Edición Número 26, Girardot, Junio 21 de 2018. NUEVA CARRETERA: EL MILAGRO DE GUATAQUÍ
Edición Número 26, Girardot, Junio 21 de 2018
Pueblo
anclado en el estancamiento
VIERNES
24 DE JUNIO DE 1994
Es noche de luna llena. Mientras el rugir del río
Magdalena alcanza a llegar a la iglesia de Santo Domingo, a dos cuadras del
embarcadero, cientos de guataquicenses se agolpan frente a un inmenso
algarrobo, esperando que esa noche la llamarada que arranca desde las entrañas
de la tierra les anuncie que allí está enterrado el tesoro que los sacará de
pobres.
La ansiada escena se repitió durante cada mes, por lo
menos hasta hace unos veinte años,
cuando los cinco mil habitantes de Guataquí, en el suroccidente de
Cundinamarca, se cansaron de mirar fijamente el terreno donde sus abuelos y los
abuelos de sus abuelos decían que existía un cementerio indígena con fabulosos
tesoros precolombinos.
En esa época, como ahora, sus habitantes necesitaban de un milagro para salir del
estancamiento, al que se suman en la actualidad el desempleo y la aridez de sus
tierras. Necesitaban de un aliciente que les garantizar su futuro.
Carlos (sic)
Arturo Rodríguez, un fornido campesino que no demuestra los 86 (sic) años que lleva encima, cuenta que,
“sí se alcanzaba a ver brillar la tierra. Cuando alumbraba marcábamos y
encontrábamos pendejadas, collares de piedras y chucherías. Nada de valor”.
LA
REALIDAD
Aunque dicen
que la aparición de guacas se ha presentado en todo el poblado, a tres cuadras
del centro existe una porción de tierra oscura donde se centran los hallazgos.
Allí, según los habitantes, bajo un algarrobo se
encuentra el cementerio indígena en menos de cinco metros, en donde a simple
vista se observan algunas formaciones que parecen esqueletos.
En diciembre un antropólogo midió, escarbó y se llevó
unas muestras pero nadie sabe que concluyó su estudio. “Encontró algunas
piedras y cerámicas que también se llevó”, dice Joaquín Ramírez, alcalde de la
población. “La idea era que nos dijera los resultados, pero no volvió",
señala.
Actualmente los habitantes del poblado están a la
expectativa, para saber si efectivamente su tierra alberga aún los restos de
los bravíos indígenas panches.
Mientras tanto, de lo que sí están completamente
seguros los moradores de Guataquí es de la crítica situación que viven debido
al cierre de más de 500 canteras donde se explotaba principalmente el yeso, que
era llevado a fábricas de Cali y Medellín, principalmente.
Una resolución del Ministerio de Minas prohibió las
explotaciones debido al grave impacto ambiental que ocasionaban. Gran parte de
las montañas que bordean la destartalada carretera Girardot-Guataquí se
encuentran completamente erosionadas por el efecto de la explotación del
material.
En la época de invierno esta carretera es
obstaculizada frecuentemente por derrumbes que, de paso, ayudan a su deterioro.
La vía es asfaltada desde hace más de 15 años y se estudia la posibilidad de
instalar un peaje para, con lo recaudado, reparar la carretera que llega hasta
Honda (Tolima).
Guataquí. Túnel de árboles
“A pesar del desempleo, explica el alcalde Ramírez, no
ha habido problemas de delincuencia. Mucha gente trabajaba en el yeso, pero era
un empleo secundario; algunos cultivan maíz o se dedican a la pesa”, sostiene.
De otra parte, Ramírez dice que la explotación del
mineral, no le acarreaba ninguna ganancia al fisco municipal, pues las canteras
no pagaban impuestos.
Sin embargo, el terreno árido en que se encuentra
Guataquí y la contaminación del Magdalena han provocado la sequía en los
cultivos y que los peces sean cada día más escasos, mientras la desesperación
de los moradores va en aumento.
En noviembre, el entonces alcalde Carlos Albadán logró
que funcionarios del ministerio de Minas visitaran la población para buscarle
una salida a la crisis.
La idea era agrupar a los explotadores de yeso en una
cooperativa, para que preservaran el medio ambiente y explotaran el yeso en
menor proporción. El proyecto fracasó por la escasa asistencia de mineros.
Actualmente es común observar, desde temprano, a
grupos de hombres jóvenes con sombrero, quienes charlan animadamente en una de
las casi diez cantinas que hay sobre la carretera que va a Beltrán. “No tenemos
más que hacer, dicen, el maíz todavía no está para recoger”, sostienen en coro.
La administración municipal trata de sacar a Guataquí
del marasmo en que se encuentra desde tiempos inmemoriales. La Gobernación de
Cundinamarca entregó hace seis meses una piscina semiolímpica, vestidores y
zona social completamente terminados a donde llegan habitantes de las diez
veredas de la población a disfrutar del domingo.
Junto con empresarios girardoteños se analiza la
posibilidad de establecer el turístico (sic)
por el Magdalena, llevando y trayendo turistas desde y hacia Girardot.
Mientras el turismo llega, los cientos de chivos y
cerdos que pululan por el caserío, continuarán asaltando las cuatro calles
buscando comida; la chiva “El Vensedor”, que parece que fue vencida en
ortografía, seguirá esperando pasajeros frente al parque principal y en la
soledad de las once de la mañana un optimista vendedor de repuestos para ollas
a presión, con sus gritos, busca encontrar él también la ansiada guaca.
*Publicado en el diario EL TIEMPO
(Esta nota es una de tantas publicadas sobre su existencia,
y tiene el interés de concitar curiosidad, porque a partir de miles de ellas
algo de su historia podríamos establecer).
Quizás el MILAGRO espera Guataquí sea la carretera
Girardot- Cambao-Puerto Salgar que tiene una extensión de 90 kilómetros; ha
sido asfaltada tres veces. La última, entregada al servicio recientemente con
especificaciones internacionales podría compararse cuando el río Magdalena era
la vía cotidiana, permanente, para la comunicación y el intercambio económico,
sus buques y balsas eran los taxis de la época; pero todo acabó con el empuje
de un Estado ladrón que se empeñó en quebrar el transporte fluvial y los
ferrocarriles, pretextando que las carreteras eran el símbolo de un nuevo país.
La comunicación de Guataquí con el mundo fue una vía
terrestre estrecha que poco a poco se amplió, la asfaltaron dos veces, siendo
la primera totalmente destruida dada la pésima calidad de los materiales
utilizados. La segunda, la realizó la administración de seis meses del
gobernador David Aljure Ramírez, con excelentes materiales, que le dio la mano
a Bogotá y al país en 2012, cuando la vía Bogotá- Honda a la altura de Villeta
colapsó por razones de orden geológico. La de Girardot-Guataquí-Cambao demostró
ser la vía estratégica para evitar el colapso de la industria bogotana, la más
importante del país. Esa ´carreterita´ le dio la mano al país, porque fue bien
construida. Hoy desde Girardot hasta Puerto Salgar es una excelente vía, con
algunos lunares que se verán en el corto plazo. Guataquí tiene una segunda
oportunidad histórica para mejorar, digamos que el río se transformó en
carretera. La decisión de construir, ampliándola con materiales nuevos fue
acertada. La nueva vía contempla un puente de un poco más de 400 metros de
largo, situado a cinco kilómetros de Girardot, que la une con Flandes (Tolima)
y el flujo vehicular del sur occidente del país. (Carlos Arturo Rodríguez
Bejarano)
Edición Número 26, Girardot, Junio 21 de 2018
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