Edición Número 12, Girardot, Enero 19 de 2018 – LAS PENUMBRAS DE NARIÑO
Edición Número 12, Girardot, Enero 19 de 2018
2005. Cocina Tradicional Nariño (Cundinamarca)
Familia Medina
Archivo CARB
LAS
PENUMBRAS DE NARIÑO
Por
CARLOS ARTURO RODRÍGUEZ BEJARANO
Nariño hace 300 años comenzó a generar su propia
cultura a expensas de una localidad bien antigua-Guataquí- tras la desaparición
física de los indios panches.
Dicho proceso coincide con un proceso de creciente
mestizaje biológico y cultural, de recreación y concreción de redes comerciales
invisibles que al ser constatadas por el poder dominante conllevó a reforzar
lazos productivos con la importante Tocaima de la época.
Producto de lo innombrable, Nariño balbucea a orillas
de la cadena de plata acuífera que ha conocido sus cuitas dolorosas.
Durante el siglo XIX recibe la bonanza originada por
la expansión tabacalera de Ambalema generando relaciones salariales,
movimientos migratorios y roturación de tierras planas hasta cuando el mercado
se quiebra y por tanto su futuro.
Lo trasegado hasta ahora es producto de una economía
campesina que no logró ser domeñada por poderes de toda laya.
La persistencia por la sobrevivencia es el rasgo - a
mi modo de ver- de la cultura local de Nariño.
Su música, su verbo que vuela, su mutismo creador y
otros elementos, rescatables tal vez si lo deseamos, deben ser conocidos por su
población dentro de un proceso indefinido en el tiempo.
Lo virtual de las imágenes blanquecinas se estrella
contra una realidad de desigualdades económicas, sociales, culturales,
espaciales y políticas, en los niveles regional y nacional.
Luego de una efímera bonanza del siglo xix (tabaco,
quina y vapor), la “bonanza” de la pobreza se incrustó aceleradamente en
nuestra lógica histórica.
Ni la descentralización y modernización ni los
ridículos ingresos corrientes de la nación para contrarrestar una miseria
económica que cada mes crece ostentosamente, han resultado suficientes.
Sobrevivimos gracias a una economía campesina
irreductible que ha permitido mantener articulada su población.
Muchos municipios viven de las regalías de un mineral;
nosotros vivimos de esperanzas. Conocedores de la vida concreta de nuestro
pueblo, atendemos que es necesario proponer otras posibilidades económicas.
No sólo de pan vive el hombre, pero tampoco de amor,
escribió el poeta. Podemos contar nuestra historia y reformularla en cada
ocasión, pero en tanto que el mundo es concreto, la única posibilidad reside en
recurrir a una confianza sin límites en nosotros mismos.
Continuamos creyendo en que las inversiones extra
estatales nos permitirán solucionar algunos problemas de nuestras mujeres,
ancianos y niños. ¿Si se nos acaba el maíz con qué haremos la noche?
FUENTE: (1996, FEBRERO 3. EL TIEMPO SEPARATA
CUNDINAMARCA)
Edición Número 12, Girardot, Enero 19 de 2018
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