miércoles, 22 de mayo de 2019

Edición Número 78, Girardot, Mayo 22 de 2019:-ZIPAQUIRÁ: HOMENAJE A LOS MÁRTIRES ZIPAQUIREÑOS (3 DE AGOSTO DE 1816)




                                                            Edición Número 78 Girardot, Mayo 22  de 2019




SACRIFICIO DE LOS SEIS MÁRTIRES ZIPAQUIREÑOS*


EDITORIAL
Zipaquirá, 3 de agosto de 2016

POR ERNESTO CAMPOS GARCÍA
(PRESIDENTE CENTRO DE HISTORIA ZIPAQUIRÁ)






1916. OBELISCO PERPETUA MEMORIA
DE LOS MARTIRES ZIPAQUIREÑOS
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Que mejor ocasión que la conmemoración del Bicentenario del Sacrifico de los Seis Mártires Zipaquireños, para iniciar por parte del Centro de Historia de Zipaquirá el presente proyecto editorial, el boletín “Cátedra de Zipaquirá”, publicación que tiene como objetivo principal la difusión de la historia de nuestro municipio a través de las investigaciones realizadas por los integrantes del Centro de Historia e igualmente la reproducción de diferentes documentos algunos de ellos inéditos y relacionados con las diversas etapas de nuestra historia. El Centro de Historia de Zipaquirá, a lo largo de más de doce años de existencia ha llevado adelante diferentes proyectos encaminados a difundir y promover la investigación sobre la historia de nuestro municipio, el primero de ellos en el año 2004, con el programa radial denominado “Itinerario Cultural”, el cual se mantuvo vigente por más de dos años y que estamos seguros marcó un precedente en la radio comunitaria zipaquireña; igualmente hemos realizado varias publicaciones como la segunda edición del libro del doctor Manuel José Cárdenas Rojas titulado “ La Ciudad de Zipaquirá y sus derechos y privilegios ante la Historia” en el año 2009 y la publicación de la investigación titulada “Documentos para la Historia de la Biblioteca Pública Municipal de Zipaquirá” en el año 2010, así como la edición de diferentes plegables contentivos de información histórica sobre Zipaquirá. En el último año y medio, hemos concentrado nuestra labor de difusión de la historia, a través de las redes sociales con nuestro perfil en Facebook y el blog del Centro de Historia de Zipaquirá, cuyas estadísticas de visitas por entrada nos animan cada día más al cumplimiento de nuestro objetivos los cuales juramos llevar adelante un 3 de agosto de 2004.

En esta primera entrega, hemos querido rendir un homenaje a nuestros mártires Zipaquireños, señores Agustín Zapata, Juan Nepomuceno Quiguarana, Francisco Carate, José María Riaño Cortes, Luis Sarache y José Luis Gómez, patriotas fusilados en la plaza principal de Zipaquirá, el 3 de agosto de 1816 por órdenes del Pacificador Pablo Morillo y quienes con el paso del tiempo se han convertido en un elemento esencial de la identidad cultural del pueblo Zipaquireño. Tal y como lo venimos sosteniendo en diferentes escenarios, la conmemoración del Bicentenario del Sacrificio de los Mártires Zipaquireños, no puede reducirse a los actos del mismo 3 de agosto, sino que debe convertirse en una ocasión única y especial para llevar a cabo una cruzada en pro del rescate de la grandeza e importancia de la Zipaquirá histórica y cultural que dio a la nación tan importantes aportes a lo largo del siglo XIX Y XX.



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TRAS LAS HUELLAS
DE LOS MÁRTIRES ZIPAQUIREÑOS



POR ERNESTO CAMPOS GARCÍA
PRESIDENTE CENTRO  DE HISTORIA DE ZIPAQUIRÁ




FACSÍMIL BOLETÍN CENTRO DE HISTORIA DE ZIPAQUIRÁ


Desde años atrás y teniendo como referente la cercana conmemoración del bicentenario de sacrificio de los mártires Zipaquireños, nos dimos a la tarea de recopilar una gran fuente documental relacionada con este hecho histórico, rastreo de documentación y textos que se facilitó al tener como guía la excelente obra del principal historiador zipaquireño don Luis Orjuela (1) y en igual medida la obra del Padre Roberto María Tisnés (2); de otro lado contamos con el privilegio de acceder a un buen número de documentación del archivo de la antigua escribanía de Zipaquirá, de fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, documentación que ahora hace parte del archivo del Centro de Historia de Zipaquirá y en donde luego de clasificarla se dieron hallazgos valiosos relacionados con la vida social, económica y política de Zipaquirá en la Independencia, de los cuales resaltamos, actuaciones del cabildo de 1811, reclamos y representaciones   de la clase criolla e indígena y varios documentos suscritos por el principal de los mártires don Agustín Zapata.

El principal objetivo de dicha tarea de recopilación de fuentes, en el cual venimos trabajando y esperamos muy pronto ver materializados sus resultados, tiene como fines primordiales la creación de una nueva conciencia histórica y la producción de la historia crítica y renovada respecto del periodo de la Independencia en Zipaquirá, en el entendido que como lo planteara tiempo atrás, Fernand Braudel “…todo está por hacer, o por rehacer, o por repensar en el plano conceptual y practico de la historia (3)”.

Otro de los objetivos del proyecto, “Tras las Huellas de los Mártires Zipaquireños”, como denominamos esta labor, consiste en difundir entre las ciudadanía en general y los interesados en la investigación histórica, el contenido de dicha información, para que cada cual se cree su propia conciencia histórica y además generar espacio abiertos de debate histórico, en este orden de ideas la presente publicación conmemorativa, se convierte en el espacio más propicio para cumplir este último objetivo, que si bien es el más fácil, no podemos negar tiene una alta relevancia en el papel de difusión de la historia.

En esta oportunidad hemos seleccionado textos del significativo número de información recopilada – que aspiramos poder publicar a futuro en su totalidad -, los cuales guardan relación con las diferentes acciones que ha venido adelantando el municipio de Zipaquirá, en conmemoración a sus seis mártires de la Independencia y que se convirtieron desde el escenario local en una labor para “forjar patria”, que como lo pone de presente Alexander Cano Vargas en su artículo titulado “Hacia el Bicentenario: una mirada a la celebración del centenario de la Independencia en Colombia (1910)” (4), quiere decir: “inculcar lealtades nacionales y asegurar que la “comunidad imaginada” (que es la nación) penetre la imaginación no solo de las elites, de los intelectuales, de los que saben leer y escribir, sino también del populacho, de los analfabetas, de los campesinos e indígenas”.
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* FUENTE: TODOS LOS TEXTOS DE LA PRESENTE EDICIÓN SON DEL BOLETÍN DEL CENTRO DE HISTORIA DE ZIPAQUIRÁ / CÁTEDRA DE ZIPAQUIRÁ N°. 1 / ZIPAQUIRÁ, 3 DE AGOSTO DE 2016
(1) Minuta Histórica Zipaquirá, publicada en 1909, Tributos de Zipaquirá para la revolución de Independencia, publicada en 1912. Y varios artículos publicados por Orjuela, en periódicos y revistas locales y de circulación nacional.
(2) Capítulos de Historia Zipaquireña, publicada en 1956.
(3) Cita tomada del libro “Antimanual del mal Historiador o ¿Cómo hacer hoy una buena historia crítica?”, Carlos Antonio Aguirre Rojas. Pp.65. Ediciones desde abajo. 3ra. Edición. Mayo 2013, Bogotá, D.C.
(4) Artículo publicado en la revista “Historias” edición N° 4 – diciembre de 2005 de la Asociación Colombiana de Historiadores”. Pp. 11 a 14.



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LOS MÁRTIRES ZIPAQUIREÑOS (1)



POR LUIS ORJUELA
Historiador Zipaquireño
(Ortografía de la época)




PUERTA DE LOS MÁRTIRES
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Como asunto á cuya elucidación no se ha dedicado todavía un interés singular, en la exposición de generalidades discuerdan los historiadores sobre los nombres, número y calidad de los patriotas que fueron pasados por las armas en Zipaquirá el 3 de Agosto de 1816; y el desconcierto aumenta por consecuencia de documentos oficiales que, escritos con ligereza, se han encargado de propagar noticias erróneas.

Restrepo (Historia de la Revolución de Colombia, tomo X, pág. 156, ed. De París, 1827) da el verdadero número de patriotas, que fueron seis, pero a Sarache lo llama Sánchez, á José María Riaño, José Riaño Cortés (cosa, por otra parte, que nada tendría de extraño, á no ser por dar ocasión á que naciesen dos personajes que pudieren creerse distintos) y á Quiguarana, Figurana. En la edición de Besanzón, hecha en 1858, se suprimió el tomo de documentos, y con él la lista de patriotas sacrificados en la República.

La Ordenanza 1° de la Cámara provincial de Zipaquirá, de 21 de setiembre de 1852, sobre honores á la memoria de los mártires Zipaquireños, incurre en mayores errores, pues á Luis Gómez lo llama José Gómez, á José María Riaño, José María Cortés, á Francisco Carate, José Antonio Carate, á Quiguarana, Tiguarana, y da por ejecutado a un Ramón Forero que no consta lo fuera, con lo cual el número de víctimas sube á siete.

Groot (Historia Eclesiástica y Civil de la Nueva Granada, tomo III, cap. LXII, 2° ed) tan puntual y rico como es en detalles, pormenores de Quiguarana (según el Tiguarana), de Carate y de “un mozo que llamaban El Currutaco;” pero no entrando como parece, en el plan de su obra hacer catálogo general de los mártires de la patria, calla los nombres de los otros tres, entre ellos el principal, por no decir el único notable (pues quienes se sacrifican á la patria todos lo son), que fue don Agustín Zapata.6

Scarpetta y Vergara (Diccionario Biográfico de los Campeones de la Libertad, art. Referente á Zapara Agustín) mencionan    como ejecutados á Carate, Quiguarana (según ellos Figuarana), Gómez, Riaño (que llaman, como Restrepo, José Riaño Cortes), Sarache (que apellidan Sánchez), y agregan, de su propia cosecha, á N. Carranza y Juan E. Valdés, personajes imaginarios que, ó no lo fueron en Zipaquirá, ó por aquella época ó por la patria, de donde resulta un numero de ocho víctimas, entrando don Agustín Zapata. Y, admirémonos todos! Hay una noticia biográfica de Valdés como inmolado en Zipaquirá el 3 de agosto de 1816, y aún se citan las palabras, pues que obras no podían citarse, por cuya expresión fue condenado al patíbulo!

Como es posible que, á semejanza del examen que nosotros hacemos hoy de los escritos que nos han precedido, se haga alguna vez revisión de nuestro estudio por los escritores que nos sucedan, - si entre nuestro conterráneos no sucumbiese este escrito á injurias del tiempo,- declaramos desde ahora que no sólo no tenemos, sino que aun deseamos, la severidad con que se nos trate, si por otro lado en el camino de la investigación hemos de servir de punto de escala para que la verdad se descubra. La crítica histórica sigue la marcha de todos los conocimientos humanos, y día por día se hace nueva luz en torno de los sucesos pasados. Sentado lo cual, entramos á exponer lo que tenemos averiguado sobre los hechos que forman el objeto del presente estudio.

Los libros  parroquiales suministran la siguiente partida: Seis patriotas Zipaquirá de Agosto de ochocientos diez y seis. Se les dio sepultura eclesiástica á los cadáveres de D. Agustín Zapata, Luis Sarache, José Luis Gómez, José María Riaño, Franco Carate y pomuceno Quiguarana. Se confesaron y recibieron el Viático, doy fe.

D. Agustn Zapata.
Luis Sarache.
Luis Gómez.

                                                                              Limosna
         José María Riaño.
 Franc° Carate
                 j. Nepom° Quiguarana

Pedro Josef Nieto.

Recorriendo las defunciones de la época del terror hasta el año de 1819, no se registran más partidas de esta clase fuera de la precedente. Y en su apoyo, cuando ella sola no asumiese la calidad de documento fehaciente, viene un curioso manuscrito, autógrafo del señor Santiago Talero y hallado entre papeles que posee la familia Zipaquireña de este apellido, manuscrito que, abarcando á breves y fugases notas el periodo de 1807 á 1819, contiene la siguiente noticia:

“El viernes 2 de Agosto de 1816 trajeron de Santafé á Agustín Zapata, Quiguarana, Carate, Venceguerras (3), Carraco y Currutaco, y al otro día los arcabucearon”.

He ahí, pues, cómo renace de otra fuente El Currutaco del historiador Groot, y cómo brotan los apodos de otros dos de los fusilados. Desgraciadamente, aunque sabemos por este manuscrito cuáles no llevaban apodos (Zapata, Quiguarana y Carate), y por el cotejo del manuscrito con la partida de defunción colegimos cuáles lo llevaban (Sarache, Gómez y Riaño), ignoramos qué apodo convenía en particular á  cada uno de los tres últimos individuos, entre los tres de Venceguerras, Carraco y Currutaco, y por lo mismo aún permanece en la sombra el verdadero nombre del célebre Currutaco.

De todos modos, consta por dos distintas vías que las víctimas fueron seis, y queda, nos parece, disipada la duda en lo relativo a sus nombres.

Agustín Zapata.- Según Scarpetta y Vergara nació este prócer en Zipaquirá el año de 1764, noticia que, a falta de prueba directa (pues el desarreglo de los libros parroquiales de aquella época hacer difícil dar con el acta de nacimiento), está confirmada por declaración que en instrumento público de 1793, extendió con motivo de solicitud de licencia para enajenar una casa (protocolo correspondiente), hizo Zapata de contar á la sazón 28 años.



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Si el escribir materialmente bien, ha de poderse tomar como indicio para juzgar la calidad y cultura de las personas, Zapata debió recibir una educación esmerada, supuesto que, amanuense mucho tiempo del Escribano de entonces, don Felipe Santiago Silva, trazaba una hermosa letra española y observaba con estricto rigor los preceptos de una ortografía correcta. Consta también que de 1795 para adelante recibía poderes para gestiones judiciales, lo que hace suponer que, sin título de abogado, era suficientemente versado en leyes.

El 29 de Abril de 1792 contrajo matrimonio con la señora Clemencia Forero, y fueron sus padrinos consortes de distinción, don Carlos Joaquín de Urisarri y doña Mariana Tordesillas. Entre varios hijos del matrimonio de don Agustín se contaba la señora José Zapata, de quien procede una de las ramas de la familia actual de Coronados, á que pertenecen don Rogelio y don Jorge.

Es de creerse que Zapata disfrutó de no escasas comodidades, pues construyo á sus expensas la casa de su habitación, la que, situada en la entonces llamada Calle de las Doncellas, es hoy propiedad y habitación de don Rafael Araos.

Acogió con calor y en virtud de deliberada convicción de patriota, como otros muchos Zipaquireños, la causa de la Independencia; y se sabe, por tradición que se conserva en Zipaquirá, que, asociado a don Agustín Domínguez, infirió públicos agravios al retrato de Fernando VII, llegando a verificar en él un simulacro de ejecución. Qué cargos precisos se dedujera contra él en el proceso, ó verbal ó escrito, que debido seguírsele ante el Consejo permanente de guerra (erigido en Santafé por Morillo, no para juzgar, sino para condenar a muerte en causa ya prejuzgada), es cosa que ignoramos. Solo sabemos que en relación formada el 22 de julio de 1816, se registra su nombre (y entre de los quienes habían de ser mártires Zipaquireños es el único que se registra), con título de Oficial, como el de uno de los “individuos que se hallan presos, y a quienes se les están formando sus causas, acusados de rebeldes, cabezas y sostenedores de la revolución, que han desempeñado los primeros empleos en ella”.

El ignorar nosotros los servicios reales prestados por Zapata á la causa de sus convicciones, no oscurece el mérito de su sacrificio. Así como a la patria le basta para su gloria haber tenido mártires, á estos les basta para ser grandes haber ofrendado su vida en el altar de la patria. Ese es, a nuestro entender, el pedestal sobre el cual debe alzarse la figura de Agustín Zapata.

Juan Nepomuceno Quiguarana.- Optamos por esta forma del apellido: 1° porque así consta de la partida de defunción que dejamos copiada, del manuscrito de Santiago Talero y de otros instrumentos del siglo pasado que pueden consultarse en la Notaría, lo que nos hace creer que ese era el uso general, sin que por eso dejase de haber cual caso de la forma Tiguarana (nunca Figuarana ni Figuarama), como el del acta de matrimonio de esta víctima de la patria; y 2° por no sabemos que vaga sospecha que abrigamos, no apoyada, es cierto, en texto alguno, de que dicho apellido es indígena, á la manera de Pataquiba y otros, y, siendo así, nos parece que cuadra mejor con el muisca la forma Quiguarana. Solo agregamos que habiendo sido el uso vario, muy bien han podido seguir los historiadores aquella de las dos formas que llegó primero á su noticia, ó que les pareció más aceptable, sin incurrir por ello en nimia y fútil censura.

Conforme lo asienta Groot, Quiguarana, “honrado padre de familia, hombre del pueblo, sencillo e ignorante, no tenía más delito que haber sido Sargento de milicias del lugar, sin haber hecho servicio alguno ni haber molestado á nadie”.

Fuera de esto, apenas sabemos de Quiguarana que en 4 de febrero de 1789 contrajo matrimonio con María de la Cruz Garzón, y, que sus padres fueron Pedro Quiguarana y ja (sic) Peñalosa.

Francisco Carate.- Carate dice Groot, era “un indio de los principales, rico (4) y honrado padre de familia; tan ignorante, que era de los que creían que en la república todavía mandaba su amo el Rey. No había tenido más empleo que el de teniente de los indios, el que ejercía desde ante del 20 de julio”.

El Currutaco.- Como lo hémos observado, no sabemos cuál de entre Sarache, Gómez y Riaño se conocía con este apodo; pero es muy curiosa la relación que hace de él Groot, la que integra, dice así:

“El Currutaco era un joven plebeyo y sin instrucción alguna, pero de aquellos que esta clase pican de entendidos y se mezclan en las cosas políticas. Este no entró por la moda de ser patriota, y se distinguió como realista, granjeándose con esto el odio de los patriotas de Zipaquirá, que eran muchos y exaltados; era, en sentido realista, lo que llamamos chispero; y desde que supo que venían las tropas españolas, se fue encontrarlas á Chiquinquira, desde donde vino con ellas sirviéndoles de guía. No se supo por qué le echaron mano en Santafé, y preso en el mismo Colegio del Rosario, lo juzgaron con los otros dos (5), ó no lo juzgaron, sino que dieron orden para llevarlo con los compañeros á Zipaquirá, donde lo fusilaron. Y no se extrañe semejante desorden entre gentes á quienes poco les importaba la vida de los americanos, porque sucedió, en el mismo Colegio, que habiendo llamado en lista á uno, entre varios, de los que sin saber porqué traían presos de los pueblos, y que iban a soltar por no haber resultado causa contra ellos, no apareció, y el carcelero dio cuenta de que lo habían sacado a fusilar con otros. El Currutaco protestaba en el banquillo, á la faz del pueblo, que siempre había sido realista; que en nada había servido á la patria, y que no sabía por qué lo mataban. Todo el mundo conocía esto y se admiraba; pero el terror era tal, que no permitía bullir á nadie los labios para decir una sola palabra sobre lo que se ordenaba por Morillo y sus autoridades”.

El silencio de los mismos realistas, que temían sindicarse de patriotas y correr suerte desastrosa, si hablaba en favor aun de sus propios copartidarios, injusta ó equivocadamente acusados, abrió la tumba de muchos inocentes é impidió rescatar del cadalso la vida de El Currutaco. Este lo mismo que Quiguarana y Carate, fueron víctimas sin culpa en el delito de rebeldía ó insurgencia, como decía entonces, la diferencia de Zapata, que fue víctima consiente.

Los otros dos mártires. De ellos, esto es, de El Carraco y Venceguerras, no tenemos noticia alguna.

Como las sentencias del Consejo permanente se cumplían por lo regular en el lugar del nacimiento de los sentenciados ó en el que eran más conocidos, sin duda para mayor escarmiento, a los seis de Zipaquirá se les trajo, como hemos visto, el viernes 2 de Agosto de 1816 y se les puso en Capilla. A este destino sirvió una de las tiendas, que haciendo parte de la casa perteneciente hoy día a la señora Josefa Morales de Bernal, es propiedad de los herederos del señor Ramón Castro, y está situada a la mitad del costado occidental de la plaza principal, contra el lado Sur del zaguán de la mencionada cas. Hasta ahora poco tiempo conservaba todavía dicha tienda la misma puerta que tenía en aquella época, puerta que en la hoja del lado derecho deja ver, cubierta con un remiendo, la ventanilla que se le hizo entonces para que los sentenciados se comunicasen con las personas que se acercaban por fuera. Hoy la expresa puerta, que á modo de reliquia debería ser objeto de patriótica veneración, ha recibido el menosprecio de ser habilitada para la cárcel de mujeres, y lleva una placa
de bronce con la siguiente inscripción:

“Pertenecía esta puerta al local que sirvió de capilla á los señores D. Agustín Zapata, Luis Sarache, Luis Gómez, José María Riaño, Francisco Carate y Juan Nepomo. Quiguarana, Zipaquireños que por su amor a la patria fueron sacrificados en esta ciudad el 3 de Agosto de 1816. A solicitud del Concejo municipal de 1887, la cedió gratuitamente su dueño, el señor don Ramon Castro.

“Queda confiada su conservación á la respetuosa gratitud de los Zipaquireños.

“Zipaquirá, octubre de 1887.”.

Llevados de nuestra ignorancia en materia de lo que es el valor histórico de las cosas, aún no sabemos si andando el tiempo se le ocurra  aalguna arrancar la expresada placa…..para hacer, por ejemplo, una chocolatera.

El suplicio de todos los condenados á muerte se ejecutaba en Zipaquirá al frente del edificio que existía en donde hoy está la casa del señor José María Rodríguez, en la plaza principal, hacia el costado occidental de la iglesia. Allí rindieron, pues, la vida las seis víctimas de la crueldad española, el sábado 3 de Agosto.

Pasada la ejecución, los cadáveres fueron sepultados al costado meridional de la Capilla de Nuestra Señora de los Dolores, bajo el ala de la sacristía, dando las cabezas contra los cimientos de esta parte del edificio. Hace algunos años vivía todavía un testigo ocular del entierro, Francisco Pinzón (alias Pacho Piches), antiguo sacristán de dicha Capilla, que fue quien comunicó esta noticia al diligente señor Epifanio Wiesner, de quien nosotros la hemos tomado.

Duerman, pues, en paz esos venerados restos, entre tanto que la gratitud les levanta el monumento que reclama su fecundo martirio.
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(1) El presente artículo fue publicado el 20 de julio de 1894 en la entrega No. 6 del periódico Zipaquireño “El Estudio”, de donde hemos tomado respetando la ortografía de la época. A la fecha es considerado como el primer antecedente historiográfico relacionado con los mártires Zipaquireños. Años después don Luis Orjuela, publicaría un ensayo más profundo sobre este aspecto, en su obra Tributos de Zipaquirá para la Revolución de Independencia” de 1912.
(2) En documento número 28 agregado al apéndice del  tomo III, para la 2a edición, hecha, como se sabe, después de la muerte del señor Groot, se incluye una relación oficia de presos y detenidos, entre los cuales figura don Agustín Zapata, en grado de Oficial.
(3) Este nombre aparece confuso. Está escrito, Benseguer.s ó Benseguerr.s
(4) No obstante vemos que se le enterró de limosna.
(5) Quiguarana y Carate.


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ACTA DE LA EXHUMACIÓN DE LOS RESTOS
DE LOS MÁRTIRES ZIPAQUIREÑOS,
 LEVANTADA EL DÍA 3 DE AGOSTO DE 1931





1810. PROVIDENCIA DEL PRIMER CABILDO DE LA VILLA DE ZIPAQUIRÁ
INTEGRADO POR DON AGUSTÍN ZAPATA
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Para dejar constancia solemne y memorable de los diferentes actos que se llevaron a cabo con motivo de la exhumación de los restos de los mártires Zipaquireños, señores Agustín Zapata, Luis Sarache, Luis Gómez, José María Riaño, Francisco Carate y Nepomuceno Quiguarana, quienes por su amor a la causa de la República fueron sacrificados en esta ciudad el día sábado tres de agosto de mil ochocientos diez y seis, se extiende la presente acta. (1)

El honorable Concejo Municipal, en sesión de fecha once de julio del corriente año, por proposición presentada por el honorable concejal Manuel J. Cárdenas, dispuso que fueran exhumados los restos de los mártires Zipaquireños, disposición que le fue comunicada al señor Personero Municipal don Quintilano Robayo, en oficio número 577 de trece del citado mes de julio, que a la letra dice, en su parte pertinente: “SECRETARIA. – Número 577. Zipaquirá, julio 13 de mil novecientos treinta y uno. – Señor Personero Municipal. – Presente. - … Aprovecho esta oportunidad para hacer saber a usted que el Concejo dispuso que tan pronto como la presente llegue a su poder, ordene, de acuerdo con el señor Cura Párroco de la ciudad, la exhumación de los restos de los mártires zipaquireños, que se hallan en la capilla de Los Dolores, en reconstrucción actualmente, de tal manera que se encuentren listos para lo que esta corporación disponga, el próximo tres de agosto. – Servidor muy atento, Fidel Benito”.

Como trabajos preliminares, para dar cumplimiento a lo dispuesto por el honorable Concejo Municipal, el señor Personero, asociado de los señores Alcalde del Circuito Judicial, doctor Carlos Julio González Vargas; del señor Cura Párroco, doctor Joselyn Castillo, y de los honorables vecinos señores Braulio M. Gaitán R. y Miguel Ángel Martínez, y de los obreros José Castillo, José Fonseca y Benjamín Reyes, se trasladaron el día jueves diez y seis del precitado mes de julio, al sitio que ocupa la capilla de Nuestra señora de Los Dolores, con el fin de concretar el lugar preciso donde estuvieran inhumados los restos de los mártires Zipaquireños. Una vez allí, los señores Gaitán R. y Martínez, de acuerdo con las anotaciones del señor don Luis Orjuela (q. e. p. d.), gran historiador, hijo dilecto de Zipaquirá, consignados en sus libros titulados: MINUTA HISTÓRICA DE ZIPAQUIRA y TRIBUTOS DE ZIPAQUIRA PARA LA REVOLUCION DE LA INDEPENDENCIA, y los datos suministrados por el señor don Guillermo Quevedo Z. en el folleto que publicó el tres de agosto de mil novecientos diez y seis, con motivo del primer centenario del sacrifico de los mencionados mártires, manifestaron a las entidades allí presentes que los restos de los mártires Zipaquireños se encontraban en el suelo, bajo el alero de la sacristía, hacia el costado sur de la capilla ya indicada, fuera del recinto, a cuatro (4) metros hacia el oriente de la puerta que daba entrada a la sacristía, dando las cabezas contra los cimientos de esta parte del edificio. Determinado este punto, habiéndose tenido en cuenta también las ilustraciones  que hizo al respecto el señor Cura Párroco, el señor Personero Municipal dispuso que los trabajadores procedieran a despejar el corredor o anden del costado sur de la capilla, que se hallaba cubierto de tierra, y que en seguida quitaron con el debido cuidado las piedras que formaban el citado corredor.

Estos trabajos fueron ejecutados, mediante la vigilancia de la Autoridad, en los días diez y seis y siete del citado julio.

Hecha una excavación de un metro de profundidad, aproximadamente, el día diez y ocho del mismo mes de julio, a la una de la tarde y hallándose presentes los siguientes señores: don Luis Alberto Pinzón, Presidente del Concejo Municipal; don Augusto Colmenares, Vicepresidente de la misma Corporación; Concejales: don Manuel José Cárdenas, don Juan Manuel García Araos, don Pablo Emilio Linares, don José Agustín Daza, doctor Pedro María Alvarado, y el secretario de esta corporación, señor Fidel Benito; doctor Carlos Julio González Vargas, Alcalde del Circuito Judicial; don Quintilano Robayo, Personero Municipal; señor doctor don Joselyn Castillo, Cura Párroco; señores, doctor Rafael Villate y Luis Manuel Bernal, Jefe y Subjefe, respectivamente, de la Policía Municipal, y los vecinos distinguidos de la ciudad señores Braulio M. Gaitán R., Miguel Ángel Martínez, Rafael Abello, doctor Antonio María Robayo, Efraím Medina, Vicente García, y actuando como obreros los mencionados Castillo, Fonseca y Reyes, el señor Personero ordenó se continuaran los trabajos, y a las dos de la tarde fueron hallados algunos residuos de huesos y tres calaveras que al tocarlos se convirtieron en pequeños fragmentos y polvo, los cuales estaban colocados al pie de los cimientos del costado sur de la mencionada capilla de los Dolores.

Acto continuo y en medio del mayor recogimiento y respeto, fueron cuidadosamente depositadas las cenizas de los patriotas sacrificados, en una urna especial y trasladadas al salón del Concejo en el Palacio Municipal, en donde permanecieron hasta el día de hoy, en que fueron conducidos de manera solemne a la iglesia parroquial, en donde se celebró un severo funeral en homenaje a su memoria, con asistencia de las Autoridades civiles y eclesiásticas, colegios y escuelas y de toda la ciudadanía Zipaquireña, que en esta forma quiso rendir un elocuente tributo de admiración y gratitud a quienes abnegada y generosamente ofrendaron sus vidas en aras de la libertad y de su amor a la República.

Para constancia y para perpetua memoria, se firma esta acta a los tres días del mes de agosto del año de mil novecientos treinta y uno, aniversario del sacrificio de los mártires Zipaquireños.

(Esta acta fue enviada en oportunidad a la honorable Academia de Historia y se dispuso colocar un ejemplar dentro de la correspondiente urna).

(Se dejó constancia de que los restos de los mártires se encontraron en la misma forma a que alude la Minuta histórica de don Luis Orjuela).
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(1) Boletín Municipal – órgano oficial del municipio de Zipaquirá. Octubre 31 de 1931. P.17 a 20.



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DIA DE LOS MARTIRES


POR ALBERTO CORRADINE ANGULO
Presidente Academia de Historia de Cundinamarca


El aporte de Cundinamarca al martirologio de la patria es altamente significativo, pues muchos de los actuales municipios cuentan con dos, tres, o más víctimas cruentas de la represión implantada por las tropas del General Don Pablo Morillo, durante los tres años que duró su dominio en nuestra patria antes de quedar derrotados definitivamente en el puente de Boyacá. Hombres y mujeres perecieron fusilados en diversos lugares del territorio departamental, no importó para su ejecución que se tratara de personas jóvenes o mayores, que fueran ricos o pobres, que fueran ilustrados o ignorantes que se les considerara nobles o sencillos habitantes. Al Pacificador, todos aquellos que por una u otra razón hubieran defendido la libertad de la patria, los considero traidores al Rey y por ello merecedores de la pena máxima, con la cual acompañó en muchas oportunidades la pérdida de sus bienes y la pobreza absoluta para sus familias.

Sabemos que en el día de hoy se conmemora en ésta ciudad un aniversario más de la dolorosa perdida de seis de sus hijos, sacrificados el 3 de agosto de 1816, es decir hacer 200 años, pero para la Academia que me honro en representar en el día de hoy, la fecha encierra la muerte trágica de las de 50 héroes, cuya sangre corrió por plazas y campos de batalla.

Lástima que el recuento de tan larga lista simplemente adormezca nuestra conciencia y no constituya el llamado ferviente a la juventud para que se enorgullezca del pasado.

Hijos de muchas poblaciones conforman el martirologio de Cundinamarca, Sopó, Ubaté, Nemocón, La Mesa, Tibirita, Guaduas, Zipaquirá, Gacheta y varias poblaciones más, que ofrendaron sus vidas en el patíbulo, amén de los muchísimos que perecieron en los campos de batalla desde Venezuela hasta Bolivia.

Por ésta razón la Academia de Historia de Cundinamarca ha resuelto dedicar este día glorioso y heroico a los mártires de todo el Departamento, pues sin necesidad de llegar a una enumeración cuidadosa de todas las personas que entregaron sus vidas por la defensa de la libertad, la exaltación suprema de las auténticas virtudes ciudadanas, su entrega total a la patria, su deseo trascendental de ejemplarizar con su valor denodado a las juventudes y a todos sus contemporáneos, merecen además de un profundo respeto, el sincero reconocimiento de las nuevas generaciones.

¡Cuánto no desea la Academia que los cundinamarqueses aprecien verdaderamente los alcances que sacrificios como el de los seis Mártires de Zipaquirá, los dos de Nemocón y todos los demás que distribuidos por todo su territorio, dieron ejemplo de acendrado patriotismo, de identificación con principios nobles y altruistas!.

Actuar como soporte táctico de las fuerzas revolucionarias o de los grupos guerrilleros que luchaban desventajosamente contras las tropas de Don Pablo Morillo, implicó en todo momento arriesgar la vida o al menos merecer cárcel y pérdida de los bienes, destierros o trabajos forzados. Pero aun así, el deseo de lograr una patria autónoma y emancipada, lograr la libertad individual, poder comerciar sin límites, transitar por cualquier camino, en fin lograr nuevas condiciones de vida, de pensamiento, de actuación y de educación. Metas altas, ideales lejanos, todo eso desearon lograr todos los mártires de nuestra geografía al brindar sus vidas para que pudiéremos heredar una patria libre.

Se adhiere la Academia de corazón, a los tributos que rinde toda la ciudad de Zipaquirá, sus juventudes, las autoridades y las organizaciones cívicas a sus propios mártires y con ellos simbólicamente a todos los del departamento, y eleva sus votos porque sus ejemplos sirvan de faro a las actuales y futuras juventudes para encontrar el sendero de sus propias vidas, del tal suerte que en el futuro se constituyan en nuevos ejemplos ciudadanos.

Con esperanza y gran dosis de confianza, la Academia, haciéndose eco de la sociedad, desea un futuro promisorio para todos los ciudadanos y en especial para los jóvenes, apoyados en la transparencia y rectitud de proceder de nuestros mártires.



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Edición Número 78, Girardot, Mayo 22 de 2019


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