los españoles en las estructuras mentales de la colonia, época en que trajeron a nuestro país a miles de personas después de haberlas secuestradas en África.

A partir de ese momento se construyó “la Precariedad ontológica del sujeto esclavizado”, con la cual se estructuró y apuntaló todas las acciones y discursos discriminatorios contra los afrocolombianos, que después de 500 años aún persisten en nuestro país. Con la invisibilización no solo se silencia y se esconden los aportes de las personas afrocolombianas a la construcción material y simbólica de nuestro país, sino que se les reduce a simples objetos y casi nunca a la condición de sujetos históricos o agentes propiciadores de cultura.

Si bien la historia heroica hace parte de la llamada vieja historia o historia tradicional, los héroes son requeridos como elementos que sirven para generar los llamados mitos fundacionales y cívicos imprescindibles en la construcción de los estados y la nación. Los héroes hacen parte de las experiencias compartidas en el pasado, en la memoria histórica que permite la construcción y el fortalecimiento identitario de los colectivos humanos. Sin caer en el culto a la personalidad, el aporte de la comunidad afrocolombiana a la construcción de nuestra nacionalidad en cierto sentido se puede medir a través de sus héroes y personajes sobresalientes, solo que a pesar de tenerlos, la historiografía oficial y un significativo sector de las Ciencias Sociales los ha silenciado e invisibilizado. Por ello sus aportes y existencia histórica son ignorados, sobre todo en el sistema educativo, que en otras circunstancias sería el escenario expedito para la expansión de su conocimiento.

Nuestra comunidad afrocaribeña, al igual que otros colectivos humanos, cuenta con personalidades en los ámbitos político, militar y religioso, tales como Benkos Biojó en el norte de la provincia de Cartagena, Domingo Padilla en Luruaco, Nicolás Fester en Barranquilla, Pedro Romero en Cartagena, San Benito de las Palomas en Repelón, Candelario Obeso en Mompox, Narciso Vicente Crespo en Santa Marta, Jorge Artel, Manuel Zapata Olivella, José Prudencio Padilla y Juan José Nieto, entre otros. Tanto Padilla como Nieto son hijos del siglo XIX, el primero tiene la importancia de ser el caribeño que más contribuyó con la independencia de nuestro país y la de Venezuela, creador de la Armada nacional y el único general afrocolombiano que ha tenido nuestro país en toda su historia.

Nieto, por su parte, ostenta el privilegio y la importancia de ser el único presidente afrocolombiano, en 1861. Autor de la  primera novela de la literatura colombiana, Ingermina o la hija de Calamar, y uno de los pioneros de los estudios etnográficos en Colombia. El primero en reclamarle al poder central, en 1835, por el abandono de nuestra región y la discriminación de que eran objeto por la “ridiculización chocante por el supuesto analfabetismo, el modo de hablar y las costumbres” de los costeños de la época. Con él se comienza a construir el ethos del regionalismo costeño.

Nació en un corregimiento de Baranoa un 24 de junio de 1804, y murió en Cartagena en 1866. De condición humilde y modesta, su ascenso social en una ciudad profundamente racista como Cartagena se debió a su talento intelectual -fue autodidacta-, a su asimilación a la élite liberal y a sus dos matrimonios con hijas de aristócratas cartageneros. Nieto se constituyó en el político y caudillo más brillante y sobresaliente del Caribe colombiano durante el siglo XIX. Al igual que Padilla, no solo estuvo en contra de las posturas dictatoriales de Bolívar, con lo cual se acercó a los santanderistas, sino que también se le acusó de instigar, armar y  levantar a los sectores afros de Cartagena, en este caso a los negros de Alcibia y Ternera. Como buen federalista, fue uno de los más abanderados del levantamiento de la Costa contra el centralismo expresado en la Guerra de los Supremos. Su derrota en esta contienda le generó su destierro a Jamaica, situación que le permitió de una manera autodidacta el conocimiento del idioma inglés. Nieto fundó dos periódicos, los que utilizó para defender y proponer su pensamiento político: El Cartagenero y La Democracia. Además fundó la primera escuela pública para niñas.

Su contacto directo con las sociedades democráticas, su ideología liberal  y la influencia que en él ejerció la revolución de 1848, lo llevaron a tomar una posición decidida a favor de la abolición de la esclavitud; y no obstante de que sus contradictores lo tildaron de defender la esclavitud y de oponerse a la manumisión en Cartagena, Nieto jugó un destacado papel en las discusiones de 1851 sobre la abolición, a tal punto que uno de los proyectos que se presentaron para tal asunto fue de su autoría.

“Mis hermanos, desde hoy se acabaron los esclavos en la Nueva Granada; y es por eso que los saludo en este día, el más solemne, el más bello que ha tenido la República… es el día en que ha desaparecido para siempre entre nosotros el odioso título de señor y de esclavo, y que ninguno de nuestros hermanos llevará más colgada de su cuello la poderosa y negra cadena de la servidumbre”. Con estas palabras,  el gobernador de la provincia de Cartagena, Juan José Nieto, iniciaba su discurso para celebrar, en frente de una multitud, la abolición de la esclavitud en Colombia, el primero de enero de 1852. Con la entrada en vigencia de esta ley se acabó con la esclavitud, pero lastimosamente no se podía acabar con la discriminación racial. Es decir, con ella conseguimos la libertad pero no la igualdad. Solo a partir de la Constitución del 91 se concretaron algunos aspectos que tienden a ir construyendo escalones que nos conduzcan a la igualdad. Mientras siga existiendo la discriminación racial contra los afrocolombianos es imposible que se logre la tan anhelada igualdad.

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* DOLCEY ROMERO JARAMILLO es historiador, profesor de la Universidad del Atlántico, Universidad Simón Bolívar, autor de los libros ‘Esclavitud en la provincia de Santa Marta’ y ‘Los afroatlanticenses’, y de varios artículos y ensayos publicados en revistas y textos nacionales e internacionales. Ponente en varios eventos académicos nacionales e internacionales. Líder del Grupo de Investigación Historia, Sociedad y Cultura afrocaribe.

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LATITUD / 4.05.2014 / # 1587 / LA REVISTA DOMINICAL DE EL HERALDO. TEXTOS Y FOTO.

Edición Número 145, Girardot, Septiembre 27 de 2020

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