Edición Número 45, Girardot, Noviembre 28 de 2018:-NOTA POLÍTICA (LAUREANO GÓMEZ)
Edición Número 45 Girardot, noviembre 28 de 2018
NOTA POLITICA
(LA PLUMA-1912)
Laureano Gómez (Izq.) y Alberto Lleras Camargo
http://revistacorrientes.com/el-campanario-un-reportaje-
historico-con-laureano-gomez-el-hombre-tempestad/
La
más alta nota que haya dado la prensa periódica del país en los últimos tiempos
es sin duda la suspensión de La Unidad,
uno de los voceros del ultra clericalismo…Su Director el señor Laureano Gómez
R., con entereza de carácter, no común en esta época de genuflexiones y
componendas, arroja a la opinión pública sensata un cadáver en putrefacción
para que se le haga la autopsia…Bernardo Herrera Restrepo, Arzobispo de Bogotá,
Primado de Colombia, jefe visible del runtanismo y protector de la cuadrilla mucistas*
capitaneada por Laureano García Ortiz, no pudo arrancar la pluma de mano del
fervoroso católico, discípulo y hechura de Jesuitas, quien tuvo en más el amor
patrio que el temor del sectario. El artículo en que se avisa la suspensión de La Unidad, por creer que
debe ser conocida en todo el País, lo reproducimos íntegro, suplicando al
lector tome buena nota de las enseñanzas graves que de él se desprenden. Dice
así:
“A
poco tiempo de haber aparecido a la luz pública esta hoja, comenzaron a
ventilarse por la Prensa y en el Parlamento los asuntos relacionados con el
SINDICATO DE MUZO Y LA COLOMBIAN EMERALD C.°, con motivo de haberse sometido
los contratos celebrados en Londres por el señor Laureano García Ortiz a la
aprobación del Cuerpo Legislativo de 1909.
La
opinión fluctuaba entre las monstruosidades que a primera vista se veían en los
contratos y la defensa acalorada que de ellos hacían el propio señor García
Ortiz, irregularmente admitido a las deliberaciones de la Cámara, y el señor
Lucas Caballero, cuyo carácter de accionista de la EMERALD, y por lo tanto de
interesado en contra de la República, se mantenía aún en secreto. Al fin
triunfó la justicia en aquella primera escaramuza, y entonces, al comentar ese
triunfo y al hacer algunas referencias a las personas complicadas en tales
asuntos, fue cuando por primera vez estampamos en estas columnas nuestras
opiniones sobre la especulación conocida en el público con el nombre de
MUCISMO.
Habían
pasado algunos días después de que tales publicaciones fueron hechas cuando un
Padre Jesuita, que respetamos profundamente por las eximias virtudes y prendas
personales que le enaltecen, nos mandó llamar a su residencia en el Colegio
Nacional de San Bartolomé y nos dijo que hablando sobre nuestro periódico con
el Ilustrísimo señor Herrera, Arzobispo de Bogotá, este elevado personaje se
había manifestado muy disgustado porque hubiéramos terciado en contra de la
negociación de Muzo, por la vehemencia empleada al hacerlo y terminaba manifestando al Padre Jesuita su voluntad de
que no volviéramos a ocuparnos de tal negocio. El sabio jesuita se limitó a
referirnos lo que había oído, a manifestarnos que debíamos prestar grande
acatamiento a las opiniones del Prelado, y a recordarnos que si en materias de
dogmas, de moral y de disciplina eclesiástica es obligatorio a los católicos
seguir las indicaciones de los Obispos, en la discusión de los asuntos
administrativos o políticos, que no se rozan con la materia religiosa, no deben
tener los que, escriben para el público otra norma que la verdad y la justicia.
Nuestra
conducta, de allí en adelante, era clara. Persuadidos de las formalidades, de
las indelicadezas, de las faltas de probidad, de los cohechos y sobornos y
demás crímenes que forman la esencia de las negociaciones con las esmeraldas,
la opinión del Prelado no podía producir en nosotros más sentimiento que el de
lamentar que persona tan virtuosa, bien aconsejada y conspicua como el Ilmo.
Sr. Arzobispo Primado sufriese una equivocación por otra parte muy explicable,
pues las delicadas atenciones de su elevada jerarquía no le dejaron sin duda
tiempo ni oportunidad de investigar y comprobar ciertos hechos, cosa ésta que
nosotros, en nuestra calidad de periodistas, sí habíamos podido llevar a cabo.
Pero
aquella indicación, por muy alto que fuese su origen, y por mucho que nosotros
respetásemos, como respetamos a la venerable persona que le daba, no podía
sellar nuestros labios ni quebrar en nuestras manos la pluma que se movía en
defensa de los intereses nacionales, en lucha franca y leal con individuos a
quienes la opinión pública ha pesado y hallado faltos y a quienes las leyes
nacionales, no obstante sus deficiencias, tuvieran encerrados en una cárcel,
sino fuese tristemente cierto que las influencias y las intrigas son en
ocasiones como éstas, más poderosas que las leyes.
Cuando
con el transcurso de los días se presentó alguno de esos incidentes tan
numerosos en este proceso de Muzo, y volviéndonos a ocupar del asunto,
consignamos de nuevo palabras de censura contra las acciones indignas que
estaban a vista de todos, el señor Presbítero doctor Teodoro Rosas, sacerdote
suficientemente conocido en la capital, se acercó a alguno de nosotros para
decirnos que le señor Arzobispo en conversación con él, le había manifestado
que lo mortificaba sobremanera que la UNIDAD acogiera las “CALUMNIAS”-esta fue
su expresión- que se habían levantado contra el señor García Ortiz y que no
desmentirlas y propagarlas era contrario al espíritu cristiano.
Obligados
por lo que creíamos nuestro deber, como periodistas y como buenos colombianos
hubimos de atacar de nuevo al Sindicato y sus similares cada vez que trataron
de hacer valer sus fantásticos derechos, para arrancar a las arcas públicas los
dineros del pueblo, principal y bochornoso fin que el Sindicato se propuso al
constituirse.
Pero
un día llamonos a su casa nuestro bondadoso e
ilustre amigo, doctor José Joaquín Casas, para tratar con nosotros asuntos
graves. En pláticas con él nos dijo que el ilustrísimo señor Herrera Restrepo
lo había llamado a su palacio para darle amargas quejas de LA UNIDAD y para
censurar en términos de desusada vehemencia la labor que hallamos contra
personas a quienes nada se les había comprobado, según decía. El doctor Casas
nos añadió que jamás había visto al señor Arzobispo tan arrebatado por la ira
como en aquella ocasión en la que le dijo que estaba dispuesto a dar un documento
público desautorizándonos si volvíamos a atacar a los mucistas. Parecía
entreverse la censura eclesiástica a través de aquellas duras frases del
Prelado que nos transmitía nuestro caballero amigo.
Días
después vino el último Congreso y en una sesión del Senado, el General Benjamín
Guerrero -persona recta y honrada si la hay, ya quien ninguna consideración es
capaz de impedirle la expresión de la verdad-, pronunció un discurso en el que
se hacían graves inculpaciones al señor García Ortiz. Aquel discurso dio lugar
a la polémica por la Prensa que se recordará, pero antes de entrar en ella, el
Sr. García Ortiz se dirigió a la morada de su poderoso defensor, y le pidió que
sirviera de intermediario con el Senador Guerrero para conseguir que este no volviera
a hablar en el Senado contra Muzo, o para celebrar en el mismo recinto del
Palacio Arzobispal una conferencia en la que García Ortiz debía sincerarse.
EL Ilustrísimo Señor Herrera Restrepo
accedió a estas peticiones, llamó al General Guerrero y le propuso la
celebración de la entrevista en su Palacio.
El
señor Guerrero, con muy buen acuerdo, se negó a concurrir y fue sólo entonces
cuando el señor García Ortiz se desató en improperios desde las columnas de los
periódicos liberales, contra el benemérito General conservador.
Habíamos
sido honrados con el cargo de la Representación Nacional y nuestra conciencia
nos indicaba como mandato imperativo, la necesidad de tomar parte en el debate
en contra del famoso proyecto de transacción con el EMERALD COMPANY presentado
por el Gobierno y que después de ciertas conferencias del señor García Ortiz y
del señor Santiago Ospina con algunos Representantes, estaba a punto de ser
aprobado. Lo hicimos en los términos que son de nuestros lectores conocidos y
el proyecto no fue ley.
Aquella
vez el señor García Ortiz no acudió a la mansión episcopal a pedir una
entrevista para sincerarse con nosotros ni dio respuesta alguna por la Prensa,
pero aunque desconozcamos la forma de la
entrevista, si la hubo, como es muy probable, si sabemos de manera positiva que
por aquéllos días el Ilustrísimo señor Arzobispo, hablando con alguna persona
de los asuntos de esmeraldas, ponderaba la honorabilidad del señor García
Ortiz, víctima inocente de la envidia y de la maledicencia.
“A Laureano Gómez -cuentan que añadió su
Ilustrísima- le hicieron ahora un discurso para que insultara a García Ortiz en
la Cámara, pero…” y agregan que balbuceó una amenaza.
LAUREANO GÓMEZ https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/b/bc /Laureano_G%C3%B3mez_%28c._1925-1926%29.jpg |
Quien
dudare de la realidad de este estado de ánimo para con los mucistas que
nosotros no podemos menos de lamentar en el señor Arzobispo, le bastará
recordar que el Diario católico LA SOCIEDAD, desde su fundación hasta el
presente, no ha emitido opinión ninguna sobre los negociados de esmeraldas, lo
cual es debido a prohibición formal que sus varios directores y redactores han
recibido de parte del Metropolitano.
Nosotros
no entramos a juzgar si sirve si sirve bien los intereses de la Patria, un
periódico sostenido por los dineros de los fieles, al negarse a estudiar
asuntos de tamaña importancia, únicamente para favorecer la conjuración del
silencio y para que a su sombra la especulación medre sin obstáculo: pero la
mencionada prohibición es un hecho comprobado.
En
los últimos días el Ilustrísimo señor Arzobispo, sin manifestarnos nada
directamente, ha puesto de modo privado en juego sus influencias personales
acerca de cierta persona que tiene participación en la empresa de este
periódico para que haga imposible la continuación de él. Incapacitados por
ahora para vencer algunas dificultades, suspendemos indefinidamente nuestro
Diario. Muzo nos ha tapado la boca.
Sorpresa
causará a algunos lo que decimos. Mayor nos ha causado a nosotros. Al
despedirnos de nuestros lectores con la conciencia tranquila del deber cumplido,
lo hacemos un poco tristes, no por nosotros, sino por este desventurado país
donde hasta los merecidos prestigios de la autoridad eclesiástica sirven, -de
buena fe y en involuntario error, sin duda alguna- para cohonestar las acciones
de un ladrón de levita”.
*MUCISTA:
N. del C.: Alusivo a los defensores del contrato de extracción de
esmeraldas en el municipio de Muzo, departamento de Boyacá, al parecer
contrario a los intereses del país.
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*LA PLUMA/ Girardot/
1912/ Número 5
Edición Número 45, Girardot, Noviembre 28 de 2018
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