Edición Número 115, Girardot, Diciembre 30 de 2019:-EL INTELECTUAL LATINOAMERICANO EN EUROPA
Edición Número 115 Girardot, Diciembre 30 de 2019
EL INTELECTUAL LATINOAMERICANO EN EUROPA
POR ANDRÉS MARTÍNEZ ZALAMEA*
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ, PREMIO NOBEL DE LITERATURA. EL HERALDO |
Hacia
principios de los años 70, por recomendación de su amigo Gabriel García Márquez,
el periodista y escritor Plinio Apuleyo Mendoza fue nombrado como director de
la revista Libre, producida y
publicada en París, entre cuyos colaboradores se encontraban nombres de la
talla del mismo `Gabo', Julio Cortázar y Mario Vargas Llosa.
La
capital francesa en ese entonces aglomeraba a aquellos intelectuales y plumas
insignes del Boom latinoamericano, en virtud de «esa distancia necesaria para
tener una dimensión de la vida y de las cosas», como recordó Mendoza durante un
conversatorio llevado a cabo durante la XX Cátedra Europa de la Universidad del
Norte.
En 1948, Mendoza había desembarcado en París, con tan
solo 17 años, para convertirse en politólogo en el Institut de Sciences Po, de
la capital francesa, tras rehusarse a seguir los pasos de su padre en el
derecho. Su sueño siempre fue escribir, por lo que una carrera en ciencia
política era la manera de «no morirse de hambre» al compaginarla con las
letras.
«Me encantó París porque realmente fue una experiencia
única. Vivía en Saint-Germain-des-prés, un barrio 'existencialista', y veía a
Jean-Paul Sartre y a Simone de Beauvoir en el Café de Flore. También los veía
en un bar por la noche viendo cantar a la Gréco», relató Mendoza durante el
panel titulado "El intelectual latinoamericano en Europa", donde
compartió tarima con tres personajes con vínculos con Barranquilla y el Viejo Continente.
Este es el caso del barranquillero Marco Schwartz,
director de EL HERALDO, quien por casi tres décadas ejerció como periodista en
España; el periodista Mauricio Vargas, quien tuvo sus inicios en EL HERALDO y
desarrolló buena parte de su carrera en Francia, y Roberto Pombo, ex reportero
de EL HERALDO y jefe de redacción del difunto Diario del Caribe, quien en la actualidad se desempeña como
director del diario El Tiempo.
Para Plinio, el lazo con Barranquilla llegó en forma de
mujer con su primera esposa, Marvel Moreno, a quien conoció a través de Juan B. Fernández R., y era, en
aquel 1959, la reina del Carnaval de Barranquilla. «Ella me decía, 'a mí no me
importa nada del carnaval, yo lo que quiero es ser escritora'. Entonces
comenzamos a hablar y encontramos que nos encantaba Virginia Woolf, Faulkner y
también Flaubert», contó el escritor.
Cinco meses después contrajeron matrimonio y Plinio fundó
una agencia de publicidad que tuvo cierto éxito, pero que significó un
alejamiento de la escritura. <<No estaba escribiendo nada. Ella tampoco porque estábamos
viviendo de los negocios>>. A esto le siguió una momentánea separación, traída por
el deseo de Marvel de perseguir lo que describe Plinio como «amores coyunturales», inspirada a
su vez por la relación entre Sartre y Beauvoir.
Mientras pasaba el trago amargo en Italia junto a su
amigo García Márquez, Plinio recibió una carta en el consulado de Roma. Era
Marvel reconociendo que había cometido
un error. Mendoza acordó verse con ella en París, donde Marvel
le reveló su intención de no volver nunca a Colombia. «En
Barranquilla terminarás haciendo plata, pero no vas a escribir. Y yo tampoco. Es
una vida que no deja tiempo a uno de sentarse», le dijo su esposa a Plinio. «Yo
me quedo aquí en Paris, haciendo lo que sea, trabajando como empleada doméstica».
Plinio dejo atrás Colombia y se reubicó con
Marvel y las dos hijas del matrimonio en París, donde vivió
por 20 años. Marvel, quien se divorciaría unos años después de Mendoza, nunca
abandonó Francia. Allí se casó por segunda ocasión y en este país
fallecería, en 1995.
Para Mauricio Vargas, Mendoza dejaría de ser «un
intelectual que llegaba a Francia, para convertirse en la referencia de todos
los intelectuales latinos que llegaban».
Luego de escribir El
desertor, en un momento dado, rememora Plinio, «se acabó la plata y
entonces me dijo Gabo: 'mira, Juan Goytisolo quiere montar la revista que
agrupa a todos los escritores del boom.
Yo le he dicho que la persona que puede hacerse cargo eres tú, y Mario (Vargas
Llosa) también opina lo mismo».
«Allí estaban todos: Vargas Llosa, Cortázar,
Carlos Fuentes», cuenta Mendoza. «Estaba Sartre también; yo lo entrevisté. Fue
una experiencia extraordinaria porque me di cuenta de que se reunían todos los
escritores de distintos países latinoamericanos que se iban a París o España
porque necesitaban esa distancia».
«Francia era un lugar donde solo podíamos concentramos en
escribir y podíamos vivir siendo pobres», continuó Mendoza. «El problema
de los escritores en América Latina es que tienen que buscar cómo sobrevivir. Y
muchos escogen una actividad parecida como el periodismo, que es lo más cercano
a un género
literario, pero en el que lo que uno escribe se lo come la actualidad y, muchas
veces, después no queda nada».
A
causa de esto, evoca Plinio, Gabo opto por irse de Colombia, «porque si no, se lo hubiera tragado
el periodismo».
Marco Schwartz, descendiente de inmigrantes polacos en
Barranquilla, también terminaría -emigrando a España «buscando tener una experiencia
definitiva en el exterior» y quizás nunca volver, como en su momento Marvel
Moreno le había propuesto a su marido.
«La idea era ir a París, porque todavía en aquella época,
los que aspirábamos a escribir o ser algo más que un periodista y narrar,
soñábamos con irnos», recapituló Schwartz, a quien el destino eventualmente lollevaría a
España. «Hubo mucha facilidad, eso hay que decirlo. Era una época en España en
que no estaba todavía el problema de la inmigración».
«Los sitios de destino iban variando y el interés latino
se había ido desplazando a Barcelona y Madrid, donde la industria editorial se
había vuelto muy potente», contó Schwartz, quien también se marcharía a Europa
en compañía de su esposa Alba, tras «vender una nevera y un carro de segunda,
que era lo único que teníamos».
Tras más de dos décadas en Madrid, ejerciendo como
periodista en lo que Vargas describe como la «época dorada del periodismo
español», y con dos libros publicados, Schwartz retornaría a la que fue su
primera casa editorial, ELHERALDO, esta vez como su director.
«En Barcelona había agencias literarias y allá también se
concentraron los escritores», agrega Plinio Apuleyo. «Era un ambiente muy
especial, equivalente a lo que se podía encontrar en París. Y Gabo vio que allá
era más fácil difundir sus libros. Pero cada país tenía su particularidad. Uno
se sumergía en Europa en cualquier parte tratando de escribir, pero finalmente
se lograba más repercusión».
Para Roberto Pombo, quien nunca vivió en Europa, pero ha
estudiado a fondo las carreras de aquellos escritores del Boom que formaron «una gran conciencia unitaria de Latinoamérica en
Europa», es difícil encontrar en Colombia un lugar más inmerso en el mundo que
Barranquilla, aún en la actual era de las comunicaciones.
«Cuando me tocó trabajar en Barranquilla, vivíamos todos
fascinados con La Cueva y el Grupo de Barranquilla, y todos escribiendo crónica
roja nos sentíamos García Márquez. No solo eso, que era muy importante, sino
que Barranquilla siempre estuvo más cerca del mundo que Bogotá y otras ciudades
de Colombia. Se palpaba en el ambiente que eran importantes las cosas que
sucedían afuera, literarias y periodísticas», explicó Pombo. «Yo, que vivo
rodeado de cachacos por todos lados, me dicen: ‘¿y usted nunca
trabajó por fuera del país?’ Yo les digo: ¿cómo que no? Yo vivía en Barranquilla».
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*Andrés Martínez Zalamea: periodista. REVISTA LATITUD
/ LA REVISTA DOMINICAL DE EL HERALDO
/ 09.04.2017 / # 1737 / BARRANQUILLA – COLOMBIA. TEXTO Y FOTO.
Edición Número 115, Girardot, Diciembre 30 de 2019
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