Edición Número 83, Girardot, Julio 4 de 2019:-BOB DYLAN, O UN NOBEL QUE FLOTA EN EL AIRE
Edición Número 83 Girardot, Julio 4 de 2019
BOB DYLAN, O UN NOBEL QUE FLOTA EN EL AIRE*
POR FABIÁN BUELVAS
BOB DYLAN. REVISTA LATITUD |
El pasado jueves 13 de octubre (de 2016), la Academia
Sueca anunció al estadounidense Bob Dylan como ganador del Premio Nobel de
literatura <<por haber creado nuevas expresiones poéticas en el marco de
la gran tradición de la canción americana>>, algo que viene a ser el
legado más importante que puede dejar poeta alguno.
Poco tardarían en saltar uno que otro purista opinando
que se trataba de un músico, que algunas buenas letras no hacen obra poética, y
que al ser construida para ser cantada, su poesía no resiste el rigor de la
lectura en silencio, olvidando así la estrecha relación entre la música y la
poesía que se remonta a los tiempos de Homero. Olvidan también que la obra de
un poeta es memorable si representa el espíritu de su tiempo. Dylan no tiene
las mismas maneras de los poetas contemporáneos: no publica poemarios ni va a
recitales, pero no son más que eso, maneras. El espíritu permanece.
Bob Dylan es la expresión viva de los Estados Unidos
de la segunda mitad del siglo XX, de un tiempo que es recordado por la
intensidad de las luchas de las mujeres y los afroamericanos por sus derechos,
en un momento en que el mundo pudo haber desaparecido en un instante por cuenta
del arsenal nuclear de dos superpotencias que solo se escuchaban a sí mismas.
Hoy nos resulta fácil explicar con palabras ese pasado, la distancia lo
permite, pero el presente es incertidumbre para quien lo vive y la labor del
poeta –decía Bachelard- es originar lenguaje para comprenderlo (¿Con qué
palabras nuestra generación será recordada?).<<Una buena composición
muestra a las personas una faceta de sí mismas que desconocen>>, dice el
mismo Dylan, y a eso apuntó la Academia con su Nobel.
Dylan, de nacimiento Robert Allan Zimmerman (Duluth,
Minessota, 1941), es un artista precoz que a los 20 años grabó sus primeras
canciones al fragor de la protesta civil de su país. El folk, ese híbrido musical que combinaba instrumentos tradicionales
con letras claras y significados específicos,
concentraba los músicos que exigían el fin de la guerra de Viet Nam y se
rebelaban contra el sistema; Dylan hizo parte de ese movimiento
contestario, aunque odiaba el
calificativo: “No creía estar protestando contra nada”, escribió en sus memorias.
A pesar de que le parecía que la canción protesta
rayaba con lo panfletario, el público lo identificó como un músico comprometido
con sus luchas. Su segundo álbum, The
Freewheelin’ Bob Dylan (1963), incluyó la que se convertiría en una de las
mejores canciones protesta de todos los tiempos: Blowin’ in the wind (Flotando en el viento).
How many times must a
man look up
Before he can see the
sky?
Yes, ’n’ how many
ears must one man have
Before he can hear
people cry?
Yes, ’n’ how many
deaths will it take till he knows
That too many people
have died?
The answer, my
friend, is blowingn’ in the wind.
¿Cuántas veces debe
un hombre mirar hacia arriba
Para poder ver el
cielo?
¡Cuántos oídos debe tener
un hombre
Antes de que pueda
oír a la gente llorar?
¿Cuántas muertes
serán necesarias para que comprenda
Que mucha gente ya ha
muerto?
La respuesta, amigo,
está flotando en el viento.
Para el periodista
Dorian Lynskey, con la repetición del ‘‘cuántos’’ para cada pregunta, Dylan
capta el hastío de la sociedad hacia la guerra, sin referirse a ella
directamente. La diferencia entre sus letras y las del resto de músicos folk es que no tienen el característico
enfoque de denuncia, sino más bien algo intuitivo, emocional y sugerente. En
esa misma línea está A Hard Rain’s
a-Gonna Fall (Una fuerte lluvia va a caer), cuya letra fue asociada por el
público con la crisis de los misiles en Cuba:
I’ve been out in front of
A dozen dead oceans,
I’ve been ten thousand miles
In the mouth of a graveyard,
And it’s a hard, and it’s a hard,
it’s a hard, and it’s a hard,
And it’s a hard, rain’s a-gonna fall.
He estado delante
de una docena de océanos muertos,
me he adentrado diez mil millas
en la boca de un cementerio,
y es dura,
es dura, es muy dura,
es muy dura la lluvia que va a caer.
Dylan es renuente a explicar el significado de sus
canciones y detesta que asocien sus letras según el interés de quien las hace
suyas. <<Por lo que yo sé, no pertenecía a nadie entonces ni pertenezco a
nadie ahora>>, dice. Quizá fue su aversión por integrar un movimiento en
particular, o el hecho de que el folk
terminara siendo una máquina más de hacer dinero, con fanáticos que rendían
culto a su persona, lo que lo llevó a concluir que nadie estaba escuchando en
serio lo que tenía que decir.
Dejó a un lado el folk,
comenzó a usar instrumentos eléctricos y expandió su poesía. En cierta forma no
abandonó la crítica social porque sus letras, si bien cuestionaban el estado de
cosas, no se referían a algo o a alguien en concreto. Lo que hizo esta vez fue
descargar sus interrogantes sobre la vida cotidiana que existía tras la
política y los asuntos aparentemente importantes. Su sexto álbum, Highway 61 Revisited (1965), supuso su
entrada triunfal al rock y al blues, así como también la composición
de Like a Rolling Stone (Como una
piedra rodante) que relata la vida de una mujer que disfruta de lujos y excesos
y un día se ve expulsada, desamparada y sola. Es un poema furioso sobre la vida
que decepciona.
How does it feel
How does it feel
To be on your own
With no direction home
Like a complete unknown
Like a rolling stone?
¿Qué se siente
qué se siente
estar contigo misma
estar sin un hogar
como una completa desconocida
como una piedra rodante?
Dylan, a sus 24 años se convirtió en el referente
cultural de su generación. Al día de hoy ha grabado 37 álbumes de estudio, ganó el premio Príncipe de Asturias en 2007 y
el Pulitzer en 2008. Cuatro años antes, la revista Rolling Stone escogió a Like
a Rolling Stone como la mejor canción de todos los tiempos.
La influencia de Dylan en la cultura es reconocida no
solo por músicos de distintas generaciones, sino por escritores y poetas que lo
consideran uno de ellos. Llevaba varios años sonando para el Nobel de
literatura, pero el hermetismo de los jueces y lo poco ortodoxo de su
nominación lo hacían un ganador improbable. Hasta el jueves, cuando la Academia
se deshizo de los protocolos y premió la importancia de la poesía y no del
oficio del poeta. Dylan, que también es ajeno a formalidades, no se ha
pronunciado aún sobre el premio. No aparece ni contesta el teléfono. Debe estar
flotando en el viento.
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*LATITUD # 1714 / 16. 10.2016 / LA REVISTA DOMINICAL DE EL HERALDO
Edición Número 83, Girardot, Julio 4 de 2019
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