Edición Número 14, Girardot, Febrero 18 de 2018 –109 AÑOS: EL SEÑOR GARZÓN: EL HOMBRE MAS VIEJO DE NARIÑO (CUNDINAMARCA)
Edición Número 14, Girardot, Febrero 18 de 2018
Derecha a izquierda, Carlos Garzón (hijo), Aquileo Garzón Mejía,
Marlen Garzón (sobrina) y Carlos Arturo Rodríguez Bejarano
109 AÑOS: EL
SEÑOR GARZÓN: EL HOMBRE MAS VIEJO DE NARIÑO (CUNDINAMARCA)
POR
CARLOS ARTURO RODRÍGUEZ BEJARANO
Aquileo Garzón Mejía nació en el municipio de Nariño (Cundinamarca) el 25 de diciembre de 1909. El sitio exacto fue la
vereda Busca Vida en una vivienda de barro y madera, muy buena madera, como
muchas de las que actualmente se observan en el lugar. Ostenta el récord de ser
el más viejo, el más antiguo ciudadano nacido y residente en este municipio,
surcado por colinas arrugadas y humedecido por un benigno río denominado
Magdalena. Probablemente su primer
río, lo fue la quebrada Apauta en uno de los millones de aguaceros que se
pronuncia con gotas del tamaño de un grano grande de maíz en la mejor de las
cosechas. Y no pregunte por el color.
Prestó el servicio militar en Bogotá, tan remota
entonces que era necesario vencer el miedo a lo desconocido, al clima y al tren
y los tranvías. Pero los domeñó.
Decía que había tenido dos meses (dos años) de estudio
y que en ese tiempo aprendió a leer, escribir con muy buena letra, hacer
dibujos, a bailar y a respetar. Y a
enamorar. Conoció a una mujer de la que se enamoró perdidamente. María Oliva
Parra, de familia conservadora, le dio nueve hijos, seis hombres y tres
mujeres, el ciclo de la vida. Ella lo abandonó pronto, falleció en 1989, a los 71 años de edad. Un poco más de cien años después, la sumatoria era de 21 nietos, 8 biznietos y 2 tataranietos.
Aquileo Garzón Mejía
Su plato predilecto fue siempre el maíz y sus
derivados gastronómicos, que cubría casi toda la parte alta de Nariño y
municipios vecinos, entremezclado con la cacería, su pasión desesperada de toda
la vida hasta cuando un principio de catarata lo noqueó. Confundía un venado
con las hojas gigantes de tabaco en la loma, nada qué hacer con ese detalle
gigantesco. Realizó un esfuerzo titánico, mandándose a operar a los 89 años,
pero el desarrollo técnico para la catarata requetemadura no era el deseado,
conformándose con mirar todo y de todo un tanto borroso.
Solía repetir que había cazado 170 venados en 20 años
de cacería primitiva con escopetas de pólvora y balines. Esa carne tasajeada y
salada convenientemente por María Oliva la fritaba o asaba, según el rumbo del
buen gusto, con arepa, cuchuco, mute, peto o café.
Durante toda su vida de fuego, se acuclilló frente a
un fogón de leña y piedra, y lentamente calentaba el fondillo de una olla de
aluminio recortada, surtido con granos de maíz seco previamente desgranados con
suficiencia por sus huellas digitales, redondeando en el aire la pieza de
aluminio para que los granos subieran y bajaran por la superficie semi rugosa
hasta obtener el dorado perfecto entre el hambre, las ganas y el gusto con café
claro apanelado: el que come de todo no
se muere de hambre.
1956. Cédula laminada que reemplazo al "pañuelo de papel"
Hacer vida significa mezclar cualquier cantidad de
cosas, variadas, que, a la larga se organizan casi solas, para que ese
individuo pueda sobrevivir y hacer sobresalir su ímpetu y rebeldía. Dependiendo
de desde donde se mire o como se mire, según, haber nacido en un hogar liberal
con los godos y algunos conservadores con cara de pocos amigos, pues así era el
país desde cuando nació y hasta hace poco, le concedió el interés por la
política, de tal suerte que terminó siendo concejal durante veinte años, a
nombre del partido liberal y en el Movimiento Revolucionario Liberal del
compañero jefe, el retórico aprendiz de infiel de clase de acuerdo con un
libreto de teatro, como prólogo para que diera de que hablar por toda la
historia de este país semiseco. Dentro de su convencionalismo de trabajo duro,
honestidad, honradez y sencillez desafió la tradición degustando cerveza fría y
leyendo hasta el cansancio “Voz Proletaria”, literatura comunista, antítesis de
“El Tiempo” y “El Siglo”, los dos floreros de la oligarquía patriótica
colombiana. ¿Cómo hacía, cómo era la relación de un liberal comunistoide con
sus cuñados conservadores de Jerusalén, campesinos de cacha azul al cinto?
Respeto y tolerancia, palabras rancias.
Archivo familiar Garzón Mejía. Conmemoración familiar
al cumplir 100 años de edad.
1929. Foto correspondiente al Batallón Sucre
Prestó el servicio militar en el Regimiento de
Infantería “Sucre” #2 acantonado en Bogotá, desde abril de 1929 hasta abril de
1930. El 1° de abril de este año lo dieron de baja y como auxilio para marcha recibió la suma de $1,08 (un peso con ocho
centavos m/cte.) Para olvidar el frío y la soledad regresa a Nariño a hacer
lo mismo que hacía su padre, sus hermanos, tíos, sobrinos, primos, amigos y
enemigos, labrar la tierra. El maíz abundaba en cada cosecha, siempre había una
razón económica para herir la escasez. Casi siempre llovía a tiempo (el momento
exacto para que las cosechas maiceras no se pierdan), para que lo demás
germine, madure, se ponga a punto, para continuar con la rutina de todos los
tiempos. El alcalde de Nariño lo recibe con los brazos abiertos, consigna en la
libreta de movilidad: y dijo que viene a
radicarse en este municipio. En 1930 vota por el candidato Enrique Olaya
Herrera, quien gana la elección presidencial y el partido liberal, su partido,
asume el poder político dejando atrás la hegemonía conservadora. Se devuelve a
pie por la tarde de ese día a su vereda Buscavida a iniciar una nueva vida. En
su acerbo práctico cargaba a cuestas instrucción en escuadrón y pelotón,
ametralladora, fusil y sobre todo, muy buena conducta, temas interesantes, más,
inútiles para su sueño. Y buena salud.
Se metió de aserrador en la antesala de las sierras
gasolineras, donde consumió aserrín del bueno y del malo hasta hartarse, y así
definitivamente se convirtió en agricultor de verdad.
El asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en 1948, lo puso
a pensar en serio, con la turbación en marcha era preferible vivir en el pueblo de ocho cuadras en cuadro. Se
largó en 1949 con lo que no tenía (una certeza) para el casco urbano donde
vivían 500 personas. Mientras llovía,
tomó tierras en arriendo en la hacienda de Alejandro Ramírez para sembrar maíz, plátano y cachaco, y todo
eso que sirve para levantar una familia, y se asentó para siempre en el lugar
donde lo encontré…
1929. Aquileo Garzón Mejía
1929. Recuerdo del Batallón Sucre
1929. Recuerdo del Batallón Sucre
1929. Recuerdo del Batallón Sucre
1929. Recuerdo del Batallón Sucre
1929. Recuerdo del Batallón Sucre
1929. Recuerdo del Batallón Sucre
1930. "Bienvenida" del alcalde de Nariño
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