lunes, 26 de febrero de 2018

Edición Número 16, Girardot, Febrero 26 de 2018 –1913: TERRIBLE INCENDIO EN GIRARDOT

Edición Número 16, Girardot, Febrero 26 de 2018 –1913: TERRIBLE INCENDIO EN GIRARDOT


                                                            Edición Número 16, Girardot, Febrero 26 de 2018




1913: TERRIBLE INCENDIO EN GIRARDOT

EN EL INCENDIO





<<El 10 de febrero de 1913, ya 104 años, Girardot sufrió el efecto de un gran incendio cual no ha padecido nunca más. Por la magnitud del desastre se convirtió en noticia nacional. Si bien es cierto, a partir de la puesta en marcha del Ferrocarril de Girardot, muchos incendios se sucedieron por el tipo de elementos que las máquinas de hierro utilizaban para su funcionamiento, no pasaban de incendios controlables. Posteriormente entre 1930 y los años setenta del siglo XX, afamados incendios que reducían a cenizas negocios altamente rentables y que dieron para la murmuración y la picaresca local, incluyendo por lo menos más de dos importantes incendios de la Plaza de Mercado, nunca llegaron a la destrucción del de 1913. Poetas, periodistas, escritores y respetados líderes políticos importantes en ese momento, lamentaron tan mal designio, incluso en una novela del escritor antioqueño Tomás González, primer premio en el concurso de novela Plaza & Janes de 1987.  Se podría decir que esa variación de incendios por su tamaño, cambiaron para mejor en la mayoría de los casos, el panorama arquitectónico de la ciudad y la manera de apagarlos; el servicio de cuerpo de bomberos se convirtió en un elemento imprescindible del crecimiento y desarrollo y de su imaginario urbano. Las siguientes notas se publican por vez primera (descontando la fuente original) como contribución a la pregunta aquella: ¿Y cómo fue que fuimos cambiando y no nos dimos cuenta a qué horas? Los hechos históricos nos precisan más o menos cómo fue ese proceso. >>

Aún se sienten las crepitaciones del incendio!

         Medio Girardot ha sido envuelto en densos torbellinos de llamas que lo llevan a su ruina y desaparecimiento.

         En esta vez el oleaje de fuego no ha descendido; ha subido desde las playas áridas y resecas del Magdalena, hasta el centro mismo de la ciudad.

         La conflagración ha sido espantosa; ha revestido los caracteres de un final apocalíptico. Los elementos, aire embravecido y fuego en lenguas horripilantes, amenazaban destruirlo todo, dejando tan solo escombros sobre escombros, el campo sembrado de miserias y el imperio de las ruinas imponente en su silenciosa majestad.

         Cerca de seiscientas casas han caído desplomadas al embate de los elementos. Parece como si la naturaleza hubiese querido hacer gala de sus fuerzas y de su poder, para mostrar una vez más al hombre la mezquindad de su orgullo y la impotencia de sus fuerzas, incapaces por sí solas para detener un momento el curso de los acontecimientos imprevistos, cuando no van acompañadas de los auxilios de su inteligencia.




1913. EL RESUMEN, Bogotá


         Ha sido Girardot un campo de combate de los elementos contra el hombre; combate desigual en que la misma vencedora se declara vencida cuando ya está cumplida su funesta obra.

         Nada contiene los ímpetus del mal en manos poderosas. Estas no se sacian ni fatigan sino cuando ya están vengadas. Nada es capaz de hacer que su implacable furia lleve el antídoto de la clemencia, que en esa hora de suprema angustia, de dolor indecible, claman las madres que han perdido a sus pequeños en el fragor del incendio quedando confundidos con los chisporroteantes trazos de maderos en medio de ruinas, escombros y cenizas. Allí, una madre que suplica a grito herido salven a su hijo, pequeño inocente, que se retuerce lamido por las llamas; aquí otra madre cadavérica que implora, los brazos extendidos en forma decusada, auxilio para el suyo que muestra sus miembros mordidos por el fuego: allá, esotra que con voz estentórea implora auxilio para sacar de debajo de los escombros el cuerpo carbonizado del hijo que ha poco dormitaba en la cuna: aquí, aquélla que con voz gemebunda, en quejido lento y prolongado, escarba los rescoldos y cenizas ardientes de las ruinas, buscando y rebuscando con ahínco al hijo desaparecido en medio de la conflagración. Más allá, se escuchan los gritos lastimeros de las madres que llaman a sus hijas, y las voces de estas que llaman a sus madres. Traquetean los techos, revientan los cartuchos de pólvora, se oyen gritos, maldiciones, imprecaciones, retumba el viento y acrecienta el incendio; se desploman los techos y caen con estrepitoso ruido como los viejos troncos de las selvas, produciendo en su caída anuncios de desaparecimiento.




1913. EL RESUMEN, Bogotá


         El pueblo es impotente para contener el terrible flagelo y se declara vencido mucho antes de entrar en la lucha. Esa indiferencia no se explica en momentos tan angustiosos y solemnes en que una ciudad puede quedar sepultada entre sus propias ruinas. Nueva Pompeya o Nueva Herculano, queda para siempre viviendo en la historia después de haber escrito su última página desapareciendo tragada por el incendio en un volcán de llamas.

         Pasó el crepitante cuadro y se ve la ciudad envuelta en negra nube de humo nauseabundo, que sube escalando los aires para ir a confundirse con los nimbos y estratos que parecen suspendidos sobre el campo del incendio, semejantes a esas águilas caudales que miran desde finitas alturas las rocas de su nido.

         Pasó el crepitante cuadro y quedan los estragos, las ruinas, los escombros. Por las calles de la ciudad vaguean enajenadas las madres que han perdido el pan para sus hijos; demenciadas miran con inconsciente resignación la obra maldita de la Naturaleza.

         Más de trescientas familias quedan en la miseria sin más techo que la infinita curvatura del espacio, sin más albergue que sus propias ruinas. Catorce criaturas han sido tragadas por ese monstruo de lenguas apocalípticas. Reina la consternación y todos piensan en las víctimas que han cargado con las terribles consecuencias del siniestro del diez de febrero.




1913. EL RESUMEN, Bogotá


         Se impone el pan de caridad. Y nosotros desde las columnas de este semanario pedimos a la Nación entera que vuelva sus ojos compasivos hacia esta tierra generosa y grande. Pedimos al Gobierno, a la Prensa toda del País abrir campaña en pro de Girardot, a fin de que no retroceda y siga en el curso de las edades su marcha hacia adelante hasta llegar a ser lo que se espera que será: emporio de la civilización y del comercio.

         Toca a los parlamentarios de 1913 llevar a la conciencia del pueblo colombiano su fe en el porvenir, legando a Girardot para las víctimas del siniestro, aquello que pueda servirles para aliviar en algo sus desgracias.

         Por lo que a nosotros toca, abrimos desde ahora campaña a fin de alcanzar lo que desean para Girardot    todos los hombres de buena voluntad.

         Nuestra pluma como siempre estará al servicio de la santa causa: la solidaridad de los deberes del hombre  para con el hombre. Nada omitiremos para ver de lograr que se vuelvan hacia esta tierra, digna por mil títulos de ello, todos los corazones generosos, todas las almas grandes y altruistas.






                                                        F. DE P. GÓMEZ M.
FUENTE: (EL VERBO LIBERAL. Serie 1ª. Girardot, Febrero 16 de 1913. Editorial)
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NOTA: ESTE TEXTO FORMA PARTE DE UNA COMPILACIÓN REALIZADA POR CARLOS ARTURO RODRÍGUEZ BEJARANO, SOBRE DIVERSOS HECHOS HISTÓRICOS ACAECIDOS EN GIRARDOT (CUNDINAMARCA) QUE PRONTO SERÁ EDITADO.




Edición Número 16, Girardot, Febrero 26 de 2018

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