jueves, 27 de agosto de 2020

Edición Número 143, Girardot, Agosto 27 de 2020:-1881. CÓMO CABE EL INFINITO EN CIEN AÑOS



                                                           Edición Número 143 Girardot, Agosto 27 de 2020

CÓMO CABE EL INFINITO EN CIEN AÑOS

POR PAUL BRITTO



Foto REVISTA LATITUD


No es gratis que Cien años de soledad  luzca un número cerrado en su título.  Al contrario del número abierto de Las mil y una noches que invoca el infinito, el de García Márquez siembra desde un comienzo un límite. Y esto sencillamente porque el libro busca totalizar la realidad y por lo tanto abarcar tanto el comienzo como el final de su espacio. Con mucha razón algún crítico se refirió a la novela como  un relato compacto. Y todos han advertido siempre los números exactos en que están metidas sus hipérboles, como una forma de amansar el infinito, de domesticarlo, de someterlo.

No son los únicos compartimientos cuantitativos que maneja la novela para comprimir el universo. El incesto que predomina en sus páginas es también una forma de mantener a la estirpe volcada hacia su propio tronco, de contener el desafuero multiplicativo de la especie, hasta el punto en que termine mordiéndose la cola, esa cola de puerco que la amenaza desde un comienzo. Se necesita precisamente de esa amenaza para que no se desborde la fertilidad de la sangre y de los genes, para frenar la vocación del infinito de sus células. La soledad a la que alude el título también es un muro de contención. La novela trata de un pueblo, de una familia, pero a la larga, familia y pueblo están condenados a la misma soledad indivisa del individuo, están englobadas por ellas. Y lo único que podría redimirlos es el amor, pero este les está negado de antemano como una incapacidad o como una maldición.

Úrsula Iguarán es el único personaje que atraviesa casi toda la novela. Su figura doméstica es necesaria para  mantener el pulso hacia dentro de la casa, para fijar los límites del espacio y del núcleo familiar. Es el personaje que barre hacia dentro, mientras los hombres lo hacen hacia afuera, hacia el mundo externo. De ahí que el crítico Ángel Rama hablara de dos fuerza en la novela que se contrarrestan: una centrífuga y otra centrípeta. La centrífuga siempre requiere ser más fuerte para que no se desborde el material narrativo.

Toda obra de arte contiene un epicentro, pero también una apuesta hacia fuera, hacia sus satélites;  es una ecuación basada en un número cerrado de variables. Se escogen unas y se dejan por fuera otras, como en una especie de prueba de laboratorio. Una obra literaria siempre demarca un territorio, un campo de estudio, pues no puede abarcarlo todo, por más ambiciosa que sea. Al igual que la ciencia, el arte también trabaja con muestras y pequeñas constelaciones. Con toda su avidez narrativa, Cien años de soledad también está delimitada. La obra ejemplifica el sistema cerrado de la vida y su número limitado de años, donde debe condensarse el mundo. La novela es un experimento parecido al de la existencia. Está acotada en un intervalo, en un parámetro, desde el cual se experimenta el universo bajo un punto de vista, bajo una sensibilidad. La novela gira en torno a esa cosmovisión, a ese ombligo donde se arremolina el mundo, y alrededor de la ranura por donde se vuelve a escurrir.

Los pergaminos de Melquiades exprimen ese mundo circular. En ellos está inscrita la secuencia original de la historia y en sus márgenes está circunscrita la continuidad del universo. Los vagones del tren se necesitan para poder contener las pilas interminables de muertos por las masacres de las bananeras. Pero también se requieren otro tipo  de vagones y compartimientos. Cuando los habitantes de Macondo pierden la memoria, por ejemplo, el infinito se apodera de la historia y amenaza con desbordarla. No hay entonces dónde meter el universo, donde clasificar su infinidad, su multiplicidad. La enfermedad del insomnio que antes sufre el pueblo también es una amenaza para la finitud de la novela. Si no dormimos, no podemos acotar el torrente de los días, cerrarlos, dosificarlos.

Las fantasías en la novela siempre están acompañadas de un elemento concreto que las contiene: las sábanas de Remedios la bella al ascender al cielo; el chocolate caliente con que levita el padre, la alfombra sobre la que vuelan los gitanos, etc. La intuición y la irracionalidad siempre van acompañadas de un lazo lógico que las soporta y las controla. Otra vez la fuerza centrífuga oponiéndose a la centrípeta para mantener el equilibrio. La obra rompe con la racionalidad de la novela realista, potencia la plasticidad de la experiencia, el asombro frente a la realidad; juega con sus intersticios infinitos, con sus agujeros, pero como el borracho que se abandona al sueño con un pie aterrizado al suelo.

Los alardes épicos de la historia también tienen esos polos a tierra. El coronel Aureliano Buendía suscitó 32 levantamientos, pero los perdió todos; tuvo 17 hijos de 17 mujeres distintas y todos murieron asesinados la misma noche; siempre aparece ese nudo que detiene la multiplicación. Las nostalgias de sus personajes suelen toparse con una mueca de cinismo, de desconfianza, por arte del narrador que no deja que los personajes pierdan la vista en lontananza. Los arranques líricos y sus efervescencias románticas están regulados también por un aislamiento o distanciamiento irónico. Las tragedias se neutralizan con la risa, con la comicidad y el absurdo de las situaciones: a pesar de toda la dignidad que Úrsula había lucido a lo largo de su vida, acaba sus días como una muñeca saboteada por la inocencia de sus nietos; Fernanda se lamenta más por las sábanas que por la desaparición de Remedios la bella, y así.




Foto REVISTA LATITUD


Antes de morir, José Arcadio se consolaba con el sueño de los cuartos infinitos. Soñaba que se levantaba de la cama, abría la puerta y pasaba a otro cuarto igual. De ese cuarto pasaba a otro exactamente igual y así hasta el infinito. Pero una noche se quedó en  un cuarto intermedio creyendo que era el cuarto real. Ese mismo procedimiento es el que desarrolla la novela, al extenderse por galerías de espejos paralelos, pero siempre volviendo al primer reflejo de la realidad, a su primera intuición, a ese primer fogonazo frente al pelotón de fusilamiento, de manera que no se pierda el hilo de la historia, su detonación inicial. Por eso Macondo es llamado al final la ciudad de los espejos o de los espejismos. El narrador no se cansa de rotar el brillo de su inspiración de una superficie a otra, de una dimensión a otra, de una anécdota a otra, de un personaje a otro, de un nombre a otro. Y por eso la novela solo termina cuando el último de los Buendía queda encerrado en un cuarto y ya nunca puede salir, mirando su propia cara en el espejo de los pergaminos. La novela acaba justamente cuando el narrador no puede seguir conteniendo el infinito, cuando no puede aplacar la explosión en cadena del primer fogonazo, y cuando ese último Buendía ya no puede salir del primer cuarto, el de Melquíades, deslumbrado por su propia revelación infinita.

Cien años de soledad se iba a llamar <La Casa>, pero también se podría haber llamado, <El cuerpo> o cualquier otro recipiente. La novela trata sobre ese encerramiento esencial del ser humano y su necesidad de acotación para no dispersarse y desintegrarse en la muerte. Jean-Paul Sartre decía que estamos condenados a la libertad. Y lo estamos a pesar de estar encerrados, o por esa misma tautología reverberante que nos abisma en el espejo de nosotros mismos y de nuestra autonomía. Esto encaja perfectamente con los personajes de esta novela. El autor es el encargado de nivelar esa libertad infinita con las reglas de su imaginación. De lo que se trata no es de poner a volar la imaginación, sino de ponerle cauces, límites.

<<Se sintió disperso, repetido, y más solitario que nunca>>, dice el narrador sobre el coronel Aureliano Buendía. Hay constantemente esa tensión entre la repetición y la unidad, entre la rutina y la soledad: <<Cada miembro de la familia repetía todos los días, sin darse cuenta, los mismos recorridos, los mismos actos, y casi repetía las mismas palabras a la misma hora<<. La repetición de los pescaditos de oro y la refundición en otros serían para el coronel Aureliano Buendía un modo artificial de marcar el tiempo, de contenerlo, de concretarlo, de darle forma y canalizarlo. La única manera de enfrentar el infinito repetido de la realidad, sus reflejos dispersos y exponenciales, es administrarlo con una repetición limitada, o sea, con una especie de engranaje que aterrice la indefinición de las cosas, que la vuelva otro piñón, que sea su raíz cuadrada.

La búsqueda de las cosas perdidas está entorpecida por los hábitos rutinarios, dice el narrador, y es por eso que cuesta tanto trabajo encontrarlas. El novelista es quien conoce el itinerario de su propia fórmula narrativa y sabe buscar en su propia red de referencias la punta del hilo perdida que le servirá para renovar el horizonte nuevo de su narración, su variación inédita, sin caer en un error de cálculo, en un círculo vicioso el que los matemáticos expresan con el signo del infinito. Es casi un trabajo probabilístico, una forma de jugar con las combinaciones de los materiales propios, sin salirse de la esfera de ellos, de su escala inicial.

Cuando se desborda la prosperidad y la fertilidad del pueblo, cuando trasciende sus parámetros naturales, en especial cuando se multiplican los chivos, las vacas y la plata de Aureliano Segundo, Úrsula llega a decir, blandiendo esa fuerza centrífuga con que viene domesticando el infinito y la riqueza desbordante de la novela:<<Dios mío, haznos tan pobres como éramos cuando fundamos este pueblo>>. De una forma equivalente, como si fuera otra narradora que desgrana en una escala manejable la historia, Amaranta comienza a tejer su propia mortaja para poder morirse al anochecer del día en que la termine. El narrador de la novela también sabe que cuando termine de desgranar la última casilla indivisible de la soledad, su último grano impenetrable, habrá acabado la cuenta de la historia. Y solo quedará por agregar aquel apéndice postergado desde el comienzo, ese minúsculo límite definitivo: la cola de cerdo que anuncia el apocalipsis.

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Latitud / REVISTA # 1744 / 28.05.2017 / LA REVISTA DOMINICAL DE EL HERALDO / TEXTOS Y FOTOS.
Edición Número 143, Girardot, Agosto 27 de 2020

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miércoles, 12 de agosto de 2020

Edición Número 142, Girardot, Agosto 12 de 2020:-1881. LA EPIDEMIA DE VIRUELA QUE CASTIGÓ A GIRARDOT (CUNDINAMARCA)



                                                           Edición Número 142 Girardot, Agosto 12 de 2020




1881. LA EPIDEMIA DE VIRUELA QUE CASTIGÓ A GIRARDOT (CUNDINAMARCA)



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Edición Número 142, Girardot, Agosto 12 de 2020

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sábado, 1 de agosto de 2020


Edición Número 141, Girardot, Agosto 01 de 2020:-CONCEJAL DE GIRARDOT PROPONE NUEVA CARRETERA GIRARDOT-BOGOTÁ



                                                           Edición Número 141 Girardot, Agosto 01 de 2020



PROPONEN NUEVA CARRETERA ENTRE BOGOTÁ Y GIRARDOT

(1983 / EL ESPECTADOR / LUNES, MARZO 14)






La urgencia de construir una carretera más directa entre Girardot y Bogotá –que acortaría la distancia del tramo actual por Fusagasugá  y Melgar en 40 kilómetros – fue expuesta al Ministro de Obras Públicas, José Fernando Isaza Delgado, por el concejal de ese puerto sobre el Magdalena, Boris Gutiérrez*.

Esa idea fue tomada con base en los planteamientos hechos en los últimos día por funcionarios del gobierno en el sentido de acortar distancias entre regiones y el centro del país, rectificando vías y erigiéndoles mejores obras de ingeniería en pro de economizar material rodante y tiempo.

Así mismo, por las frecuentes complicaciones que se vienen presentando sobre la actual carretera Girardot-Melgar-Silvania-Bogotá, sobre todo en el sitio de El Boquerón o “Nariz del Diablo”. 
 
Esa nueva vía, según Boris Gutiérrez, podría seguir la dirección de la recta Girardot-Agua de Dios-Viotá-San Gabriel-Granada, lugar este donde se conectaría con la carretera actual, con un gran beneficio económico para estas poblaciones que están comunicadas actualmente con Bogotá por carreteras demasiado extensas, estrechas y destapadas.

 Una posible complicación para la ejecución de las obras estaría localizada entre San Gabriel y Granada por su elevación con respecto al nivel del mar, la una a 1.500 metros de altura y la otra a 2.000 metros, obstáculo que se salvaría con la construcción de un túnel o un corte para superar el cerro de “Pan de Azúcar”.

Otro argumento valedero es la ampliación que se está haciendo en el aeropuerto de carga de Flandes que en un futuro servirá de complemento a El Dorado y “la apertura de una carretera más rápida y directa a Bogotá es un asunto de indispensable urgencia, sostiene en su carta Boris Gutiérrez.

“Fuera de lo anterior, añadió el concejal, la actual carretera está en pésimo estado de conservación y tiene “quemaderos” de carros como el de la subida del Boquerón al alto de las Canecas que ofrece peligros eminentes como el bordeo sobre las orillas del río Sumapaz, entre Melgar y Boquerón, en cuyo sector ocurre el mayor porcentaje de accidentes”.




VENTAJAS

Fuera de las anteriores ventajas, Boris Gutiérrez expone las siguientes: la recta entre Girardot y Granada da una longitud de 55 kilómetros. La vía podría llegar a los 60, cinco más, debido a desviaciones y obstáculos insalvables. Es decir, se acortaría la actual distancia entre Girardot y Bogotá en unos 40 kilómetros o algo más.

Como la carretera sería de doble vía, en ella se podrían desarrollar mayores velocidades y, por lo tanto el tiempo de viaje se reduciría en un 50% permitiendo la economía del material rodante y la reducción de costos y tarifas.

Tarde o temprano algunas industrias buscarán asentamientos en convenientes cercanos a Bogotá. Los municipios de Girardot, Ricaurte, Nilo, Agua de Dios y Tocaima, ofrecen un conjunto de tierras planas o valles, de más de 1.000 kilómetros cuadrados -100.000 hectáreas- de superficie y una infraestructura bastante desarrollada en población, servicios, vías, instalaciones, mercados, productos del agro y lo principal, el voluminoso caudal del río Magdalena. La nueva carretera aceleraría ese proceso industrial.

Girardot y los municipios circunvecinos se sacudirían del marasmo que los aqueja. Los turistas arribarían más pronto, la población crecería, la construcción de viviendas aumentaría, el comercio se diversificaría y las perspectivas de mayor crecimiento en todos los órdenes se constituirían en permanente realidad para la ciudad.

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CONCEJAL DE GIRARDOT PROPONE NUEVA CARRETERA HACIA BOGOTÁ
(1983 / EL TIEMPO / LUNES, 21 DE MARZO)

Nueva carretera entre Girardot y Bogotá, que acortaría la distancia en más de 50 kilómetros, sugirió el concejo del puerto, en carta dirigida al ministro de Obras Públicas,  José Fernando Isaza Delgado.

El concejal Boris Gutiérrez R. afirma que dadas las frecuentes complicaciones que se presentan en la actual carretera Girardot-Melgar-Silvania-Bogotá, especialmente en el sitio de El Boquerón (Nariz del Diablo), es necesario construir una nueva vía que podría seguir la recta Girardot-Agua de Dios-Viotá-San Gabriel-Granada.

La actual distancia entre Girardot y Granada es de 85 kilómetros y en la recta del mapa más reciente es apenas de 55 kilómetros, con lo que hipotéticamente se acortaría en 30 kilómetros la vía entre los dos lugares, lo que representaría un gran beneficio económico para los municipios de Viotá, Tocaima, Agua de Dios, Nilo, Ricaurte y Girardot, comunidades hasta ahora  conectadas con Bogotá por carreteras demasiado estrechas y destapadas.

La posible complicación para la ejecución de esta vía, se localizaría entre San Gabriel y Granada, por las cotas de 1.500 a 2.000 metros entre esas dos poblaciones para salvar el cerro “Pan de Azúcar”, que bien podría ser un túnel o un corte, obra que no es un imposible.

Agrega el concejal Gutiérrez, que se debe tener en cuenta que la actual vía es un “quemadero de carros”, como la subida del Boquerón al alto de La Canecas, donde hay que bordear una montaña peligrosa a orillas del río Sumapaz, en tanto que la vía propuesta tendría el siguiente rumbo: A partir del puerto de Girardot, pasaría por el barrio Kennedy-Hacienda Los Monos-Municipio de Agua de Dios- Viotá-corregimiento de San Gabriel-Granada, lugar donde se conectaría con la carretera actual para llegar a Bogotá, con un acortamiento de cerca de 50 kilómetros, que viene a impulsar el progreso turístico de Cundinamarca, porque Melgar es del Tolima y paso obligado para los viajeros capitalinos.

Las condiciones de la nueva vía dan margen para que se construya amplia y con cuatro carriles, ya que el terreno es propicio para que se haga una verdadera autopista que empezaría en el municipio de Granada y terminaría en Girardot.
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*Boris Alberto Gutiérrez Ramírez (q.e.p.d.) fue ingeniero, como tal trabajó más de diez años con la empresa Ferrocarriles Nacionales de Colombia. De esa experiencia nació un extenso libro señalando "el arrasamiento y la muerte de los ferrocarriles nacionales", posterior a esta quijotada de 1983. Como periodista fundó con su hermano Alexis el periódico "EL VOCERO DE GIRARDOT".
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ADMINISTRADOR Y COMPILADOR: CARLOS ARTURO RODRÍGUEZ BEJARANO
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NOTA DEL COMPILADOR: 37 años y dicha obra continúa para mediados del siglo XXI. Tan cierta la afirmación en ese momento sobre "las frecuentes complicaciones en la vía Girardot-Melgar-Fusagasugá-Bogotá", que hoy es la misma cosa casi, con la diferencia de que la actual está siendo copada por mayor tráfico de todo tipo de vehículos. La pomposidad "doble calzada" cuando se dio al servicio, poco representa ahora ante la saturación vehicular, la más importante para acceder a Bogotá desde el sur occidente del país. Son necesarios más accesos con especificaciones internacionales.
El planteamiento de Boris Gutiérrez continúa siendo válido e importante, tanto como otros que se han dado a conocer en estas páginas. Parece claro o ¿casual? que lo verdaderamente importante no se hace y lo inútil lo transforman en verbena popular. La mediocridad es rampante en el sentido de no administrar con competencia para crear un sistema  que inter comunique completamente en materia vial y ferroviaria el territorio nacional.
La propuesta de Boris Gutiérrez, acaparó la atención de los diarios de mayor penetración y circulación nacional como son los de Bogotá (EL TIEMPO Y EL ESPECTADOR), cuyas notas se reproducen completas.

Edición Número 141, Girardot, Agosto 01 de 2020

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