lunes, 12 de noviembre de 2018



Edición Número 43, Girardot, Noviembre 12 de 2018:-ABAJO LAS ARMAS!




                                                            Edición Número 43 Girardot, noviembre 12 de 2018



ABAJO LAS ARMAS!



 POR SANTANDER A. GALOFRE*





 SANTANDER A. GALOFRE
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Piedad y misericordia infinitas para las naciones y los pueblos, para las sociedades, para esa condensación tan omnipotente y poderosa encarnada en nuestras mujeres y nuestros hijos.

         Que haya, como en las épocas evangélicas, la gran simiente, la única semilla prolífica y fecunda: el amor de todos para todos. Que surja, como en los tiempos de Cristo, la palabra sublime: ¡la del perdón!

         Ninguno tiene derecho para matar. Que quede por lo mismo y para siempre proscrita todo lo que en la humanidad sea o pueda ser labor de destrucción.

         Tenía yo a mi lado a la noble y abnegada compañera de mi vida, y el niño, como pájaro de luz, interrumpía mi tarea con sus primeras palabras infantiles, y me arrancaba a cada instante la pluma de la mano.

-Para qué escribes?

-algún día, cuando seas hombre, leerás estas líneas, y sabrás entonces que el odio es el más vil de los sentimientos, y la venganza la más innoble de las pasiones.

         Al terminar la lectura del libro, surgió repentinamente en mi memoria el recuerdo doloroso de la frase de Rousseau.

         Y en la sociedad aislada del pensamiento, me decía: Si un hombre como Juan Jacobo, que por su influencia decisiva en el espíritu de ciertas generaciones puede considerarse como un genio, no tuvo inconveniente para decir que una pistola es también una razón, ¿qué podremos esperar de aquellos en los cuales el arado intelectual no labró ningún surco, y que juzgan y creen que un cañonazo es el mejor de los argumentos, y una puñalada la más santa de las oraciones?

         Para ellos una bofetada es una idea en acción, y disparar una bala, poner un pensamiento en marcha.

         Después de la lectura de la obra esencialmente hermosa y bellamente humana de la grande y noble austríaca, la baronesa de Suttner, contemplaba yo los ojos de mi mujer preñados de lágrimas, y brotó de sus labios esta frase: “Todas esas angustias, todos esos dolores, todos esos tormentos, los ha experimentado mi corazón. Piedad para nosotras. ¡Sencillamente piedad!

         Y desfilaban ante mí, evocadas por el poder misterioso del pensamiento, las escenas conmovedoras, sangrientas y terribles: Solferino y Magenta, la guerra cruel contra Dinamarca, Custozza y Sadowa, Sedán y Strasburgo, y los episodios de las hienas de la Comuna.

         El duelo y el luto en todos los hogares; la miseria como soberana absoluta de los pueblos; la desolación produciendo el hambre como fruto supremo; las naciones, una contra otras, en labor intacta de devastación; el incendio como fulguración roja en las granjas; la requisa y el robo como explotación legítima; la gran segadora, la muerte, cosechando cadáveres; los heridos, abandonados en los grandes campos de lucha y acción, agonizando sin saber por qué agonizan, muriendo sin saber por qué mueren, sintiendo en sus heridas la tarea destructora del gusano y la ola invasora de la carne corrompida; la blasfemia, la frase sacrílega que sale de los labios del moribundo, pidiendo como consuelo supremo la muerte; las granadas de siniestras estelas y resplandores describiendo la curva pérfida y maligna estallando en el aire para eliminar las espigas humanas, y excavando en muchas ocasiones la tierra, antes de matar y herir, como para decir a los hombres: abiertas están las fosas sombrías; las vírgenes de rodillas implorando a Dios, elevando al cielo la plegaria eterna, con los labios convertidos en ascuas por los mordiscos del violador, y haciendo brotar entre lágrimas y sollozos las frases candentes de corte bíblico: Señor! Soplan sobre nosotras tempestades de estupro, y lloran millares de mujeres sentadas del lado del Aquilón; doncellas y viudas estranguladas por la miseria y aceptando por un óbolo de hambre la caricia brutal del matador; la aniquilación completa del ahorro y de la riqueza; los sabios y los pensadores siendo máquinas de destrucción; todos los instintos salvajes del odio; el exterminio como ley máxima, todas las angustias, todos los tormentos y todos los suplicios desfilan en esa obra Abajo las armas, de la baronesa de Suttner.

         Sí, abajo las armas; y que sea para siempre.

         ¡Si la baronesa de Suttner, en lugar de tener, como tuvo, a la vista el terrible choque de naciones contra naciones, de pueblos contra pueblos, de razas contra razas, hubiera tenido ante sus ojos la barbarie y el salvajismo de la guerra civil! El padre matando al hijo, el hijo matando a la madre, el hermano asesinando al hermano, desencadenada toda la furia de las pasiones y rotos los más sagrados y queridos lazos de la sangre, cómo habría sido de trascendental y divino aquel grito, aquel clamor del viejo militar en su lecho de muerte:

¡La guerra! ¡Maldita sea!

Ibagué, Enero de 1908                             
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*GIRARDOT/ GIRARDOT, NÚMERO 27/ 1908

NOTA: Tras conocer los resultados de la guerra, la aborrece. Que esto sirva, tal vez, para cesar el odio. Santander A. Galofre, fue General del ejército, combatió al lado del General Rafael Uribe Uribe, durante la guerra de los mil días. Terminada esta, sentó sus reales en Girardot, donde se convirtió en uno de los referentes  políticos del partido liberal, vivió luego en Ibagué. Otro líder liberal, Francisco de A. Salive lo definió: “….peñón musgoso hecho carácter….frondosa encina política y social.” 




Edición Número 43, Girardot, Noviembre 12 de 2018



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