lunes, 30 de diciembre de 2019

Edición Número 115, Girardot, Diciembre 30 de 2019:-EL INTELECTUAL LATINOAMERICANO EN EUROPA


                                                            Edición Número 115 Girardot, Diciembre 30  de 2019




EL INTELECTUAL LATINOAMERICANO EN EUROPA

POR ANDRÉS MARTÍNEZ ZALAMEA*



GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ,
 PREMIO NOBEL DE LITERATURA.
EL HERALDO


Hacia principios de los años 70, por recomendación de su amigo Gabriel García Márquez, el periodista y escritor Plinio Apuleyo Mendoza fue nombrado como director de la revista Libre, producida y publicada en París, entre cuyos colaboradores se encontraban nombres de la talla del mismo `Gabo', Julio Cortázar y Mario Vargas Llosa.

La capital francesa en ese entonces aglomeraba a aquellos intelectuales y plumas insignes del Boom latinoamericano, en virtud de «esa distancia necesaria para tener una dimensión de la vida y de las cosas», como recordó Mendoza durante un conversatorio llevado a cabo durante la XX Cátedra Europa de la Universidad del Norte.

En 1948, Mendoza había desembarcado en París, con tan solo 17 años, para convertirse en politólogo en el Institut de Sciences Po, de la capital francesa, tras rehusarse a seguir los pasos de su padre en el derecho. Su sueño siempre fue escribir, por lo que una carrera en ciencia política era la manera de «no morirse de hambre» al compaginarla con las letras.

«Me encantó París porque realmente fue una experiencia única. Vivía en Saint-Germain-des-prés, un barrio 'existencialista', y veía a Jean-Paul Sartre y a Simone de Beauvoir en el Café de Flore. También los veía en un bar por la noche viendo cantar a la Gréco», relató Mendoza durante el panel titulado "El intelectual latinoamericano en Europa", donde compartió tarima con tres personajes con vínculos con Barranquilla y el Viejo Continente.

Este es el caso del barranquillero Marco Schwartz, director de EL HERALDO, quien por casi tres décadas ejerció como periodista en España; el periodista Mauricio Vargas, quien tuvo sus inicios en EL HERALDO y desarrolló buena parte de su carrera en Francia, y Roberto Pombo, ex reportero de EL HERALDO y jefe de redacción del difunto Diario del Caribe, quien en la actualidad se desempeña como director del diario El Tiempo.

Para Plinio, el lazo con Barranquilla llegó en forma de mujer con su primera esposa, Marvel Moreno, a quien conoció a través de Juan B. Fernández R., y era, en aquel 1959, la reina del Carnaval de Barranquilla. «Ella me decía, 'a mí no me importa nada del carnaval, yo lo que quiero es ser escritora'. Entonces comenzamos a hablar y encontramos que nos encantaba Virginia Woolf, Faulkner y también Flaubert», contó el escritor.

Cinco meses después contrajeron matrimonio y Plinio fundó una agencia de publicidad que tuvo cierto éxito, pero que significó un alejamiento de la escritura. <<No estaba escribiendo nada. Ella tampoco porque estábamos viviendo de los negocios>>. A esto le siguió una momentánea separación, traída por el deseo de Marvel de perseguir lo que describe Plinio como «amores coyunturales», inspirada a su vez por la relación entre Sartre y Beauvoir.

Mientras pasaba el trago amargo en Italia junto a su amigo García Márquez, Plinio recibió una carta en el consulado de Roma. Era Marvel  reconociendo que había cometido un error. Mendoza acordó verse con ella en París, donde Marvel le reveló su intención de no volver nunca a Colombia. «En Barranquilla terminarás haciendo plata, pero no vas a escribir. Y yo tampoco. Es una vida que no deja tiempo a uno de sentarse», le dijo su esposa a Plinio. «Yo me quedo aquí en Paris, haciendo lo que sea, trabajando como empleada doméstica».

Plinio dejo atrás Colombia y se reubicó con Marvel y las dos hijas del matrimonio en París, donde vivió por 20 años. Marvel, quien se divorciaría unos años después de Mendoza, nunca abandonó Francia. Allí se casó por segunda ocasión y en este país fallecería, en 1995.

Para Mauricio Vargas, Mendoza dejaría de ser «un intelectual que llegaba a Francia, para convertirse en la referencia de todos los intelectuales latinos que llegaban».

Luego de escribir El desertor, en un momento dado, rememora Plinio, «se acabó la plata y entonces me dijo Gabo: 'mira, Juan Goytisolo quiere montar la revista que agrupa a todos los escritores del boom. Yo le he dicho que la persona que puede hacerse cargo eres tú, y Mario (Vargas Llosa) también opina lo mismo».

«Allí estaban todos: Vargas Llosa, Cortázar, Carlos Fuentes», cuenta Mendoza. «Estaba Sartre también; yo lo entrevisté. Fue una experiencia extraordinaria porque me di cuenta de que se reunían todos los escritores de distintos países latinoamericanos que se iban a París o España porque necesitaban esa distancia».

«Francia era un lugar donde solo podíamos concentramos en escribir y podíamos vivir siendo pobres», continuó Mendoza. «El problema de los escritores en América Latina es que tienen que buscar cómo sobrevivir. Y muchos escogen una actividad parecida como el periodismo, que es lo más cercano a un género literario, pero en el que lo que uno escribe se lo come la actualidad y, muchas veces, después no queda nada».

A causa de esto, evoca Plinio, Gabo opto por irse de Colombia, «porque si no, se lo hubiera tragado el periodismo».

Marco Schwartz, descendiente de inmigrantes polacos en Barranquilla, también terminaría -emigrando a España «buscando tener una experiencia definitiva en el exterior» y quizás nunca volver, como en su momento Marvel Moreno le había propuesto a su marido.

«La idea era ir a París, porque todavía en aquella época, los que aspirábamos a escribir o ser algo más que un periodista y narrar, soñábamos con irnos», recapituló Schwartz, a quien el destino eventualmente lollevaría a España. «Hubo mucha facilidad, eso hay que decirlo. Era una época en España en que no estaba todavía el problema de la inmigración».

«Los sitios de destino iban variando y el interés latino se había ido desplazando a Barcelona y Madrid, donde la industria editorial se había vuelto muy potente», contó Schwartz, quien también se marcharía a Europa en compañía de su esposa Alba, tras «vender una nevera y un carro de segunda, que era lo único que teníamos».

Tras más de dos décadas en Madrid, ejerciendo como periodista en lo que Vargas describe como la «época dorada del periodismo español», y con dos libros publicados, Schwartz retornaría a la que fue su primera casa editorial, ELHERALDO, esta vez como su director.

«En Barcelona había agencias literarias y allá también se concentraron los escritores», agrega Plinio Apuleyo. «Era un ambiente muy especial, equivalente a lo que se podía encontrar en París. Y Gabo vio que allá era más fácil difundir sus libros. Pero cada país tenía su particularidad. Uno se sumergía en Europa en cualquier parte tratando de escribir, pero finalmente se lograba más repercusión».

Para Roberto Pombo, quien nunca vivió en Europa, pero ha estudiado a fondo las carreras de aquellos escritores del Boom que formaron «una gran conciencia unitaria de Latinoamérica en Europa», es difícil encontrar en Colombia un lugar más inmerso en el mundo que Barranquilla, aún en la actual era de las comunicaciones.

«Cuando me tocó trabajar en Barranquilla, vivíamos todos fascinados con La Cueva y el Grupo de Barranquilla, y todos escribiendo crónica roja nos sentíamos García Márquez. No solo eso, que era muy importante, sino que Barranquilla siempre estuvo más cerca del mundo que Bogotá y otras ciudades de Colombia. Se palpaba en el ambiente que eran importantes las cosas que sucedían afuera, literarias y periodísticas», explicó Pombo. «Yo, que vivo rodeado de cachacos por todos lados, me dicen: ¿y usted nunca trabajó por fuera del país? Yo les digo: ¿cómo que no? Yo vivía en Barranquilla». {L}
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*Andrés Martínez Zalamea: periodista. REVISTA LATITUD / LA REVISTA DOMINICAL DE EL HERALDO / 09.04.2017 / # 1737 / BARRANQUILLA – COLOMBIA. TEXTO Y FOTO.

Edición Número 115, Girardot, Diciembre 30 de 2019

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domingo, 29 de diciembre de 2019

Edición Número 114, Girardot, Diciembre 29 de 2019:-ÁLVARO CEPEDA SAMUDIO: EL MODERNISTA


                                                            Edición Número 114 Girardot, Diciembre 29  de 2019




ALVARO CEPEDA SAMUDIO: EL MODERNISTA



POR EFRAÍN VILLANUEVA*



El 'Nene' Cepeda.
Vanguardista e iconoclasta.

EL HERALDO


En uno de los ejemplares de abril de 1984 de la revista semanal L´Express, de Francia, apareció un artículo titulado “Papá Álvaro y sus hijos”. En él, el crítico Patrick Thévenon propone a Álvaro Cepeda Samudio como el precursor olvidado del boom latinoamericano. Cepeda Samudio nació en 1926 en Barranquilla, la región del realismo mágico de García Márquez, la ciudad por la que el mundo entró a Colombia a finales del siglo XIX y principios del XX.

Algunas menciones biográficas afirman que Cepeda Samudio vino al mundo, en realidad, en Ciénaga, un pueblito de calles polvorientas a una hora de Barranquilla. En el prólogo de Todos estábamos a la espera (El Ancora Editores, 1993), el escritor Alfonso Fuenmayor afirma que, ante la confusión de su lugar de nacimiento, Cepeda respondía con alguna expresión <<nada enfática y se diría que deliberadamente equívoca>>. Fue la viuda Sara Samudio, la madre del escritor, la que le pidió a Fuenmayor «Tienes que rectificar esa mentira. Álvaro no nació en Ciénaga; es tan barranquillero como tú».

En 1954, Cepeda Samudio publicó Todos estábamos a la espera (Librería Mundo,1954), su primer libro de cuentos basado en vivencias personales durante los años que estudió periodismo en la Universidad de Columbia, en Nueva York, entre 1949 y 1951. La publicación de este libro es un reflejo de su personalidad desparpajada. Fuenmayor asegura que el libro estaba listo desde mucho antes, todos «los cuentos revisados y corregidos minuciosamente [...] los amigos de Álvaro casi nos los sabíamos de memoria de tanto leerlos y releerlos. Pero nada que el libro se publicaba». Para García Márquez, los cuentos de este libro ni siquiera deberían existir no solo porque no concibe cómo una persona con un «desorden ambulante, atropellado y vital» como el de Cepeda Samudio podría terminar sentado frente a una máquina a escribir y editar. Pero también porque, de no ser por Fuenmayor y Germán Vargas, los originales se habrían extraviado en la guantera de un carro que Cepeda Samudio había vendido un año antes. En dos ocasiones, Cepeda Samudio recibió quinientos pesos de Rafael Bornacelli, su padrastro, para la impresión del libro. En ambas, la plata se convirtió en cervezas para él y su grupo de amigos para celebrar el hecho de haber conseguido el dinero para financiar el libro. A la tercera oportunidad, los quinientos pesos finalmente se usaron para la publicación.

Este combo de amigos no es otro que el Grupo Barranquilla, la tertulia intelectual de la que hicieron parte figuras culturales como el pintor Alejandro Obregón, nacido en Barcelona, pero criado en Barranquilla desde los seis años; el compositor, bailarín, pintor y diseñador de carrozas del carnaval Orlando Rivera, mejor conocido como ‘Figurita; el empresario Julio Mario Santo Domingo, quien años después y durante décadas sería el hombre más rico de Colombia y aparecería en la posición 108 de la lista de hombres más ricos del mundo de la revista Forbes (2011); el ya mencionado periodista y escritor Alfonso Fuenmayor y su padre José Félix, escritor, poeta y periodista; Germán Vargas, periodista barranquillero quien llevó a Cepeda Samudio al Grupo Barranquilla; Ramón Vinyes, escritor de Cataluña que serviría de inspiración para el sabio catalán de Cien años de soledad.

A Todos estábamos a la espera, su compañero de generación y futuro premio Nobel García Márquez lo saludó en las páginas del periódico El Espectador de Bogotá como «...el mejor libro de cuentos que se ha publicado en Colombia». El hecho de que García Márquez haya sido uno de los grandes amigos de Cepeda Samudio puede darles a sus palabras de elogio un tono de parcialidad. O tal vez le proporciona un mayor carácter.

Cepeda Samudio se inició en la escritura como periodista. En 1985, otro crítico francés, Jacques Gilard, recordado en Colombia por sus estudios sobre el Grupo Barranquilla, recopiló la obra periodística (1947-1955) de Cepeda Samudio en En el margen de la ruta (Editorial Oveja Negra, 1985). Se nos revela aquí a un adolescente que desde finales del bachillerato ya pretendía ejercer, a través de sus ensayos y escritos, una labor y una necesidad de opinar, especialmente sobre temas y situaciones que, a su modo de ver, fuesen en contra del progreso de la sociedad. Una muestra es "Un pequeño mensaje a un gran profesor", una carta publicada en 1947 en el extinto periódico El Nacional, de Barranquilla, en el que reflexiona sobre el poder del gobierno para ejercer la censura: Cepeda Samudio había sido advertido por uno de sus maestros que sus constantes ataques contra el Ministerio de Educación podían poner en riesgo su permanencia en la escuela.

Desde sus inicios en 1944, en EL HERALDO de Barranquilla, hasta 1972, en su trabajo como columnista y editor en el Diario del Caribe, Cepeda Samudio mantendría un tono crítico y directo en una Colombia que sufría de los malos manejos de un sistema gubernamental bipartidista. También tenía una visión de mundo e incorporaba a sus columnas temas de posguerra como el de la cuestión árabe-judía, la dictadura de Franco, el Plan Marshall, la Doctrina Monroe. Con su misma postura sin pelos en la lengua se permitía además usar el sarcasmo y el humor, como en su artículo titulado “Decadencias de las suegras”. Gilard afirma que siempre será preferible leer la literatura de Cepeda Samudio, pero que su periodismo <<interesa ante todo por ser fuente de datos sobre una trayectoria de escritor, también interesa por ser obra de un periodista ejemplar>>.

En Vivir sin fórmulas, la vida intensa de Álvaro Cepeda Samudio (Planeta, 2012), Claudia Bancelin nos cuenta que Cepeda Samudio trabajó para los Santo Domingo desde 1958 hasta su muerte. Durante ese tiempo no solo dirigió el periódico Diario del Caribe. Sino que también fue el creador de dos de los eslóganes publicitarios más recordados por los colombianos: “Águila, sin igual y siempre igual” y “Costeñita, tan buena la grande como chiquita”, ambos para dos de las cervezas que todavía se siguen bebiendo en el país. El Álvaro empresario también tenía creatividad.

Pero pocos rememoran su lado de hombre de negocios. Por el contrario, casi todos lo recuerdan por su alegría, por la fuerza de su presencia donde quisiera que estuviese, por la sencillez de vivir la vida como viniera. Entonces, no podía ser de otra forma, Cepeda Samudio nunca se preocupó por convertirse en un escritor de éxito. En el Festival Gabriel García Márquez de 2015, celebrado en Medellín, el periodista Enrique Santos Calderón dijo que Cepeda Samudio «se burlaba de la solemnidad de la vida. Vivía la vida como si no hubiera un mañana».

En octubre de 1972, Obregón regresa de Nueva York a Barranquilla con el cuerpo de Cepeda Samudio, quien murió por las complicaciones de una leucemia descubierta apenas tres meses antes. A su entierro, el 15 de octubre, asiste una multitud, la mayoría amigos.

Diez años después, en 1982, Daniel Samper Pizano escribió una evocación a Cepeda Samudio para la Revista Diners. Cuando llega la hora de hablar del funeral dice: «Teníamos la esperanza de escuchar de un momento a otro una risotada y que apareciera en su jeep el maestro con un vaso de whisky en la mano gritando 'parranda de maricones, les mamé gallo, era mentira, todos a la Tiendecita, al sancocho, carajo, qué corronchos son, por Dios'. Pero no pasó nada de esto. El maestro quedó allí en el prado, cubierto por un monte de coronas de flores». {L}


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SOBRE EL VOLUMEN
La entrega en un único volumen de la edición crítica de la obra literaria de Álvaro Cepeda Samudio facilita la lectura integral del trabajo de un escritor que se caracterizó, ante todo, por los experimentos formales basados en la libre adopción -de los primeros en América latina- de técnicas narrativas complejas como las angloamericanas, francesas y rusas por un lado, y tan dispares, por el otro, como la periodística, la dramatúrgica y la cinematográfica.

Entregar a la atención del público internacional la edición crítica de la obra literaria del colombiano Álvaro Cepeda Samudio tiene tres significados primarios: facilitar el acceso al destinatario último para quien ha sido escrita: el lector; rendirle justicia a un autor, a una obra y a una entera vida dedicada a la actividad más inútil e innecesaria que exista en cualquier sociedad humana: el arte; contribuir a crear las condiciones objetivas para que obra y autor se confronten con el evento más significativo a nivel mundial en el campo literario de la segunda mitad del siglo XX: la Nueva Novela Latinoamericana. Y, en fin, que obra y autor encuentren una colocación definitiva en el ámbito de la cultura hispánica.

(Fabio Rodríguez Amaya: pintor y profesor titular de la Universitá degli Studi Bergamo, Italia. Coordinador, junto a Jacques Gilard, de la obra de la Colección Archivos.)
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*Efraín Villanueva: escritor barranquillero residente en Alemania.

REVISTA LATITUD # 1737 / LA REVISTA DOMINICAL DE EL HERALDO / 09.04.2017 / BARRANQUILLA - COLOMBIA / Textos y foto

Edición Número 114, Girardot, Diciembre 29 de 2019

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jueves, 26 de diciembre de 2019

Edición Número 113, Girardot, Diciembre 26 de 2019:-ANÍBAL VILLA NAVARRO, DOCTOR EN MEDICINA FUNDADOR DE 'EL ESFUERZO'


                                                            Edición Número 113 Girardot, Diciembre 26  de 2019



ANÍBAL VILLA NAVARRO FUNDADOR DE EL ESFUERZO

Por Carlos Arturo Rodríguez Bejarano




AImpr. Técnica fotomecánica - fotograbado




La fotografía del Dr. Aníbal Villa Navarro, es la que aparece publicada en su periódico El Esfuerzo, solo que aquella es una muy buena copia del original. Sobre todo porque puede ser evidencia (¿?) para dejar sentado que  era médico, doctor en medicina de la Academia Nacional de Medicina de Francia (presumiblemente). Corresponde a la colección de la Biblioteca de la Academia.

En el departamento del Tolima unos estudiosos de la historia de la medicina,  lo mencionan como curandero, talvez, porque inicia su periplo por acabar con la lepra griega en Colombia y el mundo, y además recomendaba la mordedura de la serpiente cascabel como elemento importante para el tratamiento de aquella enfermedad. 

Lo extraño es que hasta ahora  no existen  artículos en francés publicados en sus periódicos o en otros.

Aparece entonces una tarea pendiente en Francia por hacer sobre el hombre más importante de la historia del periodismo girardotense e iniciador de los primeros textos sobre la historia de nuestro puerto.

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ANÍBAL VILLA NAVARRO (Magangué (Bolívar), junio 24 de 1867- Girardot (Cundinamarca), mayo de 1908) se hizo acreedor al portentoso título de primer cronista de la ciudad de Girardot como Fundador, Director, Propietario y Administrador de EL ESFUERZO, primer periódico en su historia de 167 años. El primer ejemplar circuló el 1°de septiembre de 1906 y el último el 24 de enero de 1907, para siete ediciones en total; las  seis ediciones iniciales se imprimieron en la Imprenta de Marco A. Gómez, en Girardot. La séptima, en la Imprenta Municipal de La Mesa, administrada por Jorge A. Mutis V. Circuló como quincenario durante las seis ediciones iniciales (setiembre 1°- noviembre 15 de 1906); la postrera terminó huérfana de periodicidad. Se desconocen las causas por la interrupción de su publicación.


Impr. Técnica fotomecánica - fotograbado


Hasta hoy se reconoce a EL ESFUERZO como el primer periódico que circuló en Girardot, elaborado, escrito e impreso por ciudadanos que vivían en el puerto y que se atrevió desde una gran altura profesional, intelectual, política e ideológica, iniciar la larga travesía de reflejar la historia de Girardot, o para ser más humildes, un instante de su historia, o una historia de Girardot recreada desde los ojos de un hombre culto de su tiempo. ¿Sabía por predestinación el Doctor Villa Navarro que su periódico girardotino, remontaría 113 años de vicisitudes políticas, odios, genocidios, magnicidios, guerras declaradas y no declaradas? ¿Tenía claro que estaba haciendo historia? ¿Sabría que las siete ediciones se mantendrían intactas? Tal vez sí.

Viajero incansable, lo encontramos en Barranquilla en 1897 en la Tipografía EL COMERCIO, promocionando en miles de hojas volantes su antídoto infalible contra el veneno de las alimañas que amedrantan a los seres humanos.  Viajes, qué odisea el deslizarse y remontar por el Magdalena, desde Girardot a Barranquilla y viceversa, con decenas de puertos que lo aclamaban por su generosidad y pulcritud profesional, como amigo y a veces como salvador por las dolencias que curaba. En esos años, mesianismo, botánica, curanderismo, chamanismo, veneno de crótalos, tipografías, imprentas, tinta, periódicos eran una misma cosa.  ¿Qué buscaba Villa Navarro? Su primer periódico lo denominó EUFORBINA, nombre del remedio casi mágico que resolvía envenenamiento de arañas, escorpiones y culebras, que utilizaban las gentes también para salvar animales,  y lo más importante, mezclado mediante un tratamiento curaba la lepra en los seres humanos. ¡La lepra! ¿De dónde pudo provenir su interés en curar la lepra? Al parecer de su estadía en Alemania, de su conocimiento de lo que realizaba el doctor Hansen. Y se aplicó en ello, pero debió que confrontar el país de finales del siglo XIX, lleno de camándulas e ignorancia, de odio y finalmente de guerras.

Serpenteando en sus documentos se encuentra un texto en idioma alemán, en LA SERPIENTE, periódico que había fundado en Honda, Tolima, en 1899, desde donde probablemente como Doctor, curandero y botánico, se dio a conocer, amén de sus demás cualidades.

Villa Navarro forjó un nombre como Doctor en medicina en el departamento de Tolima y Cundinamarca, en donde se reconoce su trasegar, en particular por el tratamiento y cura de la lepra griega. Un amigo de su familia sintetiza levemente parte de su origen y formación académica universitaria que la tuvo en Europa. Su inteligencia y disciplina, posibilitaron que sus padres lo enviaran a Alemania a estudiar ciencias naturales. En Europa vivió ocho años.

Trasegó el campo de la botánica, la homeopatía, o la ciencia médica, además de miembro del Partido Liberal, amigo entrañable del gran Rafael Uribe Uribe, masón, revolucionario, guerrero en las últimas confrontaciones interpartidistas del siglo XIX, soldado, intelectual, lector empedernido, negociante en muchas cosas, buen orador popular, intelectual, viajero, mago, comerciante, periodista, fundador de periódicos e inventor.   

El Doctor Pablo Isaza en artículo del periódico EL NUEVO DÍA de Ibagué, “Recetas populares en el Tolima durante el siglo XIX”, escribe sobre el tratamiento para vencer la lepra y anota que paradójicamente, Villa Navarro falleció por la mordedura de una serpiente. Los pormenores se desconocen hasta hoy.

En LA SERPIENTE, Villa Navarro describe lo que hay que hacer para iniciar el tratamiento contra la leprael individuo que esté atacado por la lepra, a excepción del que fuere de edad avanzada y esté en notable estado de debilidad y consiguiente se juzgue que no resiste el tratamiento, se hará morder cada tres meses por una serpiente (cascabel) o por una talla equis (trigonocéfalo), de una vara de longitud, en los pies o en las manos, hasta que recupere por completo la sensibilidad natural, la cual adquiere a la cuarta o quinta mordedura; permitirá que el envenenamiento sea total y se produzcan todas sus manifestaciones toxicas, hasta que se presenten las hemorragias capilares por la nariz, boca, oídos, vagina uretra, poros y demás vías naturales. Al llegar a este estado peligroso pero conveniente, se deja que el paciente arroje media onza más de sangre más o menos; luego se procederá sin demora a administrar “Euforbina”.

Es de presumir que su deceso pudo ser en el primer semestre de 1908, probablemente en mayo, de acuerdo con la nota de reconocimiento del semanario GIRARDOT (segundo periódico en la historia de la ciudad), en su primera edición de mayo 28 de 1908, que dice: MEMENTO: GIRARDOT consigna en sus columnas un testimonio de respeto y gratitud por la memoria del señor D. Aníbal Villa Navarro, fundador de “El Esfuerzo” primer periódico de esta ciudad, y deposita una corona de siemprevivas en la humilde tumba de aquel notable y extraño ser que como los magos de lejanos tiempos, consagró su vida a buscar entre feroces alimañas un remedio para los dolores humanos y vendió su existencia en ese afán.”

Esta nota nostálgica probablemente escrita fue, por Marco A. Gómez, fundador, director, propietario e impresor del semanario. Nada nos dice de sus inventos, los recientes en el plano médico, todos los conocían, salvo quizás nos da a entender, que la transmutación de la fe en buena salud es la placenta de la ciencia moderna. En la imprenta del señor Gómez se imprimió la primera edición de El Esfuerzo.

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Edición Número 113, Girardot, Diciembre 26 de 2019

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