Edición Número 78, Girardot, Mayo 22 de 2019:-ZIPAQUIRÁ: HOMENAJE A LOS MÁRTIRES ZIPAQUIREÑOS (3 DE AGOSTO DE 1816)
Edición Número 78 Girardot, Mayo 22 de 2019
SACRIFICIO
DE LOS SEIS MÁRTIRES ZIPAQUIREÑOS*
EDITORIAL
Zipaquirá, 3 de agosto de 2016
POR ERNESTO CAMPOS GARCÍA
(PRESIDENTE CENTRO DE HISTORIA
ZIPAQUIRÁ)
1916. OBELISCO PERPETUA MEMORIA DE LOS MARTIRES ZIPAQUIREÑOS |
http://3.bp.blogspot.com/-8Xz1cp4g0po/Vb7cLgKOwNI/ AAAAAAAAASY/wAioXPoaCjA/s1600/DSC04233.JPG |
Que
mejor ocasión que la conmemoración del Bicentenario del Sacrifico de los Seis
Mártires Zipaquireños, para iniciar por parte del Centro de Historia de
Zipaquirá el presente proyecto editorial, el boletín “Cátedra de Zipaquirá”,
publicación que tiene como objetivo principal la difusión de la historia de
nuestro municipio a través de las investigaciones realizadas por los
integrantes del Centro de Historia e igualmente la reproducción de diferentes documentos algunos de ellos inéditos y
relacionados con las diversas etapas de nuestra historia. El Centro de Historia
de Zipaquirá, a lo largo de más de doce años de existencia ha
llevado adelante diferentes proyectos encaminados a difundir y promover la
investigación sobre la historia de nuestro municipio, el primero de ellos en el
año 2004, con el programa radial denominado “Itinerario Cultural”, el cual se
mantuvo vigente por más de dos años y que estamos seguros marcó un precedente
en la radio comunitaria
zipaquireña; igualmente hemos realizado varias publicaciones como la
segunda edición del libro del doctor Manuel José Cárdenas Rojas titulado “ La
Ciudad de Zipaquirá y sus derechos y privilegios ante la Historia” en el año
2009 y la publicación de la investigación titulada “Documentos para la Historia
de la Biblioteca Pública Municipal de Zipaquirá” en el año 2010, así como la
edición de diferentes plegables contentivos de información histórica sobre
Zipaquirá. En el último año y medio, hemos concentrado nuestra labor de
difusión de la historia, a través de las redes sociales con nuestro perfil en
Facebook y el blog del Centro de Historia de Zipaquirá, cuyas estadísticas de
visitas por entrada nos animan cada día más al cumplimiento de nuestro
objetivos los cuales juramos llevar adelante un 3 de agosto de 2004.
En
esta primera entrega, hemos querido rendir un homenaje a nuestros mártires
Zipaquireños, señores Agustín Zapata,
Juan Nepomuceno Quiguarana, Francisco Carate, José María Riaño Cortes, Luis
Sarache y José Luis Gómez, patriotas fusilados en la plaza principal de
Zipaquirá, el 3 de agosto de 1816 por órdenes del Pacificador Pablo Morillo y
quienes con el paso del tiempo se han convertido en un elemento esencial de la
identidad cultural del pueblo Zipaquireño. Tal y como lo venimos sosteniendo en
diferentes escenarios, la conmemoración del Bicentenario del Sacrificio de los
Mártires Zipaquireños, no puede reducirse a los actos del mismo 3 de agosto,
sino que debe convertirse en una ocasión única y especial para llevar a cabo
una cruzada en pro del rescate de la grandeza e importancia de la Zipaquirá
histórica y cultural que dio a la nación tan importantes aportes a lo largo del
siglo XIX Y XX.
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TRAS
LAS HUELLAS
DE
LOS MÁRTIRES ZIPAQUIREÑOS
POR ERNESTO CAMPOS GARCÍA
PRESIDENTE CENTRO
DE HISTORIA DE ZIPAQUIRÁ
|
FACSÍMIL BOLETÍN CENTRO DE HISTORIA DE ZIPAQUIRÁ |
Desde años atrás y teniendo como referente la
cercana conmemoración del bicentenario de sacrificio de los mártires
Zipaquireños, nos dimos a la tarea de recopilar una gran fuente documental
relacionada con este hecho histórico, rastreo de documentación y textos que se facilitó
al tener como guía la excelente obra del principal historiador zipaquireño don Luis Orjuela
(1) y en igual medida la obra del Padre Roberto María Tisnés (2); de otro lado contamos
con el privilegio de acceder a un buen número de documentación del archivo de
la antigua escribanía de Zipaquirá, de fines del siglo XVIII y comienzos del
XIX, documentación que ahora hace parte del archivo del Centro de Historia de Zipaquirá
y en donde luego de
clasificarla se dieron hallazgos valiosos relacionados con la vida social,
económica y política de Zipaquirá en la Independencia, de los
cuales resaltamos, actuaciones del cabildo de 1811, reclamos y representaciones
de la clase
criolla e indígena y varios documentos
suscritos por el principal de los mártires don Agustín Zapata.
El principal objetivo de dicha tarea de
recopilación de fuentes, en el cual venimos trabajando y esperamos muy pronto
ver materializados sus resultados, tiene como fines primordiales la creación de
una nueva conciencia histórica y la producción de la historia crítica y
renovada respecto del periodo de la Independencia en Zipaquirá, en el entendido
que como lo planteara tiempo atrás, Fernand Braudel “…todo está por hacer, o
por rehacer, o por repensar en el plano conceptual y practico de la historia (3)”.
Otro de los objetivos del proyecto, “Tras las
Huellas de los Mártires Zipaquireños”,
como denominamos esta labor, consiste en difundir entre las ciudadanía en
general y los interesados en la investigación histórica, el contenido de dicha
información, para que cada cual se cree su propia conciencia histórica y además
generar espacio abiertos de debate histórico, en este orden de ideas la
presente publicación conmemorativa, se convierte en el espacio más propicio
para cumplir este último objetivo, que si bien es el más fácil, no podemos
negar tiene una alta relevancia en el papel de difusión de la historia.
En esta oportunidad hemos seleccionado textos
del significativo número de información recopilada – que aspiramos poder
publicar a futuro en su totalidad -, los cuales guardan relación con las
diferentes acciones que ha venido adelantando el municipio de Zipaquirá, en
conmemoración a sus seis mártires de la Independencia y que se convirtieron
desde el escenario local en una labor para “forjar patria”, que como lo pone de
presente Alexander Cano Vargas en su artículo titulado “Hacia el Bicentenario:
una mirada a la celebración del centenario de la Independencia en Colombia
(1910)” (4),
quiere decir: “inculcar lealtades nacionales y asegurar que la “comunidad
imaginada” (que es la nación) penetre la imaginación no solo de las elites, de
los intelectuales, de los que saben leer y escribir, sino también del
populacho, de los analfabetas, de los campesinos e indígenas”.
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* FUENTE: TODOS LOS TEXTOS DE LA PRESENTE
EDICIÓN SON DEL BOLETÍN DEL CENTRO DE
HISTORIA DE ZIPAQUIRÁ / CÁTEDRA DE ZIPAQUIRÁ N°. 1 / ZIPAQUIRÁ, 3 DE AGOSTO DE
2016
(1) Minuta Histórica Zipaquirá, publicada en 1909,
Tributos de Zipaquirá para la revolución de Independencia, publicada en 1912. Y
varios artículos publicados por Orjuela, en periódicos y revistas locales y de
circulación nacional.
(2) Capítulos
de Historia Zipaquireña, publicada en 1956.
(3) Cita
tomada del libro “Antimanual del mal Historiador o ¿Cómo hacer hoy una buena
historia crítica?”, Carlos Antonio Aguirre Rojas. Pp.65. Ediciones desde abajo. 3ra. Edición. Mayo 2013, Bogotá, D.C.
(4) Artículo publicado en la revista “Historias” edición
N° 4 – diciembre de 2005 de la Asociación Colombiana de Historiadores”. Pp. 11
a 14.
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LOS
MÁRTIRES ZIPAQUIREÑOS (1)
POR LUIS ORJUELA
Historiador Zipaquireño
(Ortografía de la época)
|
PUERTA DE LOS MÁRTIRES http://www.extrategiamedios.com/images /noticias/2016/Julio/Cultura/layer3.jpg |
Como asunto á cuya elucidación no se ha
dedicado todavía un interés singular, en la exposición de generalidades
discuerdan los historiadores sobre los nombres, número y calidad de los
patriotas que fueron pasados por las armas en Zipaquirá el 3 de Agosto de 1816;
y el desconcierto aumenta por consecuencia de documentos oficiales que,
escritos con ligereza, se han encargado de propagar noticias erróneas.
Restrepo (Historia de la Revolución de
Colombia, tomo X, pág. 156, ed. De París, 1827) da el verdadero número de
patriotas, que fueron seis, pero a Sarache lo llama Sánchez, á José María
Riaño, José Riaño Cortés (cosa, por otra parte, que nada tendría de extraño, á
no ser por dar ocasión á que naciesen dos personajes que pudieren creerse distintos)
y á Quiguarana, Figurana.
En la edición de Besanzón, hecha en 1858, se suprimió el tomo de documentos, y con él la lista de patriotas
sacrificados en la República.
La Ordenanza 1° de la Cámara provincial de
Zipaquirá, de 21 de setiembre de 1852, sobre honores á la memoria de los
mártires Zipaquireños, incurre en mayores errores, pues á Luis Gómez lo llama
José Gómez, á José María Riaño, José María Cortés, á Francisco Carate, José
Antonio Carate, á Quiguarana, Tiguarana, y da por ejecutado a un Ramón Forero
que no consta lo fuera, con lo cual el número de víctimas sube á siete.
Groot (Historia Eclesiástica y Civil de la
Nueva Granada, tomo III, cap. LXII, 2° ed) tan puntual y rico como es en
detalles, dá
pormenores de Quiguarana (según el Tiguarana), de Carate y de “un mozo que
llamaban El Currutaco;” pero no entrando como parece, en el plan de su obra
hacer catálogo general de los mártires de la patria, calla los nombres de los otros tres, entre ellos el
principal, por no decir el único notable (pues quienes se sacrifican á la
patria todos lo son), que fue don Agustín Zapata.6
Scarpetta y Vergara (Diccionario Biográfico
de los Campeones de la Libertad, art. Referente á Zapara Agustín) mencionan
como ejecutados á Carate, Quiguarana (según
ellos Figuarana), Gómez, Riaño (que llaman, como Restrepo, José Riaño Cortes), Sarache (que apellidan Sánchez),
y agregan, de su propia cosecha, á N. Carranza y Juan E. Valdés, personajes imaginarios
que, ó no lo fueron en Zipaquirá, ó por aquella época ó por la patria, de donde
resulta un numero de ocho víctimas, entrando don Agustín Zapata. Y, admirémonos
todos! Hay una noticia biográfica de Valdés como inmolado en Zipaquirá el 3 de
agosto de 1816, y aún
se citan las palabras, pues que obras no podían citarse, por cuya expresión fue
condenado al patíbulo!
Como es posible que, á semejanza del examen
que nosotros hacemos hoy de los escritos que nos han precedido, se haga alguna
vez revisión de nuestro estudio por los escritores que nos sucedan, - si entre
nuestro conterráneos no sucumbiese este escrito á injurias del tiempo,- declaramos
desde ahora que no sólo
no tenemos, sino que aun deseamos, la severidad con que se nos trate, si por
otro lado en el camino de la investigación hemos de servir de punto de escala
para que la verdad se descubra. La crítica histórica sigue la marcha de todos
los conocimientos humanos, y día por día se hace nueva luz en torno de los
sucesos pasados. Sentado lo cual, entramos á exponer lo que tenemos averiguado
sobre los hechos que forman el objeto del presente estudio.
Los libros
parroquiales suministran la siguiente partida: Seis patriotas Zipaquirá
de Agosto de ochocientos diez y seis. Se les dio sepultura eclesiástica á los
cadáveres de D. Agustín Zapata, Luis Sarache, José Luis Gómez, José María
Riaño, Franco Carate y pomuceno Quiguarana. Se confesaron y recibieron el Viático, doy fe.
D. Agustn Zapata.
Luis Sarache.
Luis Gómez.
Limosna
José María
Riaño.
Franc° Carate
j. Nepom°
Quiguarana
Pedro
Josef Nieto.
Recorriendo las defunciones de la época del
terror hasta el año de 1819, no se registran más partidas de esta clase fuera
de la precedente. Y en su apoyo, cuando ella sola no asumiese la calidad de
documento fehaciente, viene un curioso manuscrito, autógrafo del señor Santiago
Talero y hallado entre papeles que posee la familia Zipaquireña de este
apellido, manuscrito que, abarcando á breves y fugases notas el periodo de 1807
á 1819, contiene la siguiente noticia:
“El viernes 2 de Agosto de 1816 trajeron de Santafé
á Agustín Zapata, Quiguarana, Carate, Venceguerras (3), Carraco y Currutaco, y al otro
día los arcabucearon”.
He ahí, pues, cómo renace de otra fuente El Currutaco del
historiador Groot, y cómo brotan los apodos de otros dos de los fusilados.
Desgraciadamente, aunque sabemos por este manuscrito cuáles no llevaban apodos (Zapata,
Quiguarana y Carate), y por el cotejo del manuscrito con la partida de
defunción colegimos cuáles lo
llevaban (Sarache, Gómez y Riaño), ignoramos qué apodo convenía en particular
á cada uno de los tres últimos
individuos, entre los tres de Venceguerras, Carraco y Currutaco, y por lo mismo
aún permanece en la sombra el verdadero nombre del célebre Currutaco.
De todos modos, consta por dos distintas vías
que las víctimas fueron seis, y queda, nos parece, disipada la duda en lo
relativo a sus nombres.
Agustín Zapata.- Según Scarpetta y Vergara nació
este prócer en Zipaquirá el año de 1764, noticia que, a falta de prueba directa
(pues el desarreglo de los libros parroquiales de aquella época hacer difícil
dar con el acta de nacimiento), está confirmada por declaración que en
instrumento público de 1793, extendió con motivo de solicitud de licencia para
enajenar una casa (protocolo correspondiente), hizo Zapata de contar á la sazón
28 años.
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Si el escribir materialmente bien, ha de
poderse tomar como indicio para juzgar la calidad y cultura de las personas,
Zapata debió recibir una educación esmerada, supuesto que, amanuense mucho
tiempo del Escribano de entonces, don Felipe Santiago Silva, trazaba una
hermosa letra española y observaba con estricto rigor los preceptos de una
ortografía correcta. Consta también que de 1795 para adelante recibía poderes
para gestiones judiciales, lo que hace suponer que, sin título de abogado, era
suficientemente versado en leyes.
El 29 de Abril de 1792 contrajo matrimonio
con la señora Clemencia Forero, y
fueron sus padrinos consortes de distinción, don Carlos Joaquín
de Urisarri y doña Mariana Tordesillas. Entre varios hijos del matrimonio de
don Agustín se contaba la señora José Zapata, de quien procede una de las ramas
de la familia actual de Coronados, á que pertenecen don Rogelio y don Jorge.
Es de creerse que Zapata disfrutó de no
escasas comodidades, pues construyo á sus expensas la casa de su habitación, la
que, situada
en la entonces llamada Calle de las Doncellas, es hoy propiedad y habitación de
don Rafael Araos.
Acogió con calor y en virtud de deliberada
convicción de patriota, como otros muchos Zipaquireños, la causa de la
Independencia; y se sabe, por tradición que se conserva en Zipaquirá, que, asociado a don Agustín Domínguez,
infirió públicos agravios al retrato de Fernando VII, llegando a verificar en él
un simulacro de ejecución. Qué
cargos precisos se dedujera contra él
en el proceso, ó verbal ó escrito, que debido seguírsele ante el Consejo
permanente de guerra (erigido en Santafé por Morillo, no para juzgar, sino para condenar a muerte
en causa ya prejuzgada), es cosa que ignoramos. Solo sabemos que en relación
formada el 22 de julio de 1816, se registra su nombre (y entre de los quienes
habían de ser mártires Zipaquireños es el único que se registra), con título de
Oficial, como el de uno de los “individuos que se hallan presos, y a quienes se
les están formando sus causas, acusados de rebeldes, cabezas y sostenedores de
la revolución, que han desempeñado los primeros empleos en ella”.
El ignorar nosotros los servicios reales
prestados por Zapata
á la causa de sus convicciones, no oscurece el mérito de su sacrificio. Así
como a la patria le basta para su gloria haber tenido mártires, á estos les
basta para ser grandes haber ofrendado su vida en el altar de la patria. Ese
es, a nuestro entender, el pedestal sobre el cual debe alzarse la figura de
Agustín Zapata.
Juan Nepomuceno Quiguarana.- Optamos por esta
forma del apellido: 1° porque
así consta de la partida de defunción que dejamos copiada, del manuscrito de
Santiago Talero y de otros instrumentos del siglo pasado que pueden consultarse
en la Notaría, lo que
nos hace creer que ese era el uso general, sin que por eso dejase de haber cual caso de
la forma Tiguarana (nunca Figuarana ni Figuarama), como el del acta de
matrimonio de esta víctima de la patria; y 2° por no sabemos que vaga sospecha
que abrigamos, no apoyada, es cierto, en texto alguno, de que dicho apellido es
indígena, á la manera de Pataquiba y otros, y, siendo así, nos parece que cuadra
mejor con el muisca la forma Quiguarana. Solo agregamos que habiendo sido el
uso vario, muy bien han podido seguir los historiadores aquella de las dos
formas que llegó primero á su noticia, ó que les pareció más aceptable, sin
incurrir por ello en nimia y fútil censura.
Conforme lo asienta Groot, Quiguarana,
“honrado padre de familia, hombre del pueblo, sencillo e ignorante, no tenía
más delito que haber sido Sargento de milicias del lugar, sin haber hecho
servicio alguno ni haber molestado á nadie”.
Fuera de esto, apenas sabemos de Quiguarana
que en 4 de febrero de 1789 contrajo matrimonio con María de la Cruz Garzón, y,
que sus padres fueron Pedro Quiguarana
y ja (sic) Peñalosa.
Francisco Carate.- Carate dice Groot, era “un
indio de los principales, rico (4) y honrado padre de familia; tan
ignorante, que era de los que creían que en la república todavía mandaba su amo
el Rey. No había tenido más empleo que el de teniente de los indios, el que
ejercía desde ante del 20 de julio”.
El Currutaco.- Como lo hémos observado, no sabemos cuál de
entre Sarache, Gómez y Riaño se conocía con este apodo; pero es muy curiosa la
relación que hace de él Groot, la que integra, dice así:
“El Currutaco era un joven plebeyo y sin
instrucción alguna, pero de aquellos que esta clase pican de entendidos y se
mezclan en las cosas políticas. Este no entró por la moda de ser patriota, y
se distinguió como realista, granjeándose con esto el odio de los patriotas de Zipaquirá,
que eran muchos y exaltados; era, en sentido realista, lo que llamamos
chispero; y desde que supo que venían las tropas españolas, se fue encontrarlas á
Chiquinquira, desde donde vino con ellas sirviéndoles de guía. No se supo por qué le echaron mano en Santafé, y
preso en el mismo Colegio del Rosario, lo juzgaron con los otros dos (5),
ó no lo juzgaron, sino que dieron orden para llevarlo con los compañeros á
Zipaquirá, donde lo fusilaron. Y no se extrañe semejante desorden entre gentes
á quienes poco les importaba la vida de los americanos, porque sucedió, en el
mismo Colegio, que habiendo llamado en lista á uno, entre varios, de los que
sin saber porqué
traían presos de los pueblos, y que iban a soltar por no haber resultado causa
contra ellos, no apareció, y el carcelero dio cuenta de que lo habían sacado a fusilar
con otros. El Currutaco
protestaba en el banquillo, á la faz del pueblo, que siempre había sido
realista; que en nada había servido á la patria, y que no sabía por qué lo
mataban. Todo el mundo conocía esto y se admiraba; pero el terror era tal, que
no permitía bullir á nadie los labios para decir una sola palabra sobre lo que
se ordenaba por Morillo y sus autoridades”.
El silencio de los mismos realistas, que
temían sindicarse de patriotas y correr suerte desastrosa, si hablaba en favor
aun de sus propios copartidarios, injusta ó equivocadamente acusados, abrió la
tumba de muchos inocentes é impidió rescatar del cadalso la vida de El
Currutaco. Este lo mismo que Quiguarana y Carate, fueron víctimas sin culpa en
el delito de rebeldía ó insurgencia, como decía entonces, la diferencia de
Zapata, que fue víctima consiente.
Los otros dos mártires. De ellos, esto es, de El Carraco y Venceguerras, no
tenemos noticia alguna.
Como las sentencias del Consejo permanente se
cumplían por lo regular en el lugar del nacimiento de los sentenciados ó en el
que eran más
conocidos, sin duda para mayor escarmiento, a los seis de Zipaquirá se les
trajo, como hemos visto, el viernes 2 de Agosto de 1816 y se les puso en
Capilla. A este destino sirvió una de las tiendas, que haciendo parte de la
casa perteneciente hoy día a la señora Josefa Morales de Bernal, es propiedad
de los herederos del señor Ramón Castro, y está situada a la mitad del costado
occidental de la plaza principal, contra el lado Sur del zaguán de la mencionada
cas. Hasta
ahora poco tiempo conservaba todavía dicha tienda la misma puerta que tenía en
aquella época, puerta que en la hoja
del lado derecho deja ver, cubierta con un remiendo, la ventanilla que se le
hizo entonces para que los sentenciados se comunicasen con las personas que se
acercaban por fuera. Hoy la expresa puerta, que á modo de reliquia debería ser
objeto de patriótica veneración, ha recibido el menosprecio de ser habilitada
para la cárcel de mujeres, y lleva una placa
de bronce con la siguiente inscripción:
“Pertenecía esta puerta al local que sirvió
de capilla á los señores D. Agustín Zapata, Luis Sarache, Luis Gómez, José María
Riaño, Francisco Carate y Juan Nepomo. Quiguarana, Zipaquireños que por su amor
a la patria fueron sacrificados en esta ciudad el 3 de Agosto de 1816. A
solicitud del Concejo municipal de 1887, la cedió gratuitamente su dueño, el
señor don Ramon Castro.
“Queda confiada su conservación á la respetuosa gratitud de
los Zipaquireños.
“Zipaquirá, octubre de 1887.”.
Llevados de nuestra ignorancia en materia de
lo que es el valor histórico de las cosas, aún no sabemos si andando el tiempo
se le ocurra aalguna arrancar la
expresada placa…..para hacer, por ejemplo, una chocolatera.
El suplicio de todos los condenados á muerte
se ejecutaba en Zipaquirá al frente del edificio que existía en donde hoy está
la casa del señor José María Rodríguez, en la plaza principal, hacia el costado
occidental de la iglesia. Allí rindieron, pues, la vida las seis víctimas de la
crueldad española, el sábado 3 de Agosto.
Pasada la ejecución, los cadáveres fueron
sepultados al costado meridional de la Capilla de Nuestra Señora de los Dolores, bajo el
ala de la sacristía, dando las cabezas contra los cimientos de esta parte del
edificio. Hace algunos años vivía todavía un testigo ocular del entierro,
Francisco Pinzón (alias Pacho Piches), antiguo sacristán de dicha Capilla, que
fue quien comunicó
esta noticia al diligente señor Epifanio Wiesner, de quien nosotros la hemos
tomado.
Duerman, pues, en paz esos venerados restos,
entre tanto que la gratitud les levanta el monumento que reclama su fecundo
martirio.
_____________________
(1) El
presente artículo fue publicado el 20 de julio de 1894 en la entrega No. 6 del
periódico Zipaquireño “El Estudio”, de donde hemos tomado respetando la
ortografía de la época. A la fecha es considerado como el primer antecedente
historiográfico relacionado con los mártires Zipaquireños. Años después don
Luis Orjuela, publicaría un ensayo más profundo sobre este aspecto, en su obra Tributos de Zipaquirá
para la Revolución de Independencia” de 1912.
(2) En
documento número 28 agregado al apéndice del
tomo III, para la 2a edición, hecha, como se sabe, después de
la muerte del señor Groot, se incluye una relación oficia de presos y detenidos, entre los
cuales figura don Agustín Zapata, en grado de Oficial.
(3) Este nombre aparece confuso. Está
escrito, Benseguer.s ó Benseguerr.s
(4) No obstante vemos que se le
enterró de limosna.
(5) Quiguarana y Carate.
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ACTA
DE LA EXHUMACIÓN
DE LOS RESTOS
DE
LOS MÁRTIRES
ZIPAQUIREÑOS,
LEVANTADA EL DÍA 3 DE AGOSTO DE 1931
|
1810. PROVIDENCIA DEL PRIMER CABILDO DE LA VILLA DE ZIPAQUIRÁ INTEGRADO POR DON AGUSTÍN ZAPATA https://2.bp.blogspot.com/-nrVHvVXjrkQ/V960yUTF27I/ AAAAAAAAAm0/BFZmqMHRlF46ECzAjLoo-Ic6GX4IGIPfgCLcB/ s640/IMG_20160918_0013.jpg |
Para dejar constancia solemne y memorable de
los diferentes actos que se llevaron a cabo con motivo de la exhumación de los
restos de los
mártires Zipaquireños, señores Agustín Zapata, Luis Sarache, Luis Gómez, José
María Riaño, Francisco Carate y Nepomuceno Quiguarana, quienes por su amor a la
causa de la República
fueron sacrificados en esta ciudad el día sábado tres de agosto de mil
ochocientos diez y seis, se extiende la presente acta. (1)
El honorable Concejo Municipal, en sesión de
fecha once de julio del corriente año, por proposición presentada por el honorable concejal Manuel
J. Cárdenas, dispuso que fueran exhumados los restos de los mártires
Zipaquireños, disposición que le fue comunicada al señor Personero Municipal
don Quintilano Robayo, en oficio número 577 de trece del citado mes de julio,
que a la letra dice, en su parte pertinente: “SECRETARIA. – Número 577.
Zipaquirá, julio 13 de mil novecientos treinta y uno. – Señor Personero
Municipal. – Presente. - … Aprovecho esta oportunidad para hacer saber a usted
que el Concejo dispuso que tan pronto como la presente llegue a su poder,
ordene, de acuerdo con el señor Cura Párroco de la ciudad, la exhumación de los
restos de los mártires zipaquireños,
que se hallan en la capilla de Los Dolores, en reconstrucción actualmente, de
tal manera que se encuentren listos
para lo que esta corporación disponga, el próximo tres de agosto. – Servidor
muy atento, Fidel Benito”.
Como trabajos preliminares, para dar
cumplimiento a lo dispuesto por el honorable Concejo Municipal, el señor
Personero, asociado de los señores Alcalde del Circuito Judicial, doctor Carlos
Julio González Vargas; del señor Cura Párroco, doctor Joselyn Castillo, y de
los honorables vecinos señores Braulio M. Gaitán R. y Miguel Ángel Martínez, y
de los obreros José Castillo, José Fonseca y Benjamín Reyes, se trasladaron el día
jueves diez y seis del precitado mes de julio, al sitio que ocupa la capilla de
Nuestra señora de Los Dolores, con el fin de concretar el lugar preciso donde
estuvieran inhumados los restos de los mártires Zipaquireños. Una vez allí, los
señores Gaitán R. y Martínez, de acuerdo con las anotaciones del señor don Luis
Orjuela (q. e. p. d.), gran historiador, hijo dilecto de Zipaquirá, consignados
en sus libros titulados: MINUTA HISTÓRICA
DE ZIPAQUIRA y TRIBUTOS DE ZIPAQUIRA PARA LA REVOLUCION DE LA INDEPENDENCIA, y
los datos suministrados por el señor don Guillermo Quevedo Z. en el folleto que
publicó el tres de
agosto de mil novecientos diez y seis, con motivo del primer centenario del
sacrifico de los mencionados mártires, manifestaron a las entidades allí
presentes que los restos de los mártires Zipaquireños se encontraban en el
suelo, bajo el alero de la sacristía, hacia el costado sur de la capilla ya
indicada, fuera del recinto, a cuatro (4) metros hacia el oriente de la puerta
que daba entrada a la sacristía, dando las cabezas contra los cimientos de esta
parte del edificio. Determinado este punto, habiéndose tenido en cuenta también
las ilustraciones que hizo al respecto
el señor Cura Párroco, el señor Personero Municipal dispuso que los
trabajadores procedieran a despejar el corredor o anden del costado sur de la
capilla, que se hallaba cubierto de tierra, y que en seguida quitaron con el
debido cuidado las piedras que formaban el citado corredor.
Estos trabajos fueron ejecutados, mediante la
vigilancia de la Autoridad, en los
días diez y seis y siete del citado julio.
Hecha una excavación de un metro de
profundidad, aproximadamente, el día
diez y ocho del mismo mes de julio, a la una de la tarde y hallándose presentes
los siguientes señores: don Luis Alberto Pinzón, Presidente del Concejo Municipal; don Augusto
Colmenares, Vicepresidente de la misma Corporación; Concejales: don Manuel José
Cárdenas, don Juan Manuel García Araos,
don Pablo Emilio Linares, don José Agustín Daza, doctor Pedro María Alvarado, y
el secretario de esta corporación, señor Fidel Benito; doctor Carlos Julio González Vargas, Alcalde del Circuito
Judicial; don Quintilano Robayo, Personero Municipal; señor doctor don Joselyn
Castillo, Cura Párroco; señores, doctor Rafael Villate y Luis Manuel Bernal,
Jefe y Subjefe, respectivamente, de la Policía Municipal, y los vecinos
distinguidos de la ciudad señores Braulio M. Gaitán R., Miguel Ángel Martínez,
Rafael Abello,
doctor Antonio María Robayo, Efraím Medina, Vicente García, y actuando como
obreros los mencionados Castillo, Fonseca y Reyes, el señor Personero ordenó se continuaran los trabajos, y a
las dos de la tarde fueron hallados algunos residuos de huesos y tres calaveras
que al tocarlos se convirtieron en pequeños fragmentos y polvo, los cuales
estaban colocados al pie de los cimientos del costado sur de la mencionada
capilla de los Dolores.
Acto continuo y en medio del mayor
recogimiento y respeto, fueron cuidadosamente depositadas las cenizas de los
patriotas sacrificados, en una urna especial y trasladadas al salón del Concejo
en el Palacio Municipal, en donde permanecieron hasta el día de hoy, en que
fueron conducidos de manera solemne a la iglesia parroquial, en donde se
celebró un severo funeral en homenaje a su memoria, con asistencia de las
Autoridades civiles y eclesiásticas, colegios y escuelas y de toda la
ciudadanía Zipaquireña, que en esta forma quiso rendir un elocuente tributo de
admiración y gratitud a quienes abnegada y generosamente ofrendaron sus vidas
en aras de la libertad y de su amor a la República.
Para constancia y para perpetua memoria, se
firma esta acta a los tres días del mes de agosto del año de mil novecientos
treinta y uno, aniversario del sacrificio de los mártires Zipaquireños.
(Esta acta fue enviada en oportunidad a la honorable Academia
de Historia y se dispuso colocar un ejemplar dentro de la correspondiente
urna).
(Se dejó constancia de que los restos de los mártires se
encontraron en la misma forma a que alude la Minuta histórica de don Luis
Orjuela).
______________________
(1) Boletín
Municipal – órgano oficial del municipio de Zipaquirá. Octubre 31 de 1931. P.17 a 20.
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DIA
DE LOS MARTIRES
POR ALBERTO
CORRADINE ANGULO
Presidente
Academia de Historia de Cundinamarca
El aporte de Cundinamarca al martirologio de
la patria es altamente significativo, pues muchos de los actuales municipios
cuentan con dos, tres, o más víctimas cruentas de la represión implantada por
las tropas del General Don Pablo Morillo, durante los tres años que duró su dominio en nuestra patria
antes de quedar derrotados definitivamente en el puente de Boyacá. Hombres y
mujeres perecieron fusilados en diversos lugares del territorio departamental,
no importó para su ejecución que se tratara de personas jóvenes o mayores, que
fueran ricos o pobres, que fueran ilustrados o ignorantes que se les considerara nobles o sencillos habitantes.
Al Pacificador, todos aquellos que por una u otra razón hubieran defendido la
libertad de la patria, los considero traidores al Rey y por ello merecedores de
la pena máxima, con la cual acompañó en muchas oportunidades la pérdida de sus bienes y la pobreza
absoluta para sus familias.
Sabemos que en el día de hoy se conmemora en ésta ciudad un aniversario más de la
dolorosa perdida de seis de sus hijos, sacrificados el 3 de agosto de 1816, es
decir hacer 200 años, pero para la Academia que me honro en representar en el día
de hoy, la fecha encierra la muerte trágica de las de 50 héroes, cuya sangre
corrió por plazas y campos de batalla.
Lástima que el recuento de tan larga lista
simplemente adormezca nuestra conciencia y no constituya el llamado ferviente a
la juventud para que se enorgullezca del pasado.
Hijos de muchas poblaciones conforman el
martirologio de Cundinamarca, Sopó, Ubaté, Nemocón, La Mesa, Tibirita, Guaduas,
Zipaquirá, Gacheta y varias poblaciones más, que ofrendaron sus vidas en el
patíbulo, amén de los muchísimos que perecieron en los campos de batalla desde
Venezuela hasta Bolivia.
Por ésta razón la Academia de Historia de
Cundinamarca ha resuelto dedicar este día glorioso y heroico a los mártires de
todo el Departamento, pues sin necesidad de llegar a una enumeración cuidadosa
de todas las personas que entregaron sus vidas por la defensa de la libertad,
la exaltación suprema de las auténticas virtudes ciudadanas, su entrega total a
la patria, su deseo trascendental de ejemplarizar con su valor denodado a las
juventudes y a todos sus contemporáneos, merecen además de un profundo respeto,
el sincero reconocimiento de las nuevas generaciones.
¡Cuánto no desea la Academia que los cundinamarqueses aprecien
verdaderamente los alcances que sacrificios como el de los seis Mártires de Zipaquirá, los dos de Nemocón y todos los demás que
distribuidos por todo su territorio, dieron ejemplo de acendrado patriotismo,
de identificación con principios nobles y altruistas!.
Actuar como soporte táctico de las fuerzas
revolucionarias o de los grupos guerrilleros que luchaban desventajosamente contras
las tropas de Don Pablo Morillo, implicó
en todo momento arriesgar la vida o al menos merecer cárcel y pérdida de los bienes, destierros o
trabajos forzados. Pero aun así, el deseo de lograr una patria autónoma y
emancipada, lograr la libertad individual, poder comerciar sin límites,
transitar por cualquier camino, en fin lograr nuevas condiciones de vida, de
pensamiento, de actuación
y de educación. Metas altas, ideales lejanos, todo eso desearon lograr todos
los mártires de nuestra geografía al brindar sus vidas para que pudiéremos
heredar una patria libre.
Se adhiere la Academia de corazón, a los
tributos que rinde toda la ciudad de Zipaquirá, sus juventudes, las autoridades
y las organizaciones cívicas a sus propios mártires y con ellos simbólicamente
a todos los del departamento, y eleva sus votos porque sus ejemplos sirvan de
faro a las actuales y futuras juventudes para encontrar el sendero de sus
propias vidas, del tal suerte que en el futuro se constituyan en nuevos
ejemplos ciudadanos.
Con esperanza y gran dosis de confianza, la
Academia, haciéndose eco de la sociedad, desea un futuro promisorio para todos
los ciudadanos y en especial para los jóvenes, apoyados en la transparencia y
rectitud de proceder de nuestros mártires.
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Edición Número 78, Girardot, Mayo 22 de 2019
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