Edición Número 27, Girardot, Julio 11 de 2018. MI PERIODISMO (Testamento de José Joaquín Niño Espinosa)
Edición Número 27, Girardot, Julio 11 de 2018
MI PERIODISMO
Testamento de José Joaquín Niño Espinosa
POR JOSÉ JOAQUÍN NIÑO ESPINOSA
Desde mi juventud, casi desde mi adolescencia, me
incliné al periodismo. Me abracé a él por innata vocación. Lo he ejercido
modesta y honestamente, como mi única profesión, y lo he practicado con
devoción como un ideal acendrado en mi mente, en mi corazón, en mi alma y en
todo mi ser.
El mío no ha sido un periodismo de cálculo, ni de
conveniencia, no de honores, ni mucho menos de negocio. El mío ha sido un
periodismo en el que seguramente han florecido la torpeza, la terquedad, la
falta de talento, pero en él también han predominado la independencia, la
rebeldía, la firmeza del carácter, el valor civil, el espíritu de lucha, el
servicio a la comunidad y el sentido de la responsabilidad.
Inicié la actividad periodística con entusiasmo, con
el anhelo de servirle a mi ciudad, a mi partido y la comunidad. Desde un
principio lo hice acogiéndome a un ideal y ciñéndome a la más absoluta
veracidad, aún a costa de los mayores sacrificios.
Ha sido norma invariable en mi ejercicio profesional,
la rectitud en las afirmaciones y la aplicación de un buen sentido en los
comentarios, procurando en todo momento decir la verdad, servirle al pueblo,
orientar a mis copartidarios y exaltar los valores de la patria en los diferentes
órdenes.
Naturalmente, decir la verdad es muy laudable, muy
honroso y muy meritorio, pero implica sinsabores, causa prejuicios y crea
enemistades, porque a nadie le gusta que le digan la verdad, así haya
suficientes razones para hacerlo. A la gente le gusta la alabanza, el elogio,
la falsedad, la mentira y el engaño, especialmente si se trata de funcionarios,
de políticos y de gentes mediocres.
Periodísticamente yo no pude acostumbrarme a lo que la
gran mayoría de mis colegas, aún alguno de los muy consagrados nacionalmente,
se acostumbraron fácilmente, o sea a cohonestar lo que no se debe cohonestar, a
tapar lo que debe destaparse, a guardar silencio cuando debe gritarse
fuertemente, a ser complaciente cuando se debe divulgar sin vacilación y sin
miedo y a mentir cuando se debe decir la verdad, cueste lo que costare.
Esa línea de conducta, sostenida a lo largo de 50
años, me ha acarreado intranquilidad, angustias, pobreza y miseria. Sin
embargo, no la he quebrantado ni en los momentos más difíciles ni ante
pedimentos muy obligantes.
Yo pude haber sido un empresario o un acaudalado
hombre de negocios. Tuve varias oportunidades para serlo. Gentes amigas, pero
desde luego deshonestas y atrevidas, en más de una ocasión quisieron valerse de
las dificultades económicas que me asediaban para hacerme propuestas
indecorosas e indignas que siempre rechacé con decencia, con firmeza y con
altivez; algunas veces tentaron mi vanidad y cualquier posible ambición, muy
humana, por cierto, que tampoco acepté en guarda de mi invulnerable línea de
conducta, que de muy poco me ha servido porque los envidiosos, los enemigos
gratuitos y los detractores profesionales que me han infamado, en más de una
vez me han injuriado y en muchas ocasiones me han calumniado sin el menor fundamento.
Afortunadamente mi comportamiento ha sido de tal naturaleza que siempre ha
resistido la infamia y la injusticia de los miserables. No de otra manera
habría podido sostenerme durante 50 años en plena lucha, enfrentándome a los
aquí poderosos, a los amos del poder político, a los favorecidos por los
privilegios y la fortuna fácilmente adquirida. Para mantenerme incólume a
través de medio siglo, en batalla aguerrida y permanente, en defensa de los
sagrados intereses públicos, de la patria, de la comunidad, del liberalismo y de la ciudad que me vio nacer, se necesita
haber procedido en todo momento y en todo lugar con una rectitud verdaderamente
acrisolada, al menos en los aspectos esenciales, pues desde luego, en toda vida
humana, aún en la más depurada, no faltan las pequeñas manchas, dispensables
por lo insignificantes y naturales.
Mi periodismo lo he hecho a lo largo de mi vida
aferrado a postulados profundamente liberales, sembrando ideas, defendiendo
principios, luchando intensamente por el imperio de la justicia en constante
servicio a la comunidad y de manera singular a las clases proletarias.
En la época presente es muy difícil hacer un
periodismo de estas calidades, porque
hoy por hoy todos buscan el interés, absolutamente personal, sin
detenerse a pensar ni un instante en el beneficio común, sino en su propio y
exclusivo beneficio, en su propio bienestar, en su fácil y rápido
enriquecimiento, en el engaño y la traición a sus amigos, a sus copartidarios,
a sus compatriotas, y a quienes en una u otra forma les han servido.
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NOTA: Agradecimientos a la familia Niño Galeano por el "testamento" del periodista, historiador y cronista girardoteño, con motivo del homenaje a su vida y obra, llevado a cabo el 26 de abril de 2018 en el Auditorio de la Biblioteca del Banco de la República de Girardot.
Edición Número 27, Girardot, Julio 11 de 2018
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Conocí personalmente a este gran periodista cuando era niño pues fué amigo de mi padre José Alberto Rodríguez un conocido farmaceuta con quien hablaba con mucha frecuencia...diariamente leía su periódico para enterarme de los hechos de Girardot...siempre lo admiré como uno de los cronistas destacados de la época.
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